Editorial.
Hoy es un gran día: el Reino Unido recupera la soberanía plena sobre sus fronteras y con ella toda su dignidad. Se acabaron los complejos de culpa que atenazan a Europa y que deberían circunscribirse a Alemania, el lugar donde el nacionalsocialismo prendió y extendió sus horrores. El mundialismo satánico tiene hoy una gran derrota. Boris Johnson habla de recupera «todo el potencial» del pueblo inglés. Este no se equivocó cuando votó a favor del Brexit, no hacía falta un segundo referéndum, como reclamaban George Soros y sus seguidores tenebrosos. Ahí está la mayoría absoluta, arrolladora de Boris Johnson. La inmigración descontrolada, cuestión que está de fondo y en la superficie, acaba con el sueño europeo. Britania cabalga, de nuevo, sobre los mares.