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El ‘triunfo’ de Alternativa para Alemania

Redacción




Redacción.

Reproducimos por su interés el artículo de El Confidencial, firmado por Alvaro F. Cruz: Hace cuatro años, el partido ultraderechista Alternative für Deutschland (Alternativa para Alemania) resquebrajó un tabú de la sociedad y la política alemanas al entrar en el ‘Bundestag’ por primera vez como tercera fuerza, anotándose una victoria política sin precedentes. No fue un espejismo producto del momento. El domingo, la formación extremista se consolidó como la opción preferida para un 10,5% de los alemanes. Es un dato inferior al 12,6% de 2017, pero oculta un triunfo inadvertido: al entrar por segunda vez en el Parlamento, AfD comenzará a recibir fondos del presupuesto federal para su fundación, como el resto de partidos del hemiciclo.

¿Qué harán con esta lluvia de millones (que podría alcanzar los 70 millones de euros anuales, según estimaciones a partir de los escaños que han obtenido) para su fundación, la Desiderius Erasmus StiftungDar la batalla cultural. Ahora competirán con el SPD, la CDU/CSU o los Verdes, cuyas fundaciones, junto a las del resto de partidos que han obtenido representación en más de una ocasión, se repartieron cerca de 550 millones de euros del bolsillo de los contribuyentes alemanes en el último año. Los fondos se utilizan para promover la ‘educación política’. En román paladino, organizar conferencias, debates, talleres y demás plataformas donde las ideas políticas de cada partido puedan oírse alto y claro.

«Estamos muy satisfechos con el resultado. Se pronosticó que AfD sería un partido de corta duración y se ha demostrado que tenemos una base de votantes muy sólida«, dijo la líder del partido, Alice Weidel, tras conocerse los primeros resultados del domingo.

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Pese a empeorar ligeramente sus resultados con respecto a los de hace cuatro años, AfD ha obtenido el 21% de los votos y la segunda plaza en la antigua Alemania del este, su principal feudo electoral. Todo tras una campaña en la que ha estado ausente su tema estrella: la inmigración y el miedo a los refugiados, pese a las alarmas lanzadas desde el partido tras la salida occidental de Afganistán. AfD se ha refugiado en un rechazo frontal al Gobierno, la ‘dictadura de las vacunas’, pidiendo la retirada de todas las restricciones, y el ‘apartheid climático’. Su eslogan ha sido ‘Alemania, pero normal’, suficiente para volver al Bundestag en unas elecciones donde todas las miradas estaban puestas en la sucesión de Merkel. Han venido para quedarse.

placeholderCartel de la campaña de la AfD: 'Colonia, Kassel o Konstanz no aguantan más Kabul. Hay que parar la inmigración de Afganistán'. (AfD)
Cartel de la campaña de la AfD: ‘Colonia, Kassel o Konstanz no aguantan más Kabul. Hay que parar la inmigración de Afganistán’. (AfD)

¿Del cordón sanitario a la normalización?

“El hecho de que la Fundación Desiderius Erasmus vaya a recibir fondos del presupuesto federal a partir de la próxima legislatura acarrea un riesgo de ‘normalización”, explican la profesora Gudrun Hentges y el investigador Georg Gläser por correo electrónico a El Confidencial, ambos del departamento de Ciencia Política de la Universidad de Colonia y autores del artículo académico «La educación política de la derecha. La Fundación Desiderius Erasmus, afiliada a la AfD, y su entorno».

Las fundaciones, como la Konrad Adenauer (de la CDU/CSU), la Friedrich Ebert (del SPD) o la Heinrich Böll (de los Verdes) y ahora la Desiderius Erasmus, pueden apoyar proyectos de investigación y otorgar becas al estudio y doctorados en línea con las ideas del partido. El dinero se utiliza para consolidar el corpus intelectual sin el que un partido político difícilmente puede sobrevivir, además de formar a los líderes de mañana y los cuadros del partido.

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“Como la financiación básica de las universidades ha disminuido, los profesores se ven obligados a recaudar fondos de terceros. Las fundaciones son muy atractivas porque pueden financiar proyectos académicos”, detallan Hentges y Gläser. Por lo tanto, pueden tener un impacto en las universidades, colegios y escuelas, “que se están convirtiendo en un campo de batalla”, añaden los expertos.

Ahora, la Fundación Desiderius Erasmus podrá gastar una parte de los impuestos de los alemanes en expandir su alcance territorial, para aumentar su apoyo en el oeste de Alemania y dejar de ser un partido al que vota mayoritariamente una mitad geográfica y sociológica del país. Además, podría seguir el ejemplo de las fundaciones del resto de partidos, omnipresentes dentro de las fronteras de la UE e incluso más allá, y abrir oficinas en las capitales europeas donde existen movimientos sociales y políticos en sintonía con las ideas de la AfD. Si la Desiderius Erasmus Stiftung abriera delegaciones en Austria, Bélgica, Países Bajos, Francia, Italia o Polonia, aumentaría sus conexiones con los ideólogos de los partidos de extrema derecha del resto del continente y podría establecer puentes transnacionales que los propios partidos están incapacitados para crear, dadas su condición local y las dinámicas electoralistas, de las que una fundación está exenta.