Enrique de Diego.
Federico, traidor, pigmeo, no has hecho más que engañar a la gente, y llevarla como corderos al matadero, mientras tú te lucrabas con su dolor. Sólo has buscado tu interés personal y te has corrompido moralmente y económicamente, emponzoñando el liberalismo con tus intereses mezquinos. No has sido capaz de ver que el mal estaba en el sistema del Estado de partidos con lo cual o eres un tonto de remate o te lo haces, mereciéndote la repulsa general de la buena gente con la misma función que la banda de música en Auschwitz antes de entrar en la cámara de gas, así han sido tus dicterios, charlatán de feria, tu incontinencia verbal, que tanto les ha mareado.
Has sido, Federico, el vocero y el boceras del PP, vendiéndote a eso que llamas el PP auténtico, el PP de Aznar, que no es otra cosa que la puta de lujo de los fondos buitre, y que tendrá que responder por sus latrocinios, como tú deberás responder por tus groseras mentiras, con las que has adormecido a quien te ha escuchado. Ahora que ha sobrevenido el desastre general, que se va a llevar a ti por delante, porque has depredado a tu propia empresa, has de llorar como mujer lo que no supiste defender como hombre. No has sabido analizar la realidad, ver el problema, diagnosticar las soluciones porque estás corrompido hasta los tuétanos.
Has entrado en el juego falaz, en la pomada, has sido el bufón de los Aznar, de Esperanza Aguirre, de Isabel Díaz Ayuso, de quien te paga, a tanto la libra de carne, a tanto la mentira. No eres más que una ponzoña de tipejo, un mequetrefe, una meretriz de las ideas. Te escribo por última vez, para maldecirte por tus pecados de omisión, por hacer perder el tiempo a esa derecha que te seguía a ciegas, ciego guía de ciegos. Eres un caso perdido, un tonto activo y aprovechado. Me das pena, una infinita pena.