Javier de la Calle.
Hace menos de tres meses JUSAPOL se concentraba pacíficamente, y durante escasos 15 minutos, frente a la mansión de Pablo Iglesias y la Guardia Civil envió hasta tres patrullas al lugar e incluso se identificaron a los asistentes.
Ayer, con 100 personas haciendo una cacerolada, por segundo día consecutivo, no se vio ni una sola patrulla en la media hora que duró.
Tan solo el agente que prestaba su servicio permaneció atrincherado dentro de la garita más famosa de España, mientras los refuerzos parecía que no le llegaban.
Esta situación ha llevado, a no pocos profesionales, a cuestionar qué habría ocurrido si en vez de ser gente pacífica hubieran sido personas desesperadas, por ejemplo, por estar arruinados sus negocios o no tener para comer su familia al no haber cobrado aún el ERTE ¿y si hubieran asaltado la mansión y linchado al vicepresidente? o peor, hubieran agredido al guardia civil ¿quién ha sido el iluminado que ha dado esa orden que podría haber acabado en tragedia?
La pregunta es si fue una dejación de funciones del mando responsable de la Guardia Civil de Galapagar, que podría haber acabado en tragedia, o una decisión de más arriba, Alto Mando o el propio ministro Marlaska.
Ahora, fuera lo que fuese, la excusa para destinar más guardias civiles a la seguridad del bolivariano ya está sobre la mesa y que blinden la zona es una probabilidad más que evidente.