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Recuerdo de Narciso Ibáñez Menta

Redacción




Fernando Alonso Barahona. Crítico de cine.

Actor, guionista, realizador de cine y televisión, padre de Chicho Ibáñez Serrador, Narciso Ibáñez Menta (Langreo agosto 1912 – Madrid mayo 2004 ) nos dejó hace ya diecisiete años, sin embargo su imagen, su talento ( recuperado con ediciones completas de su múltiples episodios en la mítica Historias para no dormir, la serie de si hijo Chicho ) no deja de ser recordado.

https://www.youtube.com/watch?v=RBWksS-8dFs  (Nadie inquietó mas . Reportaje sobre Ibáñez Menta ).

Gustavo Mendoza realizó en 2008 el documental Nadie inquietó más, con testimonios de colegas y trabajadores de teatro y televisión de Ibáñez. Entre ellos, José María Langlais, Beatriz Día Quiroga, Ricardo Passano, Enrique Talión, Lilly Vicet, Juan Carlos Puppo, Manuel Galiana, Paul Naschy, Sebastián D’Arbó, José Martínez Suárez, Chicote Santa Cruz, Ezequiel Pastor, Mario Gallina, Darío Billani, Natán Solans, Liliana Fernández, Jorge Carlos García, Luis Felipe Fotheringham, Peter Pank, Graciela Restelli y Emilio Ruggiero.

Hijo de los artistas líricos Narciso Ibáñez y Consuelo Menta. Subió por primera vez a un escenario a la edad de tres años y a partir de 1921 inició su carrera profesional, que le llevaría a recorrer España y América entera a la vieja usanza de los antiguos cómicos. Fascinado por Lon Chaney, se convirtió en el hombre de las mil caras caracterizándose en diversas composiciones que brillaron con luz propia en las tablas de los escenarios: Jekyll y Hyde, Fausto, El fantasma de la ópera, La muerte de un viajante…

Su hijo, Chicho Ibáñez Serrador recordaba:

«Debió crear monstruos para matar al niño y convertirse progresivamente en un actor normal. Aprendió a caracterizarse con tanta precisión, que quizás es el último de los actores que dominan a fondo este arte. Al igual que también es uno de los pocos niños-prodigio que ha tenido después una brillante carrera profesional. Los demás han desaparecido; han tenido que abandonar. Mi padre, en cambio, ha conseguido ser el gran actor que hoy es y el único que ha podido vencer esa gran barrera que para todo niño-prodigio significan los dieciséis y diecisiete años«. 

En Argentina intervino en más de cuarenta películas o miniseries de televisión: Una luz en la ventana (1942), La bestia debe morir (1952), Tres citas con el destino (1954), El monstruo no ha muerto (1960), destacando la famosa Obras maestras del terror rodada en 1960 y que prefiguraba la más tarde famosa Historias para no dormir de Narciso Ibáñez Serrador. La serie estaba dirigida por Enrique Carreras y reúne varios episodios de Edgar Allan Poe, como El extraño caso del doctor Waldemar o El corazón delator (Menta dio vida al relojero tuerto del relato original).

El punto culminante llega en 1960 con la emisión de los nueve capítulos de El fantasma de la ópera, Ibáñez Menta encarnó al protagonista de la obra Gaston Leroux, y la audiencia de la serie llegó a rondar el cien por cien, estableciendo un récord que llegó a figurar en el libro Guinness. La colaboración entre padre e hijo (Chicho, nacido de su unión con Pepita Serrador) iba viento en popa e incluye otras series de éxito como El muñeco de cera (1960) o El muñeco maldito (1963). Mención especial merece Los bulbos (1962), dirigida por Menta sobre guion de Luis Peñafiel (seudónimo de Chicho).

Regresó a España en 1963 y colaboró enseguida con Televisión Española en el espacio Estudio 3 con El hombre y la bestia, El asfalto… Eran historias dramáticas de gran impacto que servían a Ibáñez Menta para componer tipos curiosos, a caballo entre la realidad y la fantasía, pero que nunca dejaban indiferentes. Su interpretación de un desquiciado televidente en El televisor, uno de los mejores episodios de Historias para no dormir, marcó un hito tanto en la moderna historia de la televisión como en la carrera interpretativa de su protagonista.

En los años setenta y ochenta Ibáñez Menta trabajó en películas menores: Odio mi cuerpo (1974) de León Klimowsky, Lucecita (1976) o la divertida comedia de Mariano Ozores, Yo hice a Roque III (1980), protagonizada por Andrés Pajares, Fernando Esteso y Antonio Ozores, regresando ocasionalmente al cine fantástico en curiosidades como Viaje al más allá (1980) de Sebastián Arbó o en la magnífica El retorno del hombre lobo (1980) de Jacinto Molina/Paul Naschy (Menta intervenía, a modo de colaboración especial, en el prólogo de la película, una de las mejores de la serie Waldemar Daninsky).

Todavía en 1984 se le pudo ver en Sal gorda, comedia de Fernando Trueba,  y en 1997 en la teleserie argentina Los herederos del poder.

Narciso Ibáñez Menta dignificó la televisión de calidad  –hoy tan decadente– con su trabajo y con su figura, a menudo metamorfoseada en multitud de caracteres. Pero como los grandes actores, su mutis fue  sólo pasajero, ya que regresará cada vez que un aficionado, en cualquier parte del mundo, disfrute con su trabajo.