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El poeta y el espía

Redacción




Fernando Alonso Barahona. Crítico de cine.

Gabriele D’Annunzio, cuya vida tuvo lugar entre finales del siglo XIX y principios del siglo XX fue uno de los escritores más celebrados en Europa y probablemente en el mundo. Su nombre fue vapuleado en parte por las objeciones hacia sus ideas políticas y en parte porque sus trabajos no fueron en su época bien traducidos. Podemos decir que no hay buenas versiones en inglés de sus escritos por eso mucho de los lectores de América del Norte y de Gran Bretaña no han tenido la oportunidad de leer su poesía y sus novelas en una buena traducción al inglés.

D’Annunzio fue admirado por sus contemporáneos, escritores como James Joyce veían en él a un igual. Hasta Ernest Hemingway que lo detestaba profundamente reconocía y respetaba su calidad como escritor.

ALDO MARENGO, ( sobre D Annunzio )

  1. Giovanni Comini acaba de ser ascendido al cargo de Federal, el más joven en Italia. Es trasladado a Roma para una delicada misión: debe vigilar a Gabriele D’Annunzio y asegurarse de que no tenga ningún tipo de problema. D’Annunzio, es el poeta nacional italiano, ideólogo y fundador del fascismo, una figura que traspasa lo literario, un héroe de guerra, y un hombre imprevisible.

Una celebridad mundial, una personalidad arrolladora y barroca, aviador, militarista, futurista, D’Annunzio admira a Mussolini pero a la vez le considera un imitador de la estética que sólo él ha diseñado. 

Entre las acciones que lo convirtieron en un icono inmortal – todas se citan en la película –  destacan: el vuelo sobre Viena y la conquista real de la ciudad de Fiume, que D’Annunzio transformó en un referente del movimiento de vanguardia europeo.

El poeta y el espía (Il cattivo poeta, 2021) arranca en 1936, cuando el recién promocionado funcionario federal Giovanni Comini (Francesco Patanè) es comisionado por el secretario del partido fascista para espiar al poeta. Cuál fue la razón. Los historiadores piensan que Mussolini temía que el escritor dinamitase su política de acercamiento a Hitler con alguno de sus gestos teatrales. En parte – sin duda- lo consiguió.

La película cuenta con un sólido reparto de actores italianos: Sergio Castellitto, ( espléndido dando vida al escritor ), Clotilde Courau, Tommaso Ragno, Marcello Romolo.

Solo el hecho de utilizar a un escritor para crear una película merecería nuestra atención, pero es que además nos encontramos ante un personaje abiertamente cinematográfico, su vida fue un grandioso melodrama repleto de acción, mujeres, aventuras y peligro. Su estética y su retórica sirvieron de base al fascismo italiano, pero  Gabriele D’Annunzio (Pescara, 12 de marzo de 1863 – Gardone Riviera, 1 de marzo de 1938), príncipe de Montenevoso y duque de Gallese fue mucho más. Quiso hacer de su vida una obra literaria y a fe que lo consiguió aunque fuera a costa de sorprender y escandalizar en cada instante.  

El retrato de D’Annunzio es completo y muy cuidado tanto en imagen como diálogo. El ritmo es clásico, la evocación de la época muy trabajada y exacta.

El propio Gianluca Jodice ha definido su obra como: Una película en colo, pero con el rigor y la eternidad del blanco y negro.

El poeta y el espía huye de una visión esquemática de un personaje que por su histrionismo podría haber sido visto desde esa óptica. Se trata en todo momento de mostrar su complejidad vital a menudo ensombrecida por los gestos. Al final lo que queda hoy no son las escenas exageradas sino la palabra, la escritura. Ese es su legado y su recuerdo. 

D’Annunzio estuvo fuertemente influenciado por el pensamiento de Friedrich Nietzche, tanto en el terreno literario como político. Entre sus obras se encuentran  el guion de la película de G. Pastrone de 1914 Cabiria y las novelas El placer” (1889), “El triunfo de la muerte” (1894) y “Las vírgenes de las rocas” (1896).

Luchino Visconti, tan diferente pero a la vez tan fascinado por el poeta adaptó una de sus novelas: El inocente, en 1976. Sería la ultima obra del gran director de Muerte en Venecia, El Gatopardo y Senso. Algunos se escandalizaron cuando Visconti anunció que iba a adaptar a D Annunzio en una película, son los mismos que se erigen en guardianes de la ortodoxia y la censura del pensamiento único. 

Estas líneas resumen admirablemente su escritura: «Ni puedo ni quiero. La justicia de los hombres no me atañe. Ningún tribunal de la tierra podría juzgarme. Sin embargo, es preciso que me acuse, que me confiese, que revele mi secreto a alguien».