Enrique de Diego.
Twitter ha hilvanado dos censuras de una semana cada una respecto a mi cuenta y me ha avisado que a la tercera desaparece, me la quitara. La primera fue por poner un tuit absolutamente cierto como la luz del día: «Las timos vacunas tienen como objetivo eliminar población» y por un editorial titulado «GENOCIDIO», con las verdades del barquero. He observado que el concepto genocidio está siendo muy utilizado en Twitter, o sea que lo tengo prohibido yo, específicamente. El algoritmo del pajarito dice lo consabido de que he vulnerado las normas de la comunidad. Para el pajarito decir la verdad es vulnerar las normas de su comunidad que se rige por la mentira y es cómplice del genocidio. El relativismo llevado a sus últimas consecuencias.
Lo cierto es que el pajarito la ha tomado conmigo. Alguien ha reportado que mi cuenta estaba haciendo mucho daño a la horrenda mentira oficial genocida. Curiosamente, el día antes Rubén Arranz hace una reivindicación torticera de la censura al publicar en Voz Populi, que dirige el mamarracho de Jesús Cacho, vendido a la manipulación genocida ambiente. El testículo posmoderno de Arranz, a quien no tengo el gusto, se titula: «Twitter: Los monstruos que hemos creado y ahora nos matan». El monstruo ese soy yo a quien se me concede tan benéfica misión, aunque en España no hay derecho a portar armas, porque lo que se viene realizando con la inyección de veneno mortal, como la define el Dr Zelenko, es un genocidio y cualquier medio es lícito para pararlo. No sabía yo, y me alegro sobremanera, de que me tuvieran tanto miedo en el sistema, que éste fuera tan débil, y eso que no está la gente en la calle, como le parece lógico, y a mi también, al bueno del ex vicepresidente de Pfizer, Michael Yeadon, «con antorchas y horcas» y linchamientos.
Cumplida la pena arbitraria e incriminatoria para el pajarito, que ha pasado de ser una red de transmisión a un medio de comunicación mentiroso, aparentemente cómplice del genocidio, por lo que tendrá que pagar el tal Jakob Dorsey, fue penalizado de nuevo al reproducir un tuit antiguo, que no había sido objeto de censura la vez anterior: «El último tuit que compartí con vosotros: Admitida a trámite mi denuncia contra el genocidio y la timo vacunación masiva». En esta ocasión, el prepotente pajarito considera que estoy difundiendo «información sanitaria falsa». Se instituyen en Ministerio de la Verdad y desde ahí te fulminan, cuando es notorio que no digo más que la verdad, como se demostrará en los tribunales.
A mi vuelta, se me hace la consideración coercitiva de que a la tercera va la vencida. Como dice el gran Coto Matamoros, «la distancia entre el miedo a la verdad y la censura es más estrecha que la mentalidad de Carmen Calvo». La incriminación se vuelve contra el pajarito. Entonces, me he dado de alta en gab.com, donde el respeto a la libertad de expresión es absoluta, donde su CEO Andrew Torba es un hombre decente, cristiano, firma siempre «Jesús es el rey», y comprometido. En gab.com he encontrado me casa, donde me siento a gusto, donde puedo hablar sobre genocidio sin medias tintas y señalar a los culpables y las penas que se merecen. Mi libertad de expresión es absoluta. Técnicamente, en muy superior a twitter. Hay tengo el usuario EnriquedeDiegoV y pongo todo mi discurso. Espero que los 15.820 que componen mi comunidad en Twitter se pasen a gab.com y se vengan conmigo, compaginando su presencia en Twitter. Mantenerse exclusivamente en Twitter es, en buena medida, tener la batalla perdida de antemano. En gab.com tengo 63 seguidores, sólo me tienen que secundar 15.757.
Ya he dicho que gab.com es mucho mejor que twitter, tiene al frente a un hombre seguro y convencido, trae mucha más información y en Estados Unidos está superando al pajarito, pero mis seguidores están acostumbrados a twitter, una costumbre que nos llevará a la perdición, pero los primeros comentarios, de puro inmovilismo, son precisamente que gab.com es para el público anglosajón. Mientras los españoles, y los castellano parlantes, los hispanoamericanos no optemos por gab.com, y se me siga, seguirá siendo así y los hispanoamericanos y los españoles seguiremos bajo la dictadura de las big tech, cada día más agresiva, virulenta e insoportable. Ya me han censurado en youtube y censuraron mi libro «Yo no me vacunaré» en Amazon. Esto no puede seguir así.
Muchos será los beneficios de emigrar a gab.com, un mundo de libertad de expresión, poner fin al genocidio, poner coto a los genocidas, jornadas de antorchas y horcas y linchamientos. Se puede compaginar. Mientras pueda, yo lo haré, pero cumpliendo las absurdas y relativistas normas del pajarito: en twitter nada de timo vacunas ni de genocidio, mucha oración a la Virgen, a San José y al Arcángel San Miguel, que a los satánicos del pajarito les sienta muy mal.
¡Venid conmigo a gab.com! ¡Sed libres! ¡Dad de alta un usuario!