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Steegmann la emprende con Enrique de Diego

Redacción




Luis Bru.

¡Ay, qué risa, tía Felisa! Cree el ladrón que todos son de su condición o el nace lechón, muere cochino. Juan Luis Steegmann, el diputado de Vox, sangra por la herida de las subvenciones de la farmafia, que ha dejado su credibilidad por los suelos, o mejor aún, subterránea, y la emprende, teniendo mucho cuidado de no citarle, contra Enrique de Diego, al que culpa de todos sus males que él solito se ha labrado. Dice Steegmann que «hay autores de libros (sin apenas lectoras, según ellos mismos) que han encontrado en la histeria antivacunas su filón periodístico. Es el problema del que no sabe, ni de lo que lee, ni de lo que escribe».

Es un viejo argumento del locutor hutú Losantos. Enrique de Diego no se mueve por esos criterios y reconoce que tiene más lectores el locutor hutú, así les va. Hoy, la mentira vende más que la verdad, cosas del relativismo. Pueden leerse «El manifiesto de las clases medias» y «Casta parasitaria» para percibir cosas que están sucediendo hoy. Lejos de él buscar un «filón periodístico», lo que busca es la verdad y una vez encontrada se compromete hasta el fondo. Y la verdad es que eso que llaman vacunas son un veneno de muerte, como el Dr. Zelenko, que destruye el sistema inmunológico, como señala el virólogo Geert Vandem Bosche, que produce las variantes y el fenómeno ADE, como destaca el Premio Nobel de Medicina, Luc Montagnier, inyectan la patógena proteína Spike, como reseña la Catedrática María José Martínez Albarracín y la Doctora Judy Mikovitc, son un arma de bioterrorismo, como apunta el Doctor Peter McCullough, el ex vicepresente de Pfizer, Michael Yeadom, y el Doctor Robert Malone y la Doctora Dolores Cunhill, quien da dos años de vida a los inyectados.

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Enrique de Diego estará siempre contra los criminales. El dramático balance: En Gran Bretaña, UE y USA va por 6.636.471 heridos y 40.679 muertos. Repentinitis por todas partes. El fútbol va a tener que se considerado deporte de alto riesgo. Hacer caso a Steegmann, pringado por las farmacéuticas, es ir a una muerte segura.

Dice de nuevo el mostrenco Steegman que «hay personas que abominan de las vacunas porque no les han protegido del todo, o han tenido efectos secundarios. Exigen milagros, y abominan de los medicamentos. Hacen el caldo gordo a los que nos quieren infectados, y a los curanderos que se lucran con los ignorantes». Digáselo a Mariló, que abomina de estas timo vacunas, no porque exijan «milagros», sino porque le han destrozado la vida, a ella y a otros muchos. Esos que llama curanderos deben ser los científicos que he citado, que curan de verdad. Nadie duda de la aspirina, merluzo, que viene bien para evitar los coágulos.

Así que ya lo saben, hagan caso a Juan Luis Steegmann e irán derecho a la tumba, a la repentinitis. Y, por supuesto, no se les ocurra comprar «Bergoglio, el cojón del Anticristo», de Enrique de Diego, en lulu.com. Ya lo dice Bergoglio: inyectarse el veneno de muerte es «un acto de amor».