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Mariló: «Agradezco a todos los que me llamaron a la planta de psiquiatría»

Redacción




Enrique de Diego.

Mariló Martínez Heredia está ya en su casa, gozando de una paz anhelada. «Quiero dar las gracias a todos los que se han interesado por mi», llamando a la plata de psiquiatría del Hospital de Getafe. Las llamadas en torrentera fueron fundamentales para que le dieran el alta pronto. Hubo momentos de tensión en los telefonistas y en los médicos, pero la presión les hizo entrar en razón.

Mariló ha vivido una situación kafkiana que a buen seguro era la soñada por el sistema para todos los no vacunados, si no hubiéramos sido tantos, si hubiéramos sido unos pocos. Internamiento en psiquiatría por la denuncia de su familia, concretamente de su cuñada, con el acuerdo de la psiquiatra de la Seguridad Social y autorización judicial. Mariló se puso el primer pinchazo y desde entonces vive un calvario de dolencias, de alergias, de moratones, que le hacen temer por su vida, tras el envenenamiento que ha sufrido por la timo vacuna.

Incomprendida, aislada en su familia, del sistema de salud, todos se niegan a considerar que el veneno de muerte es el causante porque, claro, la falsa vacuna no puede ser, en otro caso, lo dirían los políticos, lo proclamaría Isabel Díaz Ayuso o Rocío Monasterio, y saldría a todas las horas en los noticiarios televisivos. Así que está loca, y como compra antídotos por internet, dicen, que ha desarrollado una paranoia.

Ha denunciado su experiencia a través de twitter y de Rambla Libre y ha expuesto su caso en La Voz de César Vidal. La cuestión «es que yo me estoy generando mis fantasías». Lo ha pasado francamente mal, ha sido una experiencia traumática y desoladora, una inmersión en el dolor humano. De pronto, en una consulta habitual de Psiquiatría, como si fuera la Stasi o la antigua Unión Soviética, fue ingresada contra su voluntad. «Ha sido increíble el daño», la mentira se retroalimenta, pero una cadena de apoyo y de cariño humano ha obrado el milagro.

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Ella sigue preocupada por sus dolencias, con temor a que se le haya desarrollado un cáncer; con problemas digestivos, ahora confía en el Doctor Luis Miguel de Benito. Preocupada al tiempo por sus padres; su padre tiene lagunas de memoria justo después de ponerse la timo vacuna.

Mariló considera que toda la población ha sido objeto de un ataque «por unas élites, que jugando a la inmortalidad, quieren un planeta desocupado», pero esa verdad constatable y verificable es entendida como locura o paranoia por los borregos covidianos.

Suenan las bocinas de los transportistas de fondo. Mariló se asombra: «hay un montón de cambiones haciendo sonar las bocinas por la carretera de Toledo». Ha vuelto a la realidad, a la vida.

¡Ingresada en el Psiquiátrico de Getafe Mariló, víctima del pinchazo, por denuncia de su cuñada Pilar Carrillo!