Luis Bru.
Mientras se suceden los homenajes, que a nosotros nos parecen obscenos, a Elia Rodríguez, en los que participa Federico Jiménez Losantos, que así sublima su intenso complejo de culpa, y miembros de la familia de Elia, por ejemplo, su hermano, la querella por injurias y calumnias representa una oportunidad de hacer Justicia y que brille por completo la Verdad sobre la muerte de Elia Rodríguez, fallecida el mismo día que se vacunó, y presentada su muerte por el locutor Losantos, con el acompañamiento de su lacayo Javier Somalo, que se ofrece como testigo en la querella que dirimirá el Juzgado de Instrucción número 46 de Madrid, como «accidente doméstico».
Lo inverosímil de la interpretación losantiano ha llevado que por las redes los pocos defensores del pivot de Orihuela del Tremedal hayan especulado con el suicidio. Rambla Libre que utiliza fuentes solventes, siempre más de tres, tuvo conocimiento que se estuvo cruzados mensajes de whatsapp en los que afirmaba que tenía fiebre alta y que se iba a marchar a urgencias, cuando se cortó la comunicación. Días después, eso quedó corroborado por Antón Márquez, director comercial de Libertad Digital SA, quien en una «pillada» manifestó que Elia Rodríguez murió por la timo vacuna y que «al que le toca le toca». Antón Márquez será llamado a declarar en la exceptio veritatis y se solicitara la autopsia de Elia Rodríguez.
El complejo de culpa de Losantos parece traslucirse en el hecho de que Losantos aporta tres artículos de Enrique de Diego con referencias a Elia Rodríguez. El más descarnado y directo, el del 10-09-2021, titulado «Carta al asesino en serie Federico Jiménez Losantos: Ya vas por tu primera víctima, Elia». Y del que Losantos destaca que «has estado ideando el crimen y ya tienes tu primera víctima con la colaboración del siempre dispuesto lacayo Javier Somalo, por un accidente doméstico fulminante y letal». Y también destaca el ávido lector que «los corruptos siempre termináis volviéndoos criminales; toda una vida de corrupción irrestricta, de codicia adorando al becerro de oro, saqueando a tu propia empresa, que ha devenido en un chiringuito. Lunático codicioso». El locutor Federico impuso ilegalmente la timo vacunación obligatoria en su empresa: «aquí no entra nadie que no se haya vacunado», dijo, creando una presión insoportable en un momento muy sombrío para el periodismo; quien pudo escapar de la cárcel totalitaria, lo hizo, como son los casos notorios de Elena Berberana y Ketty Garad, que inmediatamente de su salida se posicionaron contra la timo vacunación.