AYÚDANOS A COMBATIR LA CENSURA: Clicka aquí para seguirnos en X (antes Twitter)

FIRMA AHORA: El manifiesto contra el genocidio de los niños


Libertad política colectiva

Redacción




Antonio García-Trevijano.

Por su indudable interés, publicamos un extracto del prólogo de Antonio García-Trevijano al libro de Marcos Peña, «El Estado de partidos»:

La idea-fuerza que anima mi pensamiento político sobre la Constitución de una República moderna, en un país eruopeo degenerado en sus costumbres políticas y en sus valores sociales, consiste en una experiencia de la libertad colectiva, mediante la acción conjunta de la parte más noble de la sociedad civil que logre la apertura de un proceso de libertad constituyente.

(…) La libertad política colectiva podría ser una idea fundadora y fundante de derechos y libertad personales. Pero antes tendrá que superar una contrariedad. Si la libertad política colectiva fuera el único fundamento de los derechos individuales, estos no habrían podido establecerse, ni durar, después de la Guerra Mundial, sin haber sido mantenida por una fuerza constituyente de carácter heterónomo.

El ejército estadounidense de ocupación desempeñó la función de fuerza constiuyente de los derechos y libertades personales en las psudoconstituciones europeas (…) No existe una sola Nación en el continente europeo, salvo la V República Francesa, cuya Constitución haya sido fruto de un proceso autónomo de carácter constituyente. Sin embargo, en esos países no hay un sólo medio de comunicación, ni un centro de enseñanza que digan la verdad sobre el origen heterónomo y la naturaleza oligárquica de los actuales Estados de Partidos. La «filosofía del como si» anega todos los terrenos culturales y políticos. Contrariando las evidencias, se repite ad nauseam que los europeos viven en unas democracias representativas, con separación de poderes e independencia judicial.

NO TE LO PIERDAS:   Fase 2: Moción de censura al Estado de Partidos

En los países de Europa occidental, la partidocracia comenzó siendo un improvisado expediente para que los EEUU pudieran negociar los planes de reconstrucción y las ayudas del plan Marshall, con aparentes Gobiernos autóctonos. El Estado de Partidos, sin elementos de representación política y con la finalidad de integrar las masas en un nuevo Estado, tuvo al menos la justificación de la urgencia y de una necesidad práctica.

En el caso de España, la instauración de los derechos y libertades, según el modelo del Estado de Partidos  en los Estados de Europa occidental, también llamado partidocracia, fue el resultado calamitoso de una hiriente intromisión extranjera y de una cobarde dimisión de los grupos ilegales que se habían opuesto al Régimen de Franco.

Despreciando el desarrollo de nuestra sociedad civil, y el octavo lugar ocupado por nuestra economía dentro de los países industrializados, Kissinger y el gobierno socialdemócrata alemán, impusieron a los españoles la partidocrática Monarquía del Rey Juan Carlos, designado por Franco, sin dar una oportunidad a la elección, en referéndum popular (no en plebiscito), de una República presidencialista, dentro de un sistema electoral representativo.

(…)  Uno de los prototipos, el más generalizado en la historia de la humanidad, vigente hoy en los pueblos de Europa continental, se designa con las denominaciones de Estado de Partidos o Partidocracia. La verdadera naturaleza de de la relación política que lo caracteriza se llama servidumbre voluntaria. Los gobernados votan libre y voluntariamente, una y mil veces, a torpes partidos gobernantes que les mienten, les roban y les desprecian. El Estado español está basado en la servidumbre voluntaria de sus súbditos votantes.