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«Vida admirable de Sor María de los Dolores y Patrocinio»: La Santa Teresa del siglo XIX, un excelente libro que obliga a reescribir la propaganda liberal-masónica

Redacción




Enrique de Diego.

Se ha desatado la persecución religiosa liberal en España, con matanza de frailes, cuando el 9 de noviembre de 1835, entraron en el convento el juez con acompañamiento de la Milicia Urbana, llevándose presa a una monja de 24 años, llamada en religión Sor María de los Dolores y Patrocinio, ha pasado a la historia llena de calumnias como Sor Patrocinio, y la trasladaron a la cárcel de Las Recogidas, donde estuvo hasta el 24 de enero de 1836. La «monja de las llagas» iban a demostrar que era una embaucadora, que se había hecho los estigmas ella misma. Actuaba en su contra su madre, Dolores Cappopardo, que le llevó a su «prometido» Salustiano Olózaga, gobernador civil de Madrid con Mendizábal, masón, quien «el cual, mostrándole una colección de trajes, joyas y adornos que llevaba en preparación, le dijo: «que se dejase de monjíos, que la llevaría a Londres y sería muy feliz; que no le quedaba otro remedio, porque su Comunidad no la quería». Cuantos intentos diabólicos inventaron para convencerla, todo fue en vano; cuando la presentaban, ni lo miraba siquiera, rechazándolo con la fortaleza, heroísmo y dignidad propias de su virtud, de su estado y de su santidad».

Vigilada día y noche por un piquete de la Milicía Nacional, «le hicieron, varias veces, asistir a las juntas masónicas que tenían, con el pérfido fin de martirizar su corazón y su alma, mostrándole sus propósitos de maldad. Decía nuestra venerada Madre al hablar de estos, que eran tales, que si Dios no lo hubiere impedido, no hubiese quedado ni sacerdote, ni religioso, ni nada que tuviese carácter de religión. En tanto que aquellos hombres trazaban sus infernales planes, la Sierva de Dios estaba en continua oración, pidiendo a Dios, a la Santísima Virgen y a todos los santos el remedio a tanto mal. Decía su reverencia que no sabía los padrenuestros y los oficios que había rezado a San Fernando, rey de España, y al Santo Ángel del Reino».

Salustiano Olózaga, hombre clave del siglo XIX, al que suponemos pérdidamente enamorado, nos los encontraremos después, como embajador en París, cuando Sor Patrocinio y sus monjas estén en peligro de morir, y las ayudará decisivamente. «Don Salustiano Olózaga, ¡juicios de Dios! ¡Quién hubiera dicho, en la primera época de las persecuciones de la Sierva de Dios, que su gran perseguidor, el promovedor de las calumnias y alborotos contra la ‘Monja de las llagas’, había de ser su bienhechor durante su destierro en Francia! Así sabe Dios convertir los males en bienes y hacer de Saulos enemigos y perseguidores de su santo nombre, verdaderos Pablos, vasos de elección y portadores de su Evangelio por todo el mundo»,

Así escribe Sor María Isabel de Jesús en «Vida admirable», un libro escrito desde la veneración, con soltura. Una delicia de libro para saborearlo y deleitarse quedando edificado. Un libro mimado, desde la profunda devoción, y el conocimiento de una vida de estudio del Catedrático de Historia Contemporánea, Javier Paredes, con el que el citado profesor, una de los mejores especialistas en nuestro convulso siglo XIX, ilustra y pone en contexto con sus ilustradas notas. El libro se hace ameno y edificante. Extenso, 662 páginas, que es mejor sorberlo como un elixir a pequeños sorbos, para saborearlo más. Escrito en un perfecto castellano, con un estilo florido, no defrauda en ningún momento y es muy recomendable para los que quieran conocer, de verdad, a Sor Patrocinio y quieran hacer una inmersión en su vida.

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En realidad, tres libros en uno: uno, magnífico de historia, que da una visión distinta del siglo XIX, y obliga a reescribir y a repensar lo que nos ha enseñado y vendido la propaganda liberal-masónica; un magnífico libro de aventuras, pues es verdaderamente asombroso, pero real, que unas monjas de clausura, Concepcionistas Franciscas, tengan que ir desterradas de aquí para allá, hasta Francia, y vivan en primera persona y en primera línea, sean protagonistas de todos los avatares hasta llegar a la mal llamada la Gloriosa y la Comuna de París, donde están a punto de morir por el asesino del cardenal de París; maravilloso libro de aventuras; y, en tercer lugar, una espléndida biografía de Sor Patrocinio, una vida ejemplar, «Madre de muchas monjas», como le promete la Virgen del Olvido, Triunfo y Misericordias, una santa, y de fondo la vida de una Comunidad de clausura y muchas vidas de monjas venerables, sin ocultar los sinsabores de alguna, escrito con ritmo, con un castellano exquisito, con perfecta utilización de los adjetivos y signos de puntuación. Es el mejor libro que he leído nunca. Un libro, por lo demás edificante, de gratísima lectura, también espiritual. Como los libros magníficos hay que leerlo a sorbos, de manera constante, con deleite. Una joya de la literatura española del siglo XIX escrito, con maestría sorprendente, por Sor María Isabel de Jesús.

