Editorial.
Telecinco, o Telecirco, como es llamado cordialmente, es un producto gastado, que boquea agonizante: las audiencias bajan, se hunden. Es un producto que ya cansa y harta a sus más adictos, ya ha recorrido todos los vericuetos de Cantora, ha contado mil veces el culebrón de Rocíito y Antonio David y ha narrado tropecientas mil el ambiente de Ambiciones y las aventuras y desventuras de la Campanario y Jesulín de Ubrique.
Belén Esteban está literalmente calcinada; su modelo garrulo ya no tiene frescura, está francamente podrido. Sus gestos de mala educación son proverbiales; el último, la caza inmisericorde e inquisitorial de la gran Paz Padilla, situada por la musa de la Santa Vacunación, como antivacunas, hasta conseguir echarla, en escena preparada por Paolo Vasile.
Ahora, para achicar el agua de un barco que se hunde, Telecinco quiere dar un empujón, hacia la nada, a sus tardes ante la crisis de ‘Sálvame’ y ahora estaría ultimando un talk show con Belén Esteban como presentadora. Todo después del terremoto en la cúpula directiva de La Fábrica de la Tele con la salida de David Valldeperas y Alberto Díaz como directores del programa. Boicot total a la garrula Belén Esteban, que ya cansa. En nuestro caso, es un boicot redundante porque lo que hay que hacer es ¡apaga la tele!