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Sergio Fernández Riquelme: «Una economía pequeña, local, tradicional y justa es plausible»

Rubén Martínez




El historiador y profesor de sociología de la Univerdad de Murcia Sergio Fernández Riquelme acaba de presentar el libro Distributismo: La economía social de Chesterton publicado por la editorial Letras Inquietas. Charlamos con él sobre este interesante trabajo en el que nos descubre la teoría económica desarrollada por el magistral pensador católico inglés G.K. Chesterton.

¿Qué es el distributismo?

Es una propuesta antiliberal y antisocialista que reclamaba un modelo de organización económica basada en la “propiedad para todos”, desde la santidad del hogar, la vigencia de la tradición y la fe auténtica, buscando la verdadera libertad del ser humano y sus familias. Frente a la oligarquía capitalista y la burocracia estatal, aspiraba a recuperar las comunidades tradicionales y soberanas de producción y consumo de base local (como corporaciones de las “células sociales intermedias”), interrelacionadas nacionalmente de manera cooperativa y solidaria.

¿Cuáles son las principales influencias de Chesterton a la hora de diseñar su teoría económica?

Son fundamentalmente dos: el gremialismo histórico (reactualizado por el guildismo inglés y el corporativismo continental) y el moderno magisterio social católico (desde la Encíclica Rerum Novarum).

¿Qué acogida recibió el distributismo chestertoniano en la Inglaterra de su época, tan beligerante contra el catolicismo?

El distributismo lo tuvo difícil en su propia tierra. En la Inglaterra anglicana, victoriana y capitalista sus ideas, como era previsible, fueron minusvaloradas como ucronía gremialista, como versión patria del socialismo o como exportación “romana”. Aunque lo tenían todo en contra, como católicos conversos en zona hostil, siguieron defendiendo esta propuesta a capa y espada, pese a las pocas Guildas que llegaron a impulsar, aunque su eco sí llegó de manera notable a la Europa continental durante la “era de entreguerras”, y a Norteamérica tras la II Guerra Mundial.

¿Ha aceptado la Iglesia algunas de las ideas distributistas de Chesterton?

Hasta el Concilio Vaticano II, el corporativismo que pretendía el distributismo, y otras opciones político-sociales “intermedias”, fue la gran apuesta de organización económica de la Iglesia para la armonía comunitaria frente a la lucha de clases (estatista) y la lucha de partidos (liberal). Y hasta esa fecha, las ideas distributistas de Chesterton y Belloc que participaban en la reflexión sobre cómo recuperan el pasado de la Tradición ante presente de la Modernidad (Chesterton en La Esfera y la Cruz, y Belloc en Europa y la fe), fueron lecturas obligadas en la Europa católica (especialmente en los “neotradicionalistas” del franquismo).

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Antes de la aparición del ecologismo como movimiento político, Chesterton y los distributistas ya se manifestaron como defensores de la naturaleza, prefiriendo una economía basada en «tres acres y una vaca» y no en grandes fábricas que degradaban la vida y los ecosistemas. ¿Han influido en alguna medida el distributismo en las actuales políticas medioambientales?

Fueron los grandes pioneros, entre otros pensadores antiliberales y antisocialistas, en la defensa de la naturaleza, de la Creación. Frente a las oligarquías liberales y capitalistas que explotan sin freno los recursos medioambientales para su propio beneficio, y frente a las elites socialistas y comunistas que destrozan el entorno para sus utopías colectivistas, los distributistas hablaban de proteger y usar responsablemente el medio natural, recuperando la responsabilidad del hogar familiar, de los bienes comunales, de la producción local, de las empresas artesanales y de vivir con menos, quizás con el ejemplo de “tres acres y una vaca”. Pero mientras el ecologismo actual parece un mero instrumento del “capitalismo inclusivo” para seguir vendiendo, usando y dominando (escondiendo sus errores y engañando al consumidor), los distributistas y otros tradicionalistas defendían de verdad lo natural, que vincula a los hombres con la Tradición entre el cielo y la tierra.

Chesterton matizó que el distributismo estaba a favor de la propiedad privada pero no del capitalismo y de lo social pero no del socialismo. ¿Podemos considerar el distributismo como una Tercera Vía?

Aunque la “tercera vía” pueda ser un termino manido, y en cierta medida de moda ante el caos posmoderno de estatistas y liberales en comandita, el distibutismo fue una alternativa intermedia que defendía de verdad la propiedad privada, ante el monopolio de los capitalistas y el expolio de los socialistas, “aprendiendo del pasado” (especialmente de un periodo medieval con grandes éxitos ante las dificultades preindustriales del momento, pese a la infundada “leyenda negra” siempre existente a nivel historiográfico e ideológico sobre el mismo) y devolviendo al ser humano y a sus familias a las raíces genuinas que explican lo que se debe tener y lo que no se puede tener para ser sostenible.

¿En qué se diferencia el distributismo del corporativismo?

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Hay autores que lo diferencian del corporativismo, pero yo soy partidario de su definición como una versión inglesa y católica del mismo, más ligada a la raigambre gremialista (con su tendencia hacia el “sueño medieval”) que a las modalidades estatistas o sindicalistas (más positivistas a veces de lo que se cree) que se dieron en el siglo XX.

¿Qué fueron las Guildas distributistas? ¿Cuáles fueron las más destacadas?

Fueron la manifestación práctica de estas ideas en zonas locales y rurales. En Inglaterra se dieron pocas ante el entorno hostil, destacando la Guilda inglesa de St. Joseph and St. Dominic en Ditchling, aunque inspiraron a comunidades y proyectos en buena parte del mundo “anglosajón” (en los Estados Unidos y Australia).

En un mundo globalizado y uniformizado, ¿hay futuro para lo local, para lo cercano, para lo pequeño, tal y como defendía Chesterton? ¿Qué queda hoy del distributismo?

El autodenominado como “capitalismo inclusivo” y sus poderes plutocráticos han vencido de manera incontestable en Occidente. Es una realidad histórica evidente, pero el distributismo, más como medio de análisis que como propuesta de organización concreta, demuestra que siempre es posible y necesaria la resistencia y la reacción, aunque sea pequeña y aunque sea despreciada. La Verdad nunca desparece, pese a la dominación y la censura de los poderosos. Los distributistas eran pocos, eran católicos y lo tenían todo en contra. Pero se atrevieron a luchar por sus ideas, y éstas han sobrevivido como denuncia imperecedera y como propuesta sobre la que reflexionar. Otra economía pequeña, local, tradicional y justa es plausible, como corrección del modelo actual bajo la soberanía desde la Nación, o como alternativa desde la autoorganización de los ciudadanos desde el regreso a la Tradición. Esta es, para mí, la enseñanza de Chesterton y su distributismo.

Sergio Fernández Riquelme: Distributismo: La economía social de Chesterton. Letras Inquietas (Julio de 2021)

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