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Elisa Beni, la histérica deslenguada que va de «magistrada»

Redacción




Luis Bru.

Elisa Beni tiene una afición, la lencería fina, y dos costumbres atávicas: adoptar la opinión que más repugna al sentido común y adornarla con el tono de una «magistrada», fruto del fallida matrimonio con el juez de la Audiencia Nacional, Javier Gómez Bermúdez.

La primera de las costumbres le sirve para lucir palmito y muslo de tertuliana, que es para lo que ha quedado, oficio que es muy lucrativo y que lo mismo surve para un roto que para un descosido. La segunda la ejerce a la par y con ella dicta sentencias políticamente correctas, como una sanguinaria. El 20 de junio de 2019, dictó sentencia sobre Borja Salvador, el joven que se lanzó a por un varón que le estaba robando el bolso a una mujer a la que seguía golpeando en el suelo. Borja, sin saber si estaba armado, se enfrentó al agresor y le propinó un golpe del que, sea por el golpe sea por su condición de drogadicto, le dejó inconsciente y falleció a las dos días.

Para muchos es un héroe. Pues para Elisa Beni «es un homicida». Y antes se tira a la piscina. «Yo, desde luego, no saldría corriendo a darle puñetezos a un tío por un bolso». Un bolso y lo que iba detrás, la señora recibiendo. «Y él se toma la justicia por su mano y una vez recupera el bolso le pega dos mecos por haber agredido a la mujer».

Dictó sentencia la Beni sin conexión con los hechos. Esa tendencia le viene de cuando a 2001 cuando se casó en 2001 con Javier Gómez Bermúdez, y tras no conseguir ser directora de la revista Época, hecho que la trastornó, se le creó, en 2004, el puesto de directora de comunicación del Tribunal Superior de Justicia de Madrid, puesto del que fue destituída en 2008 «por pérdida de confianza» cuando escribió el libro La soledad del juzgador, Editorial Planeta, narrando las experiencias del juez Gómez Bermúdez. Pérdida de confianza que fue conyugal pues se divorciaron en 2014. Menos mal que no narró las experiencias de su primer marido, legionario. A tenor de Elisa Beni, las proezas sexuales eran homéricas. Nada que ver con el segundo marido, de quien ha copiado su condición de «magistrada», de un tipo histérico.