Virginia Montes.
Con todos los resortes del poder en su mano, con el respaldo de una tiranía mediática, en la que participan medios aparentemente diversos, el sistema –los partidos tradicionales, conservadores y socialistas, las fuerzas cipayas de la extrema izquierda (verdes, insurrectos, podemitas) y el monolítico coro mediático- han desatado su histeria autoritaria.
No contaban con la reacción popular que ha ido generando exitosos partidos identitarios que no hacen otra cosa que crecer elección tras elección. Con el horizonte de las elecciones europeas de mayo de 2019, donde ese crecimiento puede marcar un cambio positivo, el sistema intenta aislar naciones, demoler a los líderes, asfixiar económicamente a los partidos e incluso ilegalizarlos. Para ello, en el clima de histeria acrecentado tras la derrota de la socialdemocracia en Suecia y el ascenso de Demócratas de Suecia de Jimmie Akensson, el sistema no teme caer en el ridículo, utilizar tácticas y técnicas totalitarias de la Unión Soviética o manipular en niveles imposibles de digerir. Pero el peligro no puede ser minimizado. Las naciones europeas atraviesan en el momento actual tierras de penumbra.
Hungría: Juicio inquisitorial
La Hungría de Viktor Orban es uno de los enemigos a batir. Orban no sólo ha tenido la osadía de arrasar electoralmente, con el 47% de los votos, sino también ha plantado cara a George Soros y a su Universidad del Centro de Europa, en Budapest, todo un centro para desestabilizar las naciones que se han sacudido el yugo comunista. Además, en 2015, Viktor Orban estaba solo negándose a los planes de sin fronteras impuestos desde Bruselas y capitaneados por Ángela Merkel, y desde entonces se ha convertido en toda una referencia que ha sido extendido la infección por otras sociedades. El Grupo de Visegrado es ya una entidad política sólida dentro de la Unión Europea, con Hungría, Polonia, República Checa y Eslovaquia. El cordón sanitario ha saltado hecho añicos: Orban se reúne con Matteo Salvini, el popular ministro del Interior italiano, tiene buena sintonía con el austriaco Sebastian Kurtz y con el bávaro Horst Seehofer.
El Parlamento Europeo fue el escenario de un nauseabundo juicio inquisitorial, en el que se votó dejar a Hungría sin derecho a voto dentro de las instituciones europeas. Una medida imposible de llevar a efecto, pero cuya pretensión última es aislar y diabolizar a Hungría, a todo el pueblo húngaro. Y como efecto colateral, expulsar al Fesz –el partido de Orban– del Partido Popular Europeo, algo que puede tener consecuencias imprevisibles como el fortalecimiento del Movimiento, la coordinación de todos los partidos identitarios que está propugnando Steve Bannon.
Encarcelar a Matteo Salvini y arruinar a la Liga
Matteo Salvini ha disparado, en poco tiempo, su popularidad y el respaldo electoral a la Liga, que no sólo es el partido que lidera las encuestas, es también el que en las últimas elecciones locales desalojó a los socialdemócratas de sus feudos, como Siena y Pisa. El Partido Demócrata está en caída libre: en las elecciones generales obtuvo un escuálido 17% que le sumió en una grave crisis, pero las cosas no hacen otra cosa que ir a peor y ahora las encuestas les dan un 15%; los dirigentes son incapaces de reunirse a cenar.
Salvini ha conseguido reducir el flujo migratorio hacia Italia en porcentaje del 80%. Se ha negado a que los esclavistas camuflados tras el calificativo de ONG puedan atracar en puertos italianos. Tampoco permitió que el barco de la guardia costera Diciotti desembarcara a los inmigrantes ilegales que portaba hasta que la Unión Europea decidiera el reparto al que se había comprometido. El fiscal de Agrigento le acusa de ¡secuestro!, arresto ilegal y abuso de poder.
No es suficiente con intentar encarcelar a Salvini –su crédito no ha bajado por esa medida absurda del fiscal- también hay que asfixiar económicamente a la Liga. El Tribunal de Revisión de Génova ha ordenado el embargo de 49 millones de euros a la Liga. Se trata de una condena a los antecesores de Salvini, Umberto Bossi y el extesorero Francesco Belsito por desviar para fines propios reembolsos electorales entre 2008 y 2010. No se establece la responsabilidad sobre las personas, sino sobre el partido. Salvini afirma que nunca ha visto tanto dinero junto.
