Enrique de Diego.
«En la profesión nadie entiende nada. Losantos siempre ha ido de insultador oficial y era él denunciado y ahora resulta que él es el denunciador, quejándose de lo mismo. ¿Qué le ha pasado?», me comenta un profesional del periodismo. La pregunta tiene una sencilla y directa respuesta: se le ha ido la pinza para presentarme a mí acto de conciliación, paso previo a querella por injurias y calumnias, sin fundamento.
Esta alocada huida hacia adelante, dándome un protagonismo excesivo cuando siempre me ha minusvalorado, indica que le van muy mal las cosas y que sangra y supura por heridas bien abiertas. En primer lugar, por la denuncia por delito de odio presentada por grandes figuras del derecho purasangre Cristina Armas, de la Asociación Liberum, y José Luis Mazón, de la que obviamente me culpa a mí. El bocazas liberticida de Losantos llegó a decir como un radiofonista hutu que a las ratas y cucarachas había que exterminarlas, refiriéndose a los no vacunados. Lo tiene muy mal y ha querido responder espasmódicamente llevándome a los tribunales consciente de que soy amigo de ambos, porque jugamos en el mismo bando de la Verdad y el Bien.
El chiringuito de Libertad Digital se cae a pedazos
Luego porque su chiringuito se cae a pedazos, su mentira es obvia y no tiene ya recorrido, hasta la OMS de su amo Bill Gates, recomienda no timo vacunar a los niños, cuando él ha venido llamando «asesinos» a los padres que libremente han decidido proteger a sus vástagos con uñas y dientes, con patente heroísmo. Canadá es la derrota definitiva de Losantos, que se alinea con Justin Trudeau, mientras yo estoy al cien por cien con los camioneros por la Libertad.
De Libertad Federico, ya se sabe, es una cosa para debates retóricos y bizantinos en la Universidad, pero no para que la gente corriente la ejerza y para respetársela. Ha sido él, y yo le he ayudado, el que se ha desvelado como un auténtico okupa del liberalismo, como un vendido a George Soros, al que elogia cuando puede, y al globalismo.
Luego le duelen esos 79.000 oyentes que ha perdido en la última oleada del Estudio General de Medios, y que, según fuentes internas de Libertad Digital, son algunas decenas de miles más; por lo menos 100.000 más; y en el Club de Libertad Digital no quedan ni las ratas, esas que no quieren suicidarse con el veneno de muerte ni ponerse la marca de la bestia y que no van a financiar al bellaquín que les insulta y les zahiere llamándoles asesinos y bramando que hay que, literalmente, exterminarlos. ¿De qué va este alucinado?
La impotencia supina de este narciso contrahecho es reflejo del fracaso del globalismo
El daño que me ha producido en tres días ha sido tremendo: tener que andar preocupándome, y mi brillante equipo de abogados, de este mediocre, de este mindundi, de este loco de la colina; encenagarme con su medianía, un personaje sin entidad, que no me llega a la suela de los zapatos, es una experiencia inenarrable, así que me voy a pensar emprender acciones legales.
Bien mirado, es un triunfo en toda la línea la demostración de su impotencia supina, porque es reflejo, lacayo máximo, de toda la impotencia del nauseabundo globalismo. Se produce en el momento en que ya hemos ganado y tiene todo el tono de una pataleta de este narciso contrahecho y ridículo intentando hacer méritos antes sus amos, que van a tirarle al estercolero. El insufrible mediocre de Losantos está acabado, se ha desvanecido en la mañana pragmática y dulzona, genocida y criminal. Otro toro, éste era una vaquilla de cuernos recortados.