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El pinchazo obligatorio está experimentado en la residencia Nuestra Señora de la Luz, de Badajoz

Redacción




Luis Bru.

El filósofo austriaco Karl R. Popper proponía, para los partidarios de la ingeniería social, hacer sus experimentos en lugares con poca gente y no extender sus laboratorios a toda la población; es lo que llamaba la ingeniería social fragmentaria. Algunos histriones se muestran histéricos en inyectar a toda la población. Sin embargo, tenemos un caso en la que la ingeniería social fragmentaria se ha puesto en práctica.

Es el caso de la residencia Nuestra Señora de la Luz, de Badajoz, donde, por cierto, su cuadro directivo está cegato. El centro de Nuestra Señora de la Luz se imparte educación especial, con público interno, en residencia completa, y público externo. Han sido (timo) vacunados todos, el 100%, tanto el personal como los alumnos. Es un público dependiente de las instituciones y ninguno se ha negado. De hecho, buena parte ha recibido el tercer pinchazo. En lógica, ninguno tenía que enfermar. Es casi un lugar cerrado al que no accede nadie. Están todos, aparentemente, inmunizados.

Luego si alguien enferma tendremos que buscar la razón dentro. O en un fallo de las timo vacunas. Ha tenido que ser cerrado, misteriosamente, porque han enfermado la friolera de 46. El foco principal se ha detectado en la residencia, con 30 usuarios y 7 profesionales infectados. Los otros positivos se han confirmado en diferentes servicios del centro como el colegio o el centro ocupacional. Todas las personas contagiadas tenían la pauta vacunal completa, y algunos de ellos ya habían recibido la tercera dosis. El primer caso se detectó en la residencia el martes de la semana pasada y esa misma tarde se confirmó otro y el día siguiente ya se sumaron varios.

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La directora del centro, Segunda Sánchez, explica que anteayer se realizaron pruebas PCR a todos los usuarios y profesionales para descartar más casos. Sánchez precisa que todas las personas que han dado positivo tienen síntomas leves o son asintomáticas. «No hay gravedad. Los síntomas son parecidos a los de un constipado, algunos con dolor de garganta, y dos de ellos con molestias estomacales». Esta es la versión o doctrina oficial a la que Segunda se debe.

La dirección asegura que se están cumpliendo todos los protocolos e indicaciones recibidas desde Salud Pública. «Las personas que están aisladas en las instalaciones del centro están haciendo su cuarentena en dependencias distintas a las de los usuarios que no han dado positivo; y los cuidadores que los atienden directamente se protegen vestidos con EPI». El protocolo sirve aquí para eludir la responsabilidad personal.

Tenemos que sí han enfermado, a pesar de tener mucho más que la ‘inmunidad de rebaño’, el 100%, y de hecho el foco principal está en la residencia, luego no están inmunizados para nada. Pero además ¿cómo han podido infectarse estando prácticamente aislados? ¿No habrán sido infectados por las mal llamadas vacunas? No ha podido ser más que por la pócima inyectada. No hay ningún otro factor al que echarle la culpa. La ingeniería social fragmentaria popperiana ha fracasado. Debe ponerse fin al experimento.