Enrique de Diego.
Es lamentable, es penosa la decadencia de los grandes apellidos culturales. Los hijos de los genios suelen ser necios y los nietos, necios al cuadrado. Eso pasa con José Varela Ortega que figura como editor de un digital sin audiencia y sin sustancia llamado El Imparcial, en el que el tal Varela comparte mancheta con el rimbonbantemente denominado el presidente, Luis María Anson, que toda la vida se ha dedicado a la prostitución, que todo lo que toca lo convierte en mierda, que se vende al mejor postor, y que es indigno cortesano, emulo de su «señor» en corrupción al por mayor, al por menor y al detall.
Y digo yo, José Varela Ortega, de los cojones y las mediocridades subvencionadas, ¿qué tiene que ver la nulidad monárquica de Anson con dos insignes republicanos como José Ortega y Gasset y Gregorio Marañón? ¿Qué pinta este Juan Lanas con peluquín y su «Don Juan», tan lleno de mentiras, que no hay una sola línea creíble, con el autor de «La rebelión de las masas»? Es para mear y no echar gota, Varela, Varelilla, que no te enteras de la Misa, la mitad. ¿O es que los 100.000 euros anuales para la Biblioteca actuó de conseguidor el tal Anson, el novio de la Raulito? En otro caso, no se entiende que has visto en la novia de la Raulito, sobón, como coartada de todas las periodistas y las chicas de miss España. Es un inmenso descrédito para Ortega, que sigue, ya se ve, en el erial o en la casa de putas, a tanto la línea y a cuanto la cara de la noticia. Que ahora que viene la «República Constitucional» -te recomiendo mi libro en Amazon, que con 21 páginas es más de lo que escrito en toda su vida de beodo Joaquín Vila. te va a pillar descolocadísimo, con «la monarquía de todos», a tanto el barril de petróleo, que lo lleva personalmente el mayor chorizo de España, Juan Carlos de Bourbon, de Bharein a Suiza, en maletines, y a cuanto la comisión del AVE, que se lo da su «hermano», el rey de Arabia Saudí, y se lo lleva la barragana de la Corinna. España es un jolgorio y Zarzuela, una casa de latrocinio. Juan Carlos es un vil chorizo, como tú, Luis María, y como Cata, que ésta no se priva de ningún oprobio, ni de ningún vicio.
Y Anson, el pelota baboso, el lacayo taimado, el cortesano degenerado, diciendo que los reyes son ejemplares, por el forro de los cojones. Y el fantoche coronado y la abortadora y la niña de la sonrisa tonta…¡vaya esperpento, vaya cuadro de Las Meninas!
Aunque la que parece salida de «Las Meninas», es la pobre Catalina Luca de Tena, Cata, de alta cuna, de baja cama, bajeza de España, más amorfa y amargada, en su esterilidad de florero caduco. A Joaquín Vila le hizo un desgraciado en prolongadas noches de folleteo adúltero, ascendiéndole por furor uterino, por méritos vaginales. Y así el pobre tenista se ha quedado inédito, sin escribir nada, ni decir nada interesante, siempre viviendo de las mujeres como un gigolo con la cara picada de viruelas. De su primera mujer, un encanto tartamudo, su primera casa en El Soto de la Moraleja, de Cata, los ascensos en Abc, sin talento, y ahora de una señora entrada en años, madre de cinco hijos, ya criados, la casa en Mirasierra. ¿Qué va a ser de ti, Joaquín, el día que tu amo falte o incluso, ahora mismo, con esta crisis de la pandemia, que se va llevar por delante la publicidad de El Corte Inglés, y muy probablemente El Corte Inglés mismo, o de la Caixa o de Movistar, que están ahí por puro tráfico de influencias? Porque haces un digital deleznable, aburrido, mal titulado, sin gancho, sin pulso, oficialista, sin exclusivas, que tú no sabes ni que es eso, ni las hueles, ni las conoces. Qué asco.
Y dice, en el periódico de Varelita, el baboso Anson que «Pablo Iglesias cabe en la monarquía de todos». ¡Cuánta memez! Por supuesto que cabe, ahí entran todos los corruptos morales, políticos que han hecho de la política su profesión. Mira lo que escribías en tu juventud: «En los países gobernados por un Estado católico, no se puede consentir la existencia de ningún partido que propague principios religiosos, sociales o políticos distintos a los de la doctrina católica». Para los monárquicos lo importante es el sillón da lo mismo con quien sea y a costa de qué. ¡Serás baboso, Anson! ¡Que salgas del armario, que pudiendo ser gay, vas terminar tus lamentables días de pedazo de maricón!