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Ernesto Ladrón de Guevara: «El PSOE actual es el auténtico, es decir el malo, el de la República»

Rubén Martínez




Ernesto Ladrón de Guevara López de Arbina es doctor en filosofía y ciencias de la educación acaba de presentar, junto al historiador y filósofo José Antonio Bielsa Arbiol, el libro Traición en Toulouse: Así tomó el control del PSOE una nueva generación de ¿socialistas?, publicado por Letras Inquietas. Este libro se basa en el inédito Informe muy confidencial sobre los orígenes y situación actual del PSOE nacido del Congreso faccioso de Toulouse revelará al lector los intrincados movimientos intestinos del PSOE en los meses previos al fallecimiento del General Franco: redes secretas de contactos, agentes provocadores, pactos sórdidos a puerta cerrada, chantajes y sobornos de toda laya. En definitiva, una enredadera de nombres y alias, ponen al descubierto la naturaleza corrupta del partido de los «cien años de honradez». Un documento demoledor para adentrarse en la trastienda del Régimen del 78

¿Cuándo y por qué comienzas a militar en el PSOE?

Entré en UGT, en la Federación de Enseñanza, tras haber participado previamente en el movimiento unitario de maestros (MODUM) que sustituyó al SEM, el sindicato vertical del Régimen de Franco. No lo hice por razones puramente ideológicas. Yo no puedo decir en sentido riguroso que tuviera un molde ideológico determinado. Lo hice por reacción a la intromisión «entrista» de grupos mahoistas, troskistas y comunistas en aquel movimiento. Yo creía en los movimientos asamblearios en aquel momento, y antes de caer bajo el control de aquellos revolucionarios preferí pasarme a un sindicato que yo creía próximo al Régimen de la transición que se estaba formando. No era yo próximo al franquismo ni mucho menos, pero tampoco se puede decir que fuera un revoltoso revolucionario. Mi ideología era una especie de magma de muchos elementos cuya fuente principal era la pedagogía, pues por encima de todo yo era un maestro con vocación que buscaba nuevos caminos de innovación en la enseñanza. Sin más. Por aquel tiempo fui captado por un par de maestros que pertenecían al PSOE, y acepté su invitación a entrar en el PSOE. Al poco me captaron para asesorar en temas de educación en la Delegación del  Gobierno en el País Vasco, pero duré poco pues yo estaba en línea con las ideas de Damborrenea y cambié de trayectoria dentro de las actividades del PSOE. Pero eso es otra cuestión.

¿Cómo era el PSOE de aquella época?

El PSOE que yo viví era un aparato que abogaba por la acción institucional, en la profundización democrática y en el desarrollo constitucional, muy autonomista y con una idea clara y leal a la organización del Estado. Bien es cierto que desde una perspectiva socialdemocrática clásica. Si bien había diferentes familias ideológicas, una de las cuales de carácter troskista, precisamente a la que pertenecía uno de los dos personajes que me captaron, que fue expulsada de ambas organizaciones, de UGT y del PSOE. El PSOE se esforzaba mucho por aparecer como un partido moderado que no estaba contra la libertad del mercado. Así lo recuerdo yo.

¿Por qué decides abandonar esta formación?

Mi salida de la organización es motivada por varias razones. Una la corrupción que ya se estaba apoderando del PSOE en la década de los noventa. Ello me llevó a una crisis de identidad en mis ideales. Se me cayó al suelo la idea de los cien años de honradez, que yo, sinceramente, creía, pues me faltaba mucha información de lo que había ocurrido realmente en la II República y en la Guerra Civil. Yo me movía entre tópicos, frases hechas y lo que yo llamo “molde mental” que es una especie de batiburrillo de ideas y falsa información, y una supina ignorancia. En realidad, creo que el noventa por ciento de la militancia de aquella época era así, como yo. Y, probablemente, lo siga siendo actualmente pese a que circula más información historiográfica. En aquel tiempo, aunque parezca mentira pues acabábamos de salir del franquismo, los elementos de análisis estaban muy contaminados desde la izquierda. Uno de los males del franquismo fue dejar que la izquierda se hiciera con el estamento del profesorado en la universidad y en los niveles no universitarios. Todo bullía en una dirección predeterminada. Era como si se quisiera normalizar la vida social y cultural forzando un nuevo espacio cultural donde la izquierda se sintiera cómoda y no planteara problemas. Y yo creo que verdaderamente fue así. O esa es mi vivencia experiencial. Pero volviendo a la pregunta, el motivo central por el que me marché fue tras una conversación con un líder socialista al que yo sigo respetando por su talla política, aunque ya no está entre nosotros. Al preguntarle por qué la Organización estaba poniendo zancadillas al Foro Ermua en donde yo me impliqué de forma muy intensa, me respondió que el Partido pretendía desplazar al PP y que el Foro Ermua era un obstáculo por su construcción de razones para combatir al nacionalismo ligado a ETA. Ese argumentario del movimiento de resistencia coincidía con el mensaje de Jaime Mayor Oreja. Y eso generaba problemas al PSOE. Eso me sentó muy mal y rompí el carné. Por cierto, que eso no era nuevo, también lo había escuchado anteriormente, pero en esta ocasión para mí fue la gota que desbordó el vaso. Hay más razones, pero me extendería en exceso.

