Virginia Montes.
Para Manuel Valls, «la lucha de clases desaparece para dar paso a la guerra de razas». A la izquierda le está permitido decirlo.
Para Manuel Valls el caso Traoré, se mueve dentro de «un deseo de revivir las heridas, permanentemente, en nuestro país. Volveremos a esto … Yo era primer ministro en el momento de los acontecimientos. La muerte de Adama Traoré es una tragedia. Pero más allá de la emoción legítima provocada por la muerte de un hermano, un hijo, un joven, era necesario para nosotros, que estábamos a cargo, saber cómo mantener la razón y dejar que la justicia haga su trabajo. Sin embargo, rápidamente se hizo evidente que este caso iba a ser explotado por la hermana de Adama, Assa, y el colectivo de apoyo. Con un mensaje simple: los gendarmes eran culpables y el estado cómplice».
La cuestión es como evitar la instrumentalización, pues «no debemos dejarnos llevar por la emoción y la deriva política. Obviamente hago una distinción entre los organizadores de las manifestaciones del 2 o 13 de junio y los que van allí de buena fe, indignados por el racismo y quieren denunciarlo. ¡Es un movimiento planetario que es bastante saludable! Pero los primeros claramente quieren establecer un vínculo entre lo que está sucediendo en los Estados Unidos y Francia. Las comparaciones con el asesinato racista y despreciable de George Floyd son inaceptables porque sirven para acusar a Francia de ser racista, para demostrar el supuesto racismo estatal. Hacer creer que las «minorías» son oprimidas y reprimidas por una policía racista. Es la primera vez que intentamos imponernos esta cuadrícula de lectura con tal eco. Es peligroso para el integridad de la República y para nuestras instituciones democráticas. Hay que saber resistir y oponerse a estos movimientos».
«La policía, como la gendarmería, es profundamente republicana. Como en todas las instituciones, algunos no respetan la ley, la ética y las normas. También hemos tenido casos de radicalización islamista … Debemos descartar estas «manzanas podridas». La policía y los gendarmes están particularmente controlados. Los actos y el discurso racistas son procesados y castigados. Las inspecciones generales de los dos cuerpos hacen un trabajo notable. El código de ética de las fuerzas policiales regula los controles de identidad».
«Había iniciado muchas reformas en esta área en 2013. Siempre hay margen de mejora. Pero me niego a que toda una institución tan esencial deba ser desacreditada por la pérdida de algunas. Sé por qué pruebas ha pasado la policía durante años: terrorismo, manifestaciones violentas, «chalecos amarillos», desafío permanente a la autoridad, delincuencia cada vez más severa … No podemos discutir estos temas sin ser conscientes de lo que le debemos a la policía y a los gendarmes. Deben recibir el apoyo más total del poder ejecutivo, que es lo que hizo el presidente de la República el domingo. La ley permanece por encima de la emoción».