Alfonso Grau.
Este es el mayor escándalo de Vox, el haber degenerado en un negocio, para unos pocos, en primer lugar para Santiago Abascal, que en dos años de estar con deudas y a la última pregunta, ha dotarse de una mansión en una zona exclusiva de Madrid de más de un millón de euros.
Al militante de Vox se le sacan las perras en nombre de los grandes principios, sobre todo, de España, con cualquier motivo. Cada militante ha de tener preparada la cartera, porque la salvación de España depende que se deje timar. Paga y calla, parece ser el lema del funcionamiento. El militante se supone que ha de participar en las mesas informativas, a las que dedica su tiempo, que es un valor económico, poner el merchandising y entregar el dinero negro, sustanciosa cantidad de la que nadie sabe que hace Enrique Cabanas, pero nos los podemos imaginar, nada bueno. No es extraño que Vox tenga una desbandada de militantes y que los que salen se sientan vejados, entiendan que han sido utilizados con kleenex, usados en su patriotismo, y timados cuando se presenta la ocasión.
Lo sucedido en el mitin de Vista Alegre III resulta delirante. Vox afirmó tener la «oferta especial» de un hotel, que ofrecía a todos los militantes que quisieran trasladarse a Madrid, para que sus dirigentes se dieran un baño de masas. Todos los militantes recibieron un correo electrónico en que les concretaba la «oferta especial» en el Hotel Weare Chamartín: Dui/noche: 95 euros. Doble/noche: 100 euros. Doble con supletoria/noche: 120 euros.
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En realidad, en las mismas fechas, el Hotel Weare Chamartín ofrecía a todo tipo de clientes la habitación doble al precio de 75 euros, muy por debajo de todas las «ofertan especiales», y mucho más por la habitación doble que al militante de Vox, por el mero hecho de serlo, le costaba 12o euros, 45 euros más.
Vos timaba así a sus militantes, algunos de los cuales están que echan las muelas, y son los que nos han pasado este escándalo metafísico y ontológico, para que denunciemos la degeneración de Vox en un negocio al servicio de «una mafia», como dicen ellos, amén de una «dictadura», como también recalcan.
De Vista Alegre III -del que una buena parte salió infectada de coronavirus tras el viaje a Milán de Javier Ortega-Smith- se encargó de toda la organización, y consiguientemente de la oferta del hotel, Gabriel Ariza, del «clan Ariza», que con su empresa Tizona, tiene contratado con el citado partido unos argumentarios que ex responsables de Comunicación califican de endebles y retóricos. Pero, claro está, al militante le queda «calla y paga» y la «oferta especial».
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