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Ernesto Ladrón de Guevara: «La Hispanidad fue generadora de civilización y reconocimiento de la dignidad humana»

Rubén Martínez




Ernesto Ladrón de Guevara acaba de publicar su último ensayo Nueva defensa de la Hispanidad con la editorial Letras Inquietas. Con evidentes reminiscencias al histórico libro escrito por su paisano Ramiro de Maeztu, Ernesto Ladrón de Guevara recupera la idea tradicional de la Hispanidad y la adapta al siglo XXI.

Intelectual de larga trayectoria y antiguo juntero en Álava por el PSOE primero y Unidad Alavesa después así como fundador del Foro de Ermua y de la asociación Hablamos Español, Ernesto Ladrón de Guevara es uno de los rostros más conocidos entre la resistencia cívica contra los proyectos totalitarios de los nacionalistas.

¿Por qué un libro sobre la Hispanidad?

La respuesta es compleja, pero voy a intentar resumirla en unas pocas líneas. Desde el siglo XVII el Imperio español de los Austrias fue atacado inmisericordemente por el mundo anglosajón y el protestantismo. Aquello fue la continuación de las guerras entre el mundo católico de Felipe II y los protestantes. En ese paradigma se desarrollaron, a principios del XIX, los procesos de independencia de los virreinatos españoles, que eran “las Españas”. Recordemos la Constitución de Cádiz que decía “La Nación española es la reunión de todos los españoles de los dos hemisferios”.

La Masonería y los procesos de expansión de las colonias inglesas en el norte de América se confabularon en el efecto destructor de la Hispanidad, aprovechando la invasión francesa de España, propiciada por los afrancesados españoles, y sustituyéndose un Imperio por otro. Un imperio generador fue reemplazado por otro que era depredador y pirata, al estilo clásico de la Inglaterra de los Tudor.

Los principales damnificados de este proceso fueron los indígenas y las clases menos pudientes. Los que sacan tajada de este proceso son los burgueses especuladores y los criollos. Miren hacia Cataluña a ver quién se ha lucrado del catalanismo secesionista y quienes se están quedando sin trabajo.

¿Seguimos todavía en guerra?

Sí, esa guerra a muerte no ha terminado. Ahora nos encontramos con la tercera fase de demolición. Por ello las tendencias secesionistas a lo largo del litoral mediterráneo y el cantábrico, en especial el caso vasco. Vamos directamente a la autodestrucción, alimentada por quienes quieren dar el último zarpazo a lo que pudo ser y no fue un orden mundial civilizador, bajo el signo católico y la lengua española con carácter universal.

Está ocurriendo, simultáneamente, también, en países como Chile, que está prácticamente en guerra, con la contaminación vírica del Foro San Pablo en Latinoamérica, que es la extensión del síndrome Venezuela a todo el cono sur en el corazón del mundo cultural hispano, y no es casual. Engarza con lo que nos sucede en España. Estamos en pleno “1984” de Orwell.

¿Cómo defines el concepto de Hispanidad?

La Hispanidad fue una idea imperial generadora de civilización, de protección y reconocimiento de la dignidad humana que se recoge en las Leyes de Indias y el testamento de Isabel la Católica, así como en las disposiciones de su consorte Fernando. La Imperofobia e Hispanofobia fueron diseños propagandísticos para la destrucción de ese Imperio que fue una idea imperial mundial que no se consumó porque tuvimos que combatir con otro imperio depredador que era el turco, además de Francia e Inglaterra, y los príncipes alemanes que no querían la unificación en un concepto imperial. Y como los burgueses catalanes y vascos querían crear feudos de control social para seguir teniendo sus prebendas feudales. Masonería y luteranismo fueron los enemigos mortales de la Hispanidad por lo que representa de idea ecuménica, universal, y lo siguen siendo. Hoy el enemigo está fuera, pero también dentro. Hay mucho traidor antipatriota.

Hispanidad es similar a protección de las personas de aquellos lugares descubiertos y conquistados para una idea civilizatoria que tenía como horizonte el crear las bases para poner en píe de igualdad las gentes gobernadas por los virreinatos y las que vivían en la metrópoli. Es pura civilización.

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Por eso digo yo que lo ideal sería que volviéramos a converger todo el mundo hispano para defendernos de ese Nuevo Orden Mundial iluminista y depredador que va a generar mucho esclavismo y sufrimiento. Ya lo tenemos ya encima, aunque la gente no se dé cuenta, porque no tiene una visión en perspectiva.

¿Cuáles son las referencias intelectuales que te han llevado a defender un pensamiento hispanista?

Hay referencias imprescindibles: Julián Juderías y su obra contra la Imperofobia, así como el krausista Rafael Altamira. Ambos son los predecesores de Elvira Roca Barea, que lo que ha hecho es una sistematización de esa herencia ocultada y apagada por quienes han querido liquidar la idea de la Hispanidad. Es inevitable el libro “Los hechos de los apóstoles en Hispanoamérica” de José María Iraburu. Y cómo no, la obra en dos mil páginas de Sánchez Albornoz “España, un enigma histórico”, del que fue presidente de la II República en el exilio, y un hispanista humanista. Y no me puedo olvidar de mi principal inspirador, mi paisano Ramiro de Maeztu y su obra “Defensa de la Hispanidad” en la que me baso. Se puede observar que todos ellos abarcan todo el espectro ideológico, pero que coinciden en lo fundamental.

Según diferentes encuestas, España es uno de los países que registra una mayor adhesión al proyecto de la Unión Europea. ¿Es compatible la pertenencia a la UE con potenciar la Hispanidad?

