Fernando Alonso Barahona. Crítico de cine.
Película dramática germano-francesa de 2020 dirigida por Christian Petzold. Fue seleccionado para competir por el Oso de Oro en la sección de competencia en el 70º Festival Internacional de Cine de Berlín. En Berlín, Paula Beer ganó el Oso de Plata a la Mejor Actriz.
Adentra en la mitología germánica a través de la leyenda de la mujer acuática, cuyo misterioso destino está predestinado por el amor. Ondina es historiadora y da conferencias sobre el desarrollo urbano de Berlín, pero cuando su amante la abandona, el antiguo mito se apodera de ella. La actriz alemana Paula Beer, Oso de Plata a la Mejor Actriz en la última edición de la Berlinale, da vida a la protagonista ninfa de belleza cegadora, mientras que Franz Rogowski, quien al igual que Beer también trabajó con Petzold en En tránsito (2017), encarna a un submarinista del que se enamora Ondina y con quien descubre sentimientos que no había tenido con sus parejas precedentes. Por su parte, Christian Petzold, conocido por sus anteriores películas como la citada En tránsito, Barbara (2012, Oso de Plata a la Mejor Dirección de la Berlinale) o Phoenix (2015, Premio Fipresci en el Festival de San Sebastián), en las que indaga en temas como la identidad en permanente diálogo entre pasado y presente, es uno de los nombres más importantes del panorama cinematográfico alemán.
El guion está inspirado en la historia de la ninfa Ondina, un ser mitológico que vive en el agua y mata a los hombres que traicionan a la persona que aman. Se trata de una apuesta arriesgada para Petzold, cuyas películas anteriores giraban en torno a personajes atrapados en eventos traumáticos de la historia reciente de Europa y que se encontraban, de forma más o menos literal, en un proceso de transición. Estas historias estaban bien estructuradas y, aunque contaban con toques de misterio y cierta cualidad onírica, lo cierto es que resultaban veraces y tangibles, mientras que el ritmo pausado y emocional de Undine hace difícil que el espectador conecte con los protagonistas.
La representación moderna de la ninfa (interpretada por una espectacular, aunque algo difusa, Paula Beer), trabaja en un museo, explicando a los visitantes extranjeros los matices de la arquitectura de Berlín, describiendo su estilo y la división entre las dos partes de la ciudad. Se trata de una metáfora poco elaborada que se extiende a toda la película, que trata de presentar elementos opuestos en conflicto: lo masculino y lo femenino, lo humano y lo mítico, lo corpóreo y lo acuático.
Por otra parte, la conclusión a la que llega la cinta es bastante menos cerebral: o amas de verdad a una persona o estás condenado. Cuando conocemos a Ondina, el imbécil de su novio, Johannes (Jacob Matschenz), la abandona por otra mujer, pero ella no se lo pondrá tan fácil. La joven amenaza con matar a Johannes si este no cambia de opinión y vuelve con ella. Aunque sus palabras puedan sonar ridículas, sus ojos no mienten. Johannes acaba marchándose, pero pronto aparece un nuevo hombre en la vida de Undine: un joven cálido, amable y de buen corazón llamado Christoph (Franz Rogowski), que pasa mucho tiempo trabajando bajo el agua. Los dos comienzan una relación romántica, pero la naturaleza secreta de Ondina hace que su comportamiento se vuelva cada vez errático, por lo que acaba saboteando su propia relación. En cierto momento, ya no está claro quién es el verdadero protagonista de la película: ¿Ondina? ¿Christoph? ¿Tal vez el amante?
Los cuentos de hadas que los hermanos Grimm recopilaron eran narraciones orales, contadas una y otra vez, que cambiaban imperceptiblemente con el tiempo. Aun así, ciertas cosas permanecían. Para mí, el cine está más cerca de las leyendas orales, las que perduran en el boca a boca, que de las historias que se guardan en los archivos de una biblioteca. Las historias que se transmiten de generación en generación tienen más valor.