Enrique de Diego.
Tenemos una política de inmigración que es de coña, llena de complejos de culpa y dictados políticamente correctos a cual más falso que un Judas de plástico. La de Canarias es de aurora boreal. con unos políticos imbéciles, estúpidos y por completo incapaces, todos, también la marisabidilla Ana Oramás, que hizo una leve mención al polvorín que se está convirtiendo ya Canarias en el debate de la moción, y que va a hundir por completo a las Islas que van a dejar de ser Afortunadas para ser completamente Desafortunadas o más malditas que Molokai.
Aunque parezca de broma pesada o macabra, la política de inmigración ha funcionado bajo el timo al godo: los inmigrantes que arribaban a las costas canarias eran rápidamente derivados -éramos una mafia estatal con cargo al contribuyente- hacia la Península, donde eran soltados en la calle o desaparecían. Así todos contentos, los canarios podían seguir con el turismo, que es el monocultivo canario, y algo de plátano, con Canarias como cómodo lugar de tránsito para los pasajeros de los kayukos. Se daba por supuesto que los foráneos se disolvían en el magma de los peninsulares, con el añadido de que todos ellos proceden de la francofonía, de Senegal, Camerún y sitios así, y solían tener una tendencia irreprimible por terminar en París, donde tienen familiares o conocidos, a habitar en la banlieu parisina, en Saint-Denis, donde no entra la policía y donde el incremento de los conflictos y la inseguridad es exponencial.
Pero hete aquí que apareció el coronavirus y el timo al godo, que al final degeneraba en el peligroso timo al francés, se trastocó por completo. Se improvisó un campamento en el muelle de Arguineguin y cuando estuvo hacinado, al Gobierno se le ocurrió la delirante idea de, aprovechando que no hay turismo, alojarlos en los Hoteles vacíos, algunos notoriamente de lujo. Los de los kayukos que no se han visto en otra, tan contentos.
Según los últimos datos publicados por el Ministerio del Interior, correspondientes al 15 septiembre, hasta esa fecha habían llegado a Canarias 5.121 inmigrantes en 190 embarcaciones, seis veces más que en el mismo período de 2019 (836). En cambio, las cifras de inmigrantes llegados en patera a la España peninsular y Baleares se han reducido un 38 por ciento, de 14.961 a 9.226.
Los del muelle de Arguineguin fritos, con mucha inseguridad, y la idea de alojarlos en complejos turísticos, al final ha demostrado tener inconvenientes, porque ahora se espera la llegada de los primeros turistas, ingleses, franceses, que se pueden dar idea que lo que les espera, alemanes…que normalmente van a disfrutar del sol y playas, del benigno clima canario, en paz y relajación, y que no saben la que se les viene encima. Por de pronto, con los hoteles ocupados, con las playas invadidas, con la inseguridad consabida, vamos lo peor para el turismo. Hay quien dice que el titular de Ramba Libre de que no puede haber turistas e inmigrantes a la vez, está mal puesto, que los canarios idiotas y políticamente correctos sí quieren inmigrantes y turistas a la vez. Para ver que el sentido común es el menos común de los sentidos y los canarios lo han perdido por completo, reseño la intervención parlamentaria de Francisco Déniz, de Sí Podemos, quien ha acusado al PP de hacer un uso «racista» de la inmigración y ha afirmado que la imagen de Canarias no se ve dañada por que algunas de esas personas sean provisionalmente alojadas en hoteles vacíos por la falta de turistas, sino que en todo caso se refuerza esa imagen por poner «a disposición de los derechos humanos» instalaciones «muertas de risa». Es muy dudoso que el turista inglés, francés o alemán encuentre tranquilizadoras tales declaraciones y es seguro que se decidirá por aguas más tranquilas para pasar sus vacaciones.
Los políticos son estúpidos e incapaces, como los canarios que les votan, y a la vista que se ha venido abajo el timo del godo, que solía terminar siendo el francés, a la vista inconfundible de diez mil foráneos, mano sobre mano, tomando las instalaciones deportivas, no saben qué hacer. En este país, Península e Islas no hay nadie responsable de nada, y el presidente canario Ángel Víctor Torres, para quien «Canarias es tan Europa como París, Madrid o Bruselas», como la banlieu parisina desde luego, en Bruselas Molenbeck tiene otro paisaje inquietante, jura y perjura que él sólo tiene competencias en los Menas, que en las Islas son la friolera de 1.335 y cuestan un riñón, un millón de euros. Pero de los mayorcitos se tiene que encargar el Gobierno, que no hace nada, es decir, que ahora no los deriva hacia la Península; eufemismo, para indicar que los acarrea, como una mafia, se encarga del último trayecto, y todos con la conciencia tranquila. Hay quien culpa a Bruselas o le ruega como los estúpidos de Nueva Canarias una política «integral», que nadie sabe lo que es, pero queda bien decirlo.
Ángel Víctor Torres, que no se responsabiliza del desastre, pide amén de la derivación a la Península, como se ha hecho siempre, la apertura de las fronteras marroquíes a las devoluciones, pero Mohamed se cierra en banda, y la habilitación de espacios para albergar a los foráneos, cientos de ellos hacinados en Armeneguin. Y todos los políticos, llenos de buenos sentimientos pero sin ninguna racionalidad, claman que «Canarias no puede convertirse en una prisión», como hace Socorro Bento, de Coalición Canaria, otro chiringuito para vivir del cuento, que presentó una moción aprobada por unanimidad para que el timo del godo siga, no pare, que se les derive, que se les eche a otro sitio donde se les note menos y no molesten al turismo, que lo van a espantar.
Canarias está perdida. Podrida de estupidez hasta los tuétanos. El día 31, a las 11 horas, la Plataforma Vecinal de Armeneguin convoca una manifestación para pedir la recuperación del muelle y darle la razón a los políticos. Todavía está el ambiente muy atontolinado para encontrar la solución de la vuelta casa. Canarias se muere. Sin turismo no es nada. Sin turismo es África negra.