AYÚDANOS A COMBATIR LA CENSURA: Clicka aquí para seguirnos en X (antes Twitter)

FIRMA AHORA: El manifiesto contra el genocidio de los niños


Carta del editor: Provida y con compromiso religioso fuerte, inmunes a la grosera manipulación

Redacción




Enrique de Diego.

Las fuerzas satánicas y codiciosas, hundidas en la corrupción moral y económica, no habían previsto encontrarse una resistencia al veneno de muerte tan intensa, tan firme y tan resuelta. Vemos en Argentina el caso de la rutilante Viviana Canosa con una de las grandes, Chinda Brandolino, dos bastiones del movimiento pro vida.

Entierro de un rabino el 31 de enero de 2021.

Como dice el Doctor Vladimir Zelenko el pueblo de Israel, cuando salió de Egipto hacia la Tierra Prometida, sólo fue el 10%. La idea de redención sólo fue comprendida por ese exiguo y, mientras Yahve le daba los tablas de la Ley, los diez mandamientos, en el Monte Sinaí, el pueblo adoraba al becerro de oro. En todas las etapas de crisis, queda el resto de Israel. Hoy, en el pagando Estado de Israel, en donde Tel Aviv es una de las ciudades icono del movimiento gay y del relativismo moral, quedan los yasídicos refractarios por completo a la inyección letal, cuyo objetivo no es otro que la eliminación brutal de población.

Amish.

En el Brasil del evangélico Jair Bolsonaro, los evangélicos resisten, como en todo el mundo. Los amish son un ejemplo de no infectarse con el veneno de muerte. Los Estados que componen el Círculo de la Biblia son un ejemplo de resistencia. Con Utah, y La Iglesia de Jesucristo de los Últimos Días, en primera línea. En los Estados, en los que el Evangelio tiene su peso liberador en la vida de las gentes y sus habitantes se rigen por normas de conducta absolutas, no relativistas, el plan genocida fracasa estrepitosamente.

NO TE LO PIERDAS:   Carta a Jaime Peñafiel: Vas a tener un entierro vikingo
Jair Bolsonaro, dirigiéndose a la toma de posesión. /Foto: lavanguardia.com.

En naciones, donde la Iglesia Ortodoxa marca la influencia, como Rumanía y Bulgaria, el fracaso es aún mayor. En Rusia, el alcalde globalista de Moscú abrió los mataderos de la inyección letal y tuvo que cerrarlos porque no iba nadie. La Iglesia católica, desnortada en su jerarquía, empezando por Jorge Bergoglio, acepta toda componenda, pero los católicos más conscientes no se dejan manipular.

No se trata de generalizar, hay muchos agnósticos y ateos que no se han dejado engañar por este plan diabólico, pero se rigen habitualmente por criterios de orden natural. Pero por lo general puede establecerse la ligazón entre no vacunados, que no han dejado destruir su sistema inmunológico innato, que no se han dejado envenenar, que no se han dejado poner la marca de la bestia, de Bill Gates. Se pueden poner más puntos en común: los no vacunados no consumen el producto adulterado de las televisiones del sistema.

Pero hay un punto de común general. Como decía al principio, los que no se dejan inyectar el veneno de muerte están todos contra el aborto, esa lacra social de la cultura de la muerte ha debilitado los resortes morales y la capacidad de raciocinio de nuestras sociedades; las ha hundido en el fango; las ha dejado indefensas ante la manipulación grosera y el intento de sustituir la religión salvadora por la putrefacta moral relativista de la corrección política con su colección de dogmas asfixiantes y absurdos. Esa nueva superstición representada por el Partido Demócrata, que está intentando criminalizar de nuevo el movimiento pro vida, y que ha hecho de su satánica identidad el aborto al tiempo que la inyección del veneno de muerte de Bill Gates y Anthony Fauci.

NO TE LO PIERDAS:   Carmen Calvo, infectada de coronavirus

Desde que el 22 de enero de 1973, la Corte Suprema decidió, en el caso «Roe vs. Wade», por 7 votos contra 2, que la opción de elegir un aborto durante el primer trimestre de embarazo era un privilegio constitucional fundamental, lo que implicaba que todas las leyes estatales que prohibían el aborto eran anticonstitucionales y nulas. La degradación moral que ha representado en nuestras sociedades ha sido brutal. Se calcula que en la década de 1990 se realizaron 30 millones de abortos, a un ritmo de 1.600.000 por año, pero fue una exigua minoría de mujeres a las que recurrieron al aborto convertido en una forma más de método anticonceptivo. Se descubrió que algunas mujeres repetían sus abortos, pero que la inmensa mayoría de las mujeres norteamericanas no han incurrido nunca en esa conducta inmoral y criminal. Una línea recorre el aborto y la inyección del veneno de muerte, no sólo sirven al diabólico designio de la eliminación de población, sino que la inyección del veneno de muerte está hecho con restos de niños abortados. Una sociedad civilizada no puede permitir el aborto.