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Ingeniería social alimentaria: Jugando a ser dioses invertidos

Redacción




Luis Bru-

Es el próximo ataque del globalismo: hacerse con el monopolio de la alimentación para imponer el veganismo, malo para salud, malo para la Tierra. Después de haber intentado matarnos, quieren acabar con nosotros mediante los alimentos, sin dejar de hacer negocio, a través de nuestro sufrimiento, y utilizando el control absoluto sobre los medios de comunicación que tienen los globalistas.

Resulta difícil no ver tras la inflación alimentaria una maniobra de las élites para imponernos un capricho irracional y claramente contrario a la salud: se levantan prohibiciones a los cultivos transgénicos y se eleva el precio de la carne, para abrir el mercado a la llamada «carne sintética», que dominan unos cuantos multimillonarios. Toda una ingeniería social alimentaria. como nunca antes se ha intentado, ni el vegetariano Hitler; cambiar los hábitos alimentarios de toda la población. Jugando a dioses invertidos; es decir, a diablos.

 

Una ex vegana, Lierre Keith, avisa en «El mito vegetariano», el crimen de lesa Humanidad que se pretende perpetrar: «El 25% de nuestra energía va a parar a nuestro cerebro y para que este órgano trabaje como debe necesita grasas y proteínas. Con una dieta basada en alimentos de origen vegetal no estás consiguiendo ninguna de las dos cosas. Lo único que tienes es un montón de azúcar».

 

«Algunos de los problemas de salud que arrastraba mejoraron, otros se solucionaron por completo, como mi depresión, o los que afectaban a mis órganos reproductivos. Tenía una piel tan seca que dolía. En cuanto incorporé la grasa animal a mi dieta pude, por fin, doblar mis hombros y mis rodillas sin que aquello fuera un calvario. Al final de mi etapa como vegana, mi columna vertebral estaba destrozada -ya tenía espondiolosis con dieciocho años, un instante de la vida en que debería haber estado con el máximo de energía-, así me que me pasaba la vida tirada en el sofá. Ahora puedo caminar durante al menos media hora. En aquella etapa no podía viajar en avión ni ir al cine ni salir cenar con mis amigos».

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De ahí que el enloquecido Bill Gates pida que los Gobiernos «fuercen» a sus poblaciones. Pues va a ser que no, nunca.

Lierre Keith: “En cuanto tomé grasa animal pude doblar mis rodillas sin que fuera un calvario”