Enrique de Diego.
Uno de los balances provisionales del coronavirus en Wihuan es de 3o4 muertos y 14.000 infectados. Pero, ¿qué credibilidad tienen las cifras de una dictadura comunista, la peor de las dictaduras, que sólo se comunica mediante la mentira? Haya surgido la enfermedad de las delirantes costumbres faltas de toda higiene de la población china tal que una sopa de murciélagos, como apunta Gao Fu, director del Centro Chino para el Control y Prevención de Enfermedades, o más bien, como ha dicho el catedrático de Economía, Roberto Centeno, que utiliza fuentes de primer nivel relacionadas con el mundo militar norteamericano, puedo asegurar que son de total fiabilidad, mediante un escape de «guerra biológica» del Instituto de Virología de Wuhan, es evidente y manifiesta que, haya sido su origen animal o criminal, ha fallado totalmente el gobierno chino que durante dos semanas ha estado ocultando la pandemia y ha permitido que del orden de trescientas mil personas hayan salido de Wuhan, y todavía hoy mantiene una cuarentena caótica sobre nueve ciudades limítrofes o no tanto, según criterios económicos y no sanitarios.
Eso ha hecho que la Organización Mundial de la Salud haya decretado demasiado tarde la alerta mundial. Dos de los alemanes repatriados de Wuhan, contra el criterio de la OMS, tienen el coronavirus. Ninguno presentaba síntomas ni a la salida de China ni a su llegada a Alemania. Es el llamado período ventana en el que el virus no se manifiesta. Ha muerto la primera persona fuera de China, concretamente en Filipinas. El coronavirus se propaga rápido por la respiración, ya que funciona mediante esporas. ¿Quién se cree las cifras de una tiranía comunista como la China? No se las creen ni los medios locales que informan de incineraciones sin registro. Ni el doctor Pedro Cavadas que habla de 1oo veces más de muertos. El gobierno chino, el partido único tiene un absoluto control de la información, es de lo único que tiene control, y miente, está acostumbrado a mentir. Al parecer, se han establecido restricciones a Internet en China y se ha cortado en Wuhan, una ciudad con 11 millones de personas, casi el doble que Madrid.
La misma tiranía que persigue a los cristianos, que mata llamando secta a quienes practican el tai chi, a los disidentes, es la que compra deuda para tener callada a las élites, la que ofrece mano de obra esclava a los empresarios occidentales sin escrúpulos, la que exporta productos de consumo sin ningún control alimentario. Todo ello con la colaboración de la maldita secta satánica de los liberales, lo peor de Occidente en su petulancia. Por esa senda, China, gobernada por el partido único comunista, se presenta ante los ojos de todo el mundo como la campeona del libre comercio, mientras no respeta ningún derecho humano. Mentira alimentada por las élites globalistas.
La gobalización está infectada de coronavirus, mientras se esfuerzan los medios de comunicación mendaces en poner paños calientes afirmando que se encontrará una vacuna en un mes, mes y medio todo lo más, que ya veremos dijo un ciego y nunca vio. Aquí todo el mundo entra como Pedro por su casa, sin pasar cuarentena ni nada. Algún día habrá que exigir responsabilidades a nuestros buenistas e inútiles gobernantes. Todo el mundo ha cerrado sus fronteras, menos Europa, acostumbrada a mirar para otra parte respecto a la dictadura china, a las protestas de Hong Kong, a esa maldita globalización que todo lo justifica. Tras la gripe mal llamada española, es la primera pandemia globalista, internacional.
Nos dicen que su mortalidad es baja, una veces que el 1,5 otras veces que el 3, pero ¿quién se cree las mentiras comunistas? Una de las más trabajadoras comunidades comerciales puede empezar a pagar los errores del gobierno comunista chino. El comunismo siempre ha provocado desastres inefables, muertes sin cuento, ha diezmado a sus poblaciones porque no puede mantenerlas. Hay que acabar con el comunismo chino del coronavirus.