Yo abogo en mi libro por crear un espacio propio, que una toda la herencia de imperio generador católico que fue la Hispanidad. En ello coincido con el profesor argentino e intelectual de referencia Patricio Lons. Parto de la idea de que Europa es un conglomerado de intereses que forman una biocenosis de intereses contrapuestos. Europa es una idea, no un mundo regenerador. Prevalecen las filias y las fobias que nos han enfrentado durante siglos en guerras interminables. Hay que superarlas, pero no podemos decir que esa Europa sea una familia bien avenida ni que son nuestros amigos que nos quieren y ayudan. Está a la vista que no es así.

¿Ha sido beneficiosa para España su entrada a la Unión Europea o hubiéramos hecho mejor apostando por la creación de una «Commonwealth» hispanoamericana?

Esa es la idea. La pregunta es… ¿cómo estaría hoy España en el mundo si la Hispanidad como comunidad de intereses, cultura y civilización hubiera prevalecido? Hoy seríamos una potencia. Evidentemente el punto contrapuesto a lo que es hoy. No abogo por un nacionalismo en el sentido clásico, sino a recuperar el espacio que nunca debería haber perdido España en el concierto mundial. En Bruselas no pintamos nada.

¿Qué oportunidades nos ofrece en el siglo XXI la Hispanidad?

Oportunidades todas las del mundo, porque es un espacio todavía no explorado. Hay tendencias en Hispanoamérica de formar un entorno de protección económica y de colaboración para el desarrollo. España tiene en ese mundo todo lo que nos permitiría crecer y desarrollarnos y nada que perder. No hay más que ver la importancia de nuestro idioma en el mundo, y el poder que tiene el español para crear riqueza. Nada menos que el 15% del PIB es el peso del inglés en Reino Unido. ¡Y nosotros rompiendo nuestro bagaje cultural que procede de un idioma inmensamente poderoso, fomentando lenguas residuales! Es que lo que pasa en España no tiene nombre.

¿Es factible pensar que las naciones americanas se sumarían a un proyecto político, económico, cultural y social de carácter hispánico? Muchas de ellas están muy subyugadas e influenciadas a todos los niveles por Estados Unidos…

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El problema de reconfigurar la Hispanidad es la situación que tenemos el mundo hispano. Hay que acabar con la situación actual de Venezuela, combatir el comunismo castrista en Cuba, y rescatar al mundo hispanoamericano contaminado e invadido por las ingenierías sociales.

Voy a poner un ejemplo: En 1969 Nelson Rockefeller vicepresidente del gobierno de Nixon, a través de la CIA y de otras instancias apoyó la expansión de sectas de carácter pentecostal de origen norteamericano para crear división y socavar la autoridad moral de la Iglesia Católica en los países de habla hispana. De esta manera se desarrollaron los planes para introducir  políticas del Clan Rockefeller  para el control de la población mundial y para el control completo y total en la economía y política mundial, empezando por Latinoamérica. El hecho de la popularidad que implicó el Concilio Vaticano II en las naciones hispanohablantes preocupaba mucho a esos poderes porque les hacía perder hegemonía. Reflexionemos  el por qué. En mi libro planteo algunas respuestas.

¿Qué papel debe desempeñar el idioma español en la Hispanidad? ¿Y a nivel global?

La lengua es pensamiento. Conlleva una cosmovisión intrínseca de carácter humanístico y antropológico. Por ello quienes quieren destruir la Hispanidad lo primero que hacen es tratar de destruir su vínculo civilizador, su entramado cognitivo. Y tienen razón en la estrategia. Pero por ello precisamente nuestra lucha por reconfigurar la Hispanidad ha de partir de la idea de defender la lengua que soporta esa idea espiritual compartida.

Vemos que el español es la lengua que más crece en el mundo. Es imparable su expansión. Pero al mismo tiempo tenemos la paradoja y la estupidez de que en España el español está siendo atacado por tierra, mar y aire. Y las Comunidades que pretenden separarse de su núcleo matriz tienen como principal enemigo a abatir esa lengua que tanto nos une y nos permite esa forma antropológica de ser y de sentir. Ese ethos que nos da personalidad, identidad y sentido de pertenencia. Destruirlo es delictivo.

Una de las principales cuestiones que combates en Nueva defensa de la Hispanidad son las ingenierías sociales que, desde hace siglos, han intentado destruir los vínculos entre las nacionales hispanoamericanas. ¿Cuáles son esas ingenierías y quiénes están detrás de las mismas?

Hay una ingeniería neocomunista que es de amplio espectro. Afecta a múltiples espacios: el transhumanismo que da más derechos a las especies animales que al propio hombre, el satanismo, las ideologías de género que combaten la idea de la familia y la destruyen, el combate abierto a la idea de la trascendencia, las teorías ambientalistas no científicas, la conversión de la educación en un planteamiento instrumental para formar una idea de humanidad sujeta a enfoques totalitarios y haciendo del niño un objeto que es engranaje de un sistema de visión unívoca…., y, como idea esencial la destrucción de la hispanidad y de la verdad histórica.

La “memoria histórica” es todo menos memoria y  no es  histórica en su sentido de disciplina que busca la verdad. En todo ese conglomerado interviene como elemento esencial lo que yo llamo “molde cognitivo” que es modificar el ethos cultural de una sociedad para que la gente piense de una determinada manera y deje de ser persona libre para convertirla en esclava.

El mundo hispano está siendo especialmente atacado por esas ingenierías del comportamiento, para doblegarlo y someterlo. Lo vemos clarísimamente en Venezuela, pero aquí también.

La cuestión que planteo en el libro es una idea de resistencia. Nos jugamos la libertad y la dignidad de la persona como ente único e irrepetible.

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