Francia, como en la Unión Soviética: Marine Le Pen al psiquiatra
Otro de los dirigentes objetivo de la histeria autoritaria del sistema es Marine Le Pen. Al igual que con la Liga, una de las medidas ha sido asfixiar al Rassamblement Nationale. Dos magistrados han dictaminado, con carácter preventivo, sin sentencia, sin respeto a la presunción de inocencia, la incautación de 2 millones de euros de la dotación pública que debía recibir el partido por sus resultados electorales y como consecuencia de los presuntos empleos ficticios de dos miembros del partido en el Parlamento Europeo. El partido de Marine Le Pen ha tenido que cerrar un tercio de sus sedes y hacer llamadas desesperadas a los donantes.
Por si esto fuera poco, la Justicia pretende que Marine Le Pen pase un examen psiquiátrico. Una medida denigrante que busca el descrédito, a raíz de un auténtico abuso judicial, de una persecución en toda regla. En 2015, en su twitter, Marine Le Pen reprodujo tres imágenes de ejecuciones de Daesh. Respondía a un periodista de la cadena de televisión BMTV que había establecido un paralelismo entre Daesh y el entonces Frente Nacional. “Esto es Daesh”. Aunque parezca imposible, y una soberana estupidez, por esa cuestión, perfectamente legítima, y amparada por la libertad de expresión, la Justicia francesa abrió un procedimiento como si Marine Le Pen hubiera hecho apología de la violencia de Daesh. Rompiendo todos los límites de la decencia, la Justicia francesa ha convocado a Marine Le Pen a un examen psiquiátrico. La dirigente identiaria ya ha dicho que, por supuesto, no irá. La Francia del masónico Macron se parece cada vez más a la URSS de Stalin.
Ilegalizar a Alternativa para Alemania mediante groseras manipulaciones
Criminalizar a Hungría, asfixiar económicamente a la Liga y a Rassamblement Nationale, encarcelar a Matteo Salvini como secuestrador, somete a examen psiquiátrico a Marine Le Pen. ¿Es suficiente? No. Donde la histeria del sistema ha llegado más lejos ha sido en Alemania, en una grosera manipulación coordinada por la cancillería de Ángela Merkel, el SPD, y la jauría mediática al unísono. Daniel, un alemán cuyo padre era cubano, fue cosido a puñaladas, 35, en una discusión con solicitantes de asilo. Las circunstancias no han sido aclaradas y parece que no ha habido el más mínimo interés en ello. Fueron detenidos un sirio y un iraqí, aunque éste ha sido puesto en libertad. Todo en la más absoluta oscuridad. El pueblo de Chemnitz se echó a la calle en manifestaciones de 800, 4.000 y 6.000 personas, trabajadores y gente de clase media. El sistema propició un montaje según el cual se habían producido saludos nazis y grupos de extrema derecha se habían dedicado a dar caza al extranjero. Un imaginario reclamando a los demonios familiares. Los saludos nazis fueron hechos por un minúsculo grupo de extrema izquierda, con personas identificables. Y a pesar de la zarabanda mediática y política, con posicionamientos muy histriónicos de la portavoz de la cancillería no hubo caza de extranjeros. Inflando el invento y con la táctica torticera de la amalgama, la diana se situó en Alternativa para Alemania. La ciudad-estado de Bremen hizo público que sus servicios de inteligencia colocaban a AfD entre sus objetivos a investigar por ir contra el orden constitucional. Y se anunció que otros länder harían lo mismo. El jefe de los servicios de inteligencia del Ministerio del Interior, Hans George Maabassen hizo unas declaraciones al diario Bild en las que desacreditaba la hipótesis de la caza de extranjeros. De fondo, de este desfonde moral de la democracia alemana, las elecciones de Baviera el 14 de octubre.
¿Parará aquí el sistema en su histeria autoritaria? Es previsible que no. Hay mucho dinero en juego y todo un proyecto de ingeniería social para destruir las naciones europeas mediante su islamización conflictiva. Está a punto de venirse abajo toda esa ingeniería social que se ha estado labrando durante décadas, y que se aceleró de manera abrumadora a raíz de la llamada crisis de los refugiados de 2015, cuando Merkel gritó aquello de “¡Vamos a lograrlo!”, cuyo significado nunca se ha explicitado con claridad. El horizonte decisivo es el de las elecciones de mayo de 2019.
El sistema parece pensar que la demolición de los líderes y el acoso a los partidos podrá parar lo que es una corriente profunda de resistencia y reacción. Ciertamente, el asesinato por un izquierdista del holandés Pym Fortuyn y la muerte en accidente de tráfico del austriaco George Hayder retrasaron un proceso que hoy parece imparable. Las elecciones europeas de mayo de 2019 se presentan decisivas. La histeria autoritaria del sistema puede ser parada con un avance claro y regenerador de los partidos identitarios. Todo indica que, a pesar de todos los obstáculos, se producirá.