Miguel Sempere.
Tal y como adelantó Rambla Libre, se van a configurar candidaturas unitarias de PP y Ciudadanos en Cataluña y Vascongadas. Es una estrategia del PP, que sueña con la unión del centroderecha de la época de José María Aznar, a la que Ciudadanos se pliega para buscar una difícil salvación del naufragio. Inés Arrimadas nace muerta y se avizora un fracaso en la estrategia de Cataluña Suma y Vascos Suman. Curiosamente, nada se habla de Galicia, donde Ciudadanos es un erial que restan más que suman. La estrategia trata de frenar el ascenso de Vox, que está logrando mostrar las contradicciones internas de Ciudadanos en modelo de sociedad. En Murcia, el pin parental sigue dividiendo a las tres derechas, poniendo en evidencia la falta de principios de Ciudadanos.
En Cataluña, donde Inés Arrimadas salió huyendo rumbo a Madrid, y con ella la plana mayor de Ciudadanos -Fran Hervías, José Manuel Villegas, Juan Carlos Girauta-, un desconocido Carlos Carrizosa, que no ha logrado llenar el vacío, se muestra abierto a «explorar todas las vías», aunque advierte que «hasta que no entremos en periodo electoral no podemos considerarlo». Y desde el PP se muestran más tajantes: «tendríamos que ir juntos». Los populares de Vascongadas avanzan un escenario unitario de Vascos Suman.
La diseñadora de la estrategia o la más firme partidaria es la globalista Cayetana Alvarez de Toledo y desde el PP consideran que «no sería un escenario sencillo». Para los de Ciudadanos es una necesidad imperiosa para salvar los puestos, cualquier otra alternativa es un descalabro. Pero el éxito de la estrategia no es seguro. Los de Inés Arrimadas han adelantado mucho en sus posiciones de izquierdas, progresistas: eutanasia, maternidad subrogada, ideología de género, derechos y privilegios LGTBI, que no se creen ni los del colectivo, ahí están las agresiones en el día del orgullo gay, memoria histórica, donde un acomplejado Ignacio PaniAguado siempre cierra filas con la extremaizquierda. Ciudadanos da señales inequívocas de posturas tacticistas, ayunas de principios y de convicciones.
Nada se habla de Galicia, donde Ciudadanos es un erial, que tendría dificultades para conseguir presentar candidaturas, ante la concatenación de dimisiones que asola el partido. Desde el PP de Alberto Núñez Feijóo no se quiere oír ni hablar de una unión con Ciudadanos, la nada, restan más que suman.
Ciudadanos tendrá que afrontar un Congreso de donde saldrá el liderazgo de Inés Arrimadas, pero a estas alturas no levanta entusiasmos en nadie. La «resurrección» de