Sor Patrocinio era hermosísima de alma y de bellas facciones, que se le hermoseaban aún más cuando, con frecuencia, entraba en éxtasis. El libro se ilustra con un cuadro donde se la refleja de 46 años y da muestras de su belleza y de serenidad de espíritu.

Pero no dejemos la historia a la mitad. La obsesión de las logias era mostrar a Sor Patrocinio como una impostora y a tal fin una Comisión de tres médicos la estuvo revisando las llagas hasta certificar por don veces que estaban cerradas, manchándose de sangre cada vez que lo certificaba. A la tercera va la vencida, certificada de nuevo la ‘curación’ de las llagas, viéndolas sangrar el fiscal dijo: «Esto no es lo que a mí se me ha dicho; y ya no puedo hacer nada, en vista de lo que estoy viendo».

«Apoyados los perseguidores de mi Madre amada en la falsísima ampliación que ellos mismos había inventado, en la cual atribuían a la Monja milagrera, como ellos la llamaban, el haberse prestado a la impostura y artificio de la impresión de las llagas, dictaron la sentencia de destierro que tan preparada tenían». No sería el único, hasta pasar a Francia.

Apalizada por el demonio, hasta que la Madre del Olvido, Triunfo y Misericordias le libró de él, viviendo numerosos éxtasis, con los estigmas de la Cruz, y la corona de espinas, y amiga de Isabel II, a la que llevó del pecado a la gracia, Sor Patrocinio, a su pesar, se convirtió en la cabeza de turco para la prensa liberal-masónica, hasta caer en el ridículo más espantoso. No de otra cosa pueden interpretarse las injurias y calumnias que soportó con humildad seráfica como decir que el atentado perpetrado contra Isabel II por el cura loco Merino, que, reseña la brillante y lucida Sor María Isabel de Jesús, «ni el tal cura Merino existiera en el mundo, se hallaba gravemente enferma acometida de un vómito de sangre, de los muchos que tenía, desde los indecibles malísimos tratamientos que en el primer destierro  le hicieron sufrir. A pesar de todo y no obstante lo difícil de la empresa, sus enemigos se proponían desterrar para siempre de España a mi Madre amada y disolver a su Comunidad».

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Dos atentados con pistola y un envenenamiento; en la mal llamada La Gloriosa sale a uña de caballo desterrada para Francia, donde tiene que refugiarse todas las monjas Concepcionistas Franciscas, en una auténtica epopeya colectiva. Tiempos de la salvajada, auténtico latrocinio del patrimonio nacional, de la desamortización de Juan Alvarez Mendizábal. La virtud triunfa sobre el vicio, el bien sobre el mal, pero todo nuestro siglo XIX debe, imperiosamente, ser reescrito porque los que nos ha contado la propaganda liberal-masónica no es verdad, es la más estricta mentira. Sor Patrocinio no es la «monja de las llagas» de la «corte de los milagros», que nos ha contado Ramón María Valle-Inclán, es una esposa de Cristo de honda y rica espiritualidad, es, en propiedad, «la Santa Teresa del siglo XXI», fundadora de muchos conventos, reformadora de otros, Madre de muchas monjas, ciento ochenta y dos -se dice pronto- tomaron de sus manos el hábito, caritativa y adelantado a su tiempo, en cada convento funcionaba un buen colegio para niñas pobres. «Y ciertamente es de vida interior recogidísima, mortificada sin fin, desasida de todo y de sí misma; nunca se le noticia menor propensión a cosa de la tierra».

Al final, se insertan dos cartas de Sor Patrocinio que son una delicia y muestran su experiencia mística; amante del Santísimo Sacramento, de la Virgen del Olvido, Triunfo y Misericordias, de las benditas ánimas del purgatorio… La persiguió siempre con saña satánica la vil calumnia. «¿Por qué se ocuparán de mí estas gentes, si yo no me meto con ellos?», comentaba Sor Patrocinio. Al final del libro, se inserta la carta de Isabel II, ya exiliada, en la Causa de Beatificación de Sor María de los Dolores y Patrocinio. Asevera la reina que «jamás quiso mezclarse en política; y yo declaro que los que hayan querido decir o hayan dicho que había intervenido en asuntos políticos son unos viles calumniadores; ella nunca se ocupó más que del bien y la paz de todos, incluso de la Familia Real y de la completa unión con todo, de mi marido y la mía. Ella trató, por todos los medios posibles, que no tuvieran eco en nuestros corazones la intrigas que se ponían en juego para desunirnos». Fueron «los políticos revolucionarios intrigantes» los que manipularon a la reina para firmar su destierro cuando el atentado del cura loco, por lo que pide perdón.

«Las logias masónicas» la mostraron constante inquina, como testigo de Cristo, testimonio de la fe, «contra ella se ha dicho todo lo malo que decirse puede, pero todo fue urdido por los emisarios del maldito Satanás».

Sor Patrocinio, que vivía más en el Cielo que en la tierra, brilla en este libro con su «Vida admirable». Que ustedes lo disfruten como yo lo he gozado. Laus Deo.

Sor María Isabel de Jesús, Vida admirable Sor María de los Dolores y Patrocinio, Editoral San Román, Edición y notas: Javier Paredes, 662 páginas.

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