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Grave accidente de circulación: Losantos en la UVI, se debate entre la vida y la muerte

Redacción




Luis Bru.

El periodista Federico Jiménez Losantos ha resultado en accidente de tráfico, en la Calle Doctor Esquerdo cuando se dirigía a desarrollar su programa Es la Mañana de Federico, en la Calle Juan Esplandiú, 23, y un coche se ha saltado un semáforo en rojo y ha colisionado, produciéndose un golpe brutal. Inmediatamente, ha sido trasladado al hospital más cercano, donde ingresó en coma y permanece en la UVI, debatiéndose entre la vida y la muerte. El accidente tuvo lugar a la altura del Local Liberal Encuentros VIP Club, de donde, al parecer, salía el otro conductor que ha resultado con graves lesiones.

Esta es un fake news o mejor aún, una reducción al absurdo de Libertad Digital SA en su ampliación de capital. ¿Qué sucedería con la empresa ante un escenario así? ¿Quién sería el sucesor o sucesora? ¿Rosa Laviada? No tiene talla, ni fuste. ¿Acaso la sucesora o heredera será Sara Sanz, como se ha dado en comentar en los pasillos de Juan Espladiú? Tres cuartos de lo mismo. ¿Acaso Dieter Brandau o Luis Herrero? El primero es un pelota redomado, una parodia de Losantos. Y el segundo está más quemado que la moto de hippie; está de vuelta, además que es un centrista vocacional, que no se compromete.

Con la salida de César Vidal, uno de los fundadores, aunque no le guste al estalinista Javier Somalo, la empresa perdió su principal activo, el más culto, más realmente culto, no como Losantos que es un ignorante apasionado de la novela negra y de los asesinos en serie.

Con las penurias económicas, en la situación crítica y angustiosa en la que está instalada Libertad Digital, las tertulias han perdido interés, ya sólo asisten gente de la casa que le da razón –si, bwana- a Losantos, cuando para respirar o tragar saliva les cede la palabra. Es una forma de ahorrar dinero, pero produce un efecto letal.

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Losantos ha hecho la empresa a su imagen y semejanza, mediocre, la ha personalizado en exceso, no ha dado juego a las personas, no ha cuidado el talento, los “amigos” han terminado tarifando con él, los celos con César Vidal dan para un libro, “La gran traición” (Amazon), de Enrique de Diego. Libertad Digital SA no es una empresa, es el chiringuito de Losantos, pequeño como él. Es, en realidad, un showman insustituible, porque así lo ha querido él, en su mediocridad.

La inversión, y más una del 50%, por un montante de 4.211.571 euros, es jugar a la ruleta rusa o tirar el dinero, a medio plazo, si no se descubren sapos y culebras en la contabilidad, ya saben, queridos lectores, préstamos a las otras empresas, que no existen; un esquema por el que Federico presta a Losantos y, claro, nunca los devuelve, e impuestos diferidos que la Agencia Tributaria se pasa por el arco del triunfo.

Hay que tener cuidado, porque cualquiera puede tener un accidente y caerse por las escaleras, como Emilia Landaluce, accionista, en coma y de la que no sabemos nada. Pero más allá, está la ley de vida. No existe el mito de la eterna juventud y Federico Jiménez Losantos nació, como es bien sabido, en Orihuela del Tremedal, el 15 de septiembre de 1951, es decir, que tiene 68 años para 69. Se le nota mucho ya el tono de abuelo porreta, contando batallitas, e identificando a “Pablenin”, que es un personaje de la picaresca española salido del bodrio de la Facultad de Políticas, padre de tres hijos, de realquilado en Vallecas a marqués de Galapagar, cuya heroicidad es haber colocado a su jefa de gabinete y cajera de supermercado, Irene Montero, de Ministra de Igualdad, con Lenin, que era un tipejo que se tomaba la revolución muy en serio y la checa. O que, de repente, decide que Inés Arrimadas está “resucitada”, por el forro.

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Es decir, que no tenemos a Federico Jiménez Losantos para rato, que ya no es un chaval, que en cuatro años, una legislatura, Falconeti lo mismo sigue y el locutor de Orihuela del Tremedal se planta en 73 años, que se dice pronto, y está para la jubilación y casi para el obituario, que va a ser lamentable escucharle chocheando por las ondas, que ni Ayanta Barilli le va a aguantar.

Así que la entradilla de esta noticia, es una llamada a la cordura: que no se tire el dinero invirtiendo en la quinta –a la quinta no va la vencida, no de cosa- ampliación de capital de Libertad Digital SA. Vade retro.