Enrique de Diego.
En mi juventud, la Editorial Bruguera publicaba unas sensacionales vidas de santos con páginas de dibujos, que resultaban edificantes y muy formativas. El profesor Javier Paredes, Catedrático de Historia Contemporánea de la Universidad de Alcalá, y una referencia en el género de las biografías históricas, nos regala en estos dos libros de la Editorial San Román seis historias ejemplares -ocho vidas, pues en una se agrupan las de Francisco, Jacinta y Sor Lucía, los tres pastorcitos de Fátima- llenas de emoción. Ocho niños y adolescentes, beatificados o en proceso de canonización, que pusieron a Dios sobre todas las cosas, antes que sí mismos, y alcanzaron la santidad, quemando etapas, en la flor de la vida. Dos obras aptas para todos los públicos, pero que harán mucho bien como obligada lectura en los colegios católicos, como antídoto eficaz frente al agresivo laicismo que nos rodea.
Huyendo de toda ñoñería, Javier Paredes nos presenta a Santo Domingo Savio, alma gemela de San Juan Bosco, el adolescente que estaba bien dispuesto, que tenía buena tela «para hacer un buen traje para el Señor» y que quería «si el Señor me quiere hacer un favor tan grande, quiero con toda mi alma ser sacerdote»; Laura Vicuña, una chilena educada por los Salesianos, los tres Pastorcitos de Fátima, María Carmen González-Valerio y Saénz de Heredia, la niña que, tras perder fusilado a su padre, entregó su vida por la conversión de Manuel Azaña, que logró de una manera completa pues murió en gracia de Dios, María del Pilar Cimadevilla y López Doriga, una chica que aprendió a dominar su carácter, y Alexia González-Barros González, una niña de nuestros días que sobrellevó el sufrimiento con entereza.
Supieron abrazarse a la Cruz y alcanzaron la madurez a través del sufrimiento, y fueron premiados con el Cielo, que es de lo que se trata, el auténtico éxito en la vida. El profesor Javier Paredes consigue crear un climax en cada historia, y lleva al lector, poco a poco, amablemente, hacia lo esencial: el encuentro de estos niños con Dios en su Pasión. No hay cristianismo sin Cruz, todos de alguna manera nos topamos en la vida con el sufrimiento, pero ellos no desesperaron sino que sintieron una alegría que no es de este mundo. No pasa nada con que se salten las lágrimas al leer los momentos más duros. El sufrimiento forma parte ineludible de nuestra vida, de la de todos, sólo los santos saben amarlo porque aman la voluntad de Dios. Les sirve para purificarse, unirse a la Redención, para pedir y conseguir algo bueno para sus seres queridos: Laura Vicuña, que su madre deje de vivir en pecado con el maltratador que la trata como una cosa, que pretende abusar de Laura, pero le rechaza con fortaleza; Mari Carmen, cambia también su vida por la de Manuel Azaña, en quien personaliza los que han fusilado a su padre; Pilina por las misiones; todos ellos, especialmente los niños de Fátima, por los pecadores y la salvación del mundo.
Paredes sabe introducirnos en el alma de estos niños y adolescentes y destacar sus luchas por conseguir la perfección, sin que se deje en el tintero escenas duras como la visión del infierno de Francisco, Jacinta y Lucía, o las tres ocasiones que el demonio, rabioso, visita la habitación de la Clínica Universitaria de Navarra. El relato resulta ameno y ejemplificador. En suma, un libro que hará mucho bien a un público adulto, pero también a los de corta edad, que verán personas como ellos que lucharon y conquistaron la santidad. Porque esa es una tarea que nos incumbe a todos, porque la llamada universal es a la santidad, y ante tanta porquería y tanto videojuego, es imprescindible y urgente leer a nuestros hijos, y que lean, vidas de santos. Dos libros que son buena lectura espiritual y harán mucho bien en los colegios, donde, ya he dicho, deberían ser de lectura obligada.
Santos de pantalón corto, Javier Paredes, Editorial San Román, 187 páginas.
Al Cielo con calcetines cortos, Mari Carmen, Pilina y Alexia, Javier Paredes, Editorial San Román, 189 páginas.
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