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Las clases medias lideran la sublevación

Redacción




Javier de la Calle.

Las clases medias están liderando la sublevación que se extiende por toda España. En la madrileña calle Paseo de la Habana la cacerolada ha sido intensa, cada vez las manifestaciones son más multitudinarias. Suena «Libre» de Nino Bravo, que se está convirtiendo en el emblema, el santo y seña, de la rebelión, frente al derrotista «Resistiré» oficialista. Al final, como todos los días, un minuto de silencio por las víctimas del coronavirus y varios de aplausos cerrados, después de gritar «¡Sánchez dimisión!» y «Libertad».

Los héroes de la calle Núñez de Balboa un día más liderando las protestas. Toda España se mira en ellos agradecida. Banderas de España en todas las manifestaciones, como el símbolo de unión de todos los españoles; en el barrio de Fuencarral. Desde los balcones la gente se suma con sus cacerolas. Algo grande se está preparando. En la calle Ferraz la gente proclama que «las clases medias no quieren acabar como en Venezuela». Y no acabarán. Pablo Iglesias tiene que esconderse tras un fuerte despliegue de guardias civiles, como no se ha visto impidiendo los homenajes a etarras. Cobardía infinita del dirigente comunista. En Moratalaz, después de la agresión del taxista Alberto de 34 años, brutalmente agredido por defender a su novia, «puta fascista», por la ultraizquierda y la escoria de Distrito 14, que parece ser las hordas, con impunidad, del PSOE y de Podemos, de nuevo han provocado altercados en eso que llaman contramanifestación, que es lo propio de los fascistas, porque los fascistas son ellos. Gritos en los pacíficos manifestantes de «¡Viva la democracia!» y «¡Abajo el populismo!».

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En Pozuelo, donde vive Pedro Sánchez. En Alcorcón, el sur de Madrid también en lucha por la dignidad, mientras el centro de la ciudad es tomada por los menas que han agredido a una chica. Heroicos los miembros de las clases medias de Alcorcón agredidos antes de ayer por ultraizquierdistas. En Barcelona, bajo la bandera común, ha prendido la rebelión de las clases medias. En Zaragoza, cada vez más multitudinaria la protesta. Málaga se suma, más de mil voces se desgañitan: «¡Sánchez dimisión!», suena el Himno de la Legión, son los mismos que despidieron a los policías cuando marchaban a Cataluña; una joven dice: «No soy pija, estoy en paro!». Una comunidad, un pueblo. Esto no hay quien lo pare bajo la consigna espontánea «¡Libertad!».