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¿Cómo llega a tus manos el informe confidencial sobre lo sucedido en el XXV Congreso del PSOE celebrado en Toulouse?

Me lo aporta una persona muy apreciada por mí. En uno de los encuentros me entregó un paquete con libros que me regaló, y me dijo que dentro había un sobre con unos papeles que tenía que leer, sin más explicación. Debo proteger la identidad de la persona que me lo entregó. La fecha exacta no la recuerdo, pero fue en el segundo lustro de los años noventa.

¿Qué reacción generó en ti la lectura de aquel informe?

En un primer momento cierta indiferencia. Había vivido muchos desencuentros internos entre diferentes grupos de corrientes ideológicas o de luchas partidarias y me parecía una especie de reacción disidente dentro del PSOE, una más. La verdad es que no lo presé demasiada atención. Tampoco yo tenía demasiados elementos de análisis que me permitieran llegar a profundidades en el tema, y mi cabeza estaba en demasiadas cosas, en una dispersión que me impedía centrarme demasiado en estas cosas. Después, en una segunda ocasión en la que leí el documento, tuve la sensación de que tampoco estaba mal que se hubiera tutelado la transición desde la Dictadura hacia la democracia con intromisiones extrañas a nuestro País. Normalmente juzgamos desde ideas preconcebidas, desde troqueles mentales que no te permiten valorar lo que está fuera del campo de visión ideológica. Recientemente, desde una visión antagónica a la que tenía entonces, he llegado a ver la versión profunda del documento, tras muchas lecturas acumuladas y mucha más información en la cabeza; y sobre todo desde la angustia de ver como nuestra nación está en proceso de descomposición programada. Desde el vértigo y preocupación de ver que esto se está yendo fuera de control y que todo el esfuerzo por establecer una estructura y marco constitucional donde afianzar la democracia y la convivencia está siendo dinamitado por una persona sin escrúpulos que se ha hecho con el poder. Este PSOE no tiene nada que ver con el que yo conocí. Y eso que desde mi perspectiva actual aquel no era tampoco un jardín de rosas.

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¿De qué manera el PSOE actual es heredero de aquella generación de nuevos socialistas que desplazó a Rodolfo Llopis de la secretaria general del partido? ¿Podemos aplicar en este caso la vieja locución «de aquellos polvos, estos lodos»?

Mi impresión es la contraria. Creo que este PSOE es el auténtico, es decir el malo, el de la República, el revolucionario de Largo Caballero, no el de Besteiro que era más humanista. El PSOE constitucionalista, aunque fuera oportunista, era aquel. Este es el que subvierte el constitucionalismo y lo pervierte, lo pudre. Yo, a día de hoy, no soy socialista en nada, salvo en la idea de que el Estado debe proteger los derechos individuales, lo que la Constitución llama derechos fundamentales y unos parámetros básicos de bienestar. Yo creo en la necesidad de rescatar el esfuerzo, el mérito y la capacidad, y a los vagos y maleantes obligarles a ser corresponsables con sus obligaciones como miembros de esta sociedad para aportar su factor de crecimiento, riqueza y progreso. Pero este PSOE es mucho peor que aquel, pese a todo.

¿Qué valoración haces del PSOE actual? ¿Mantiene algo de socialista y obrero? ¿Y de español?

El PSOE actual es una lacra y debe desaparecer. Esa es mi valoración. Y no creo que haya que argumentar para sostener esta afirmación porque a todo observador imparcial no se le puede escapar que este PSOE es letal para el futuro de España, de la Hispanidad y de los españoles. Es el brazo armado (políticamente me refiero) del Foro Sao Paulo, cuyo objetivo explicitado en su agenda, es extender el comunismo por todo el espacio de lo que fue la Hispanidad. Además de ser un instrumento para la destrucción de la soberanía nacional de la mano de los globalistas del Foro Davos, de Soros y demás familia. Es simplemente terrible.

Anónimo, Ernesto Ladrón de Guevara y José Antonio Bielsa Arbiol: Traición en Toulouse: Así tomó el control del PSOE una nueva generación de ¿socialistas?. Letras Inquietas (junio de 2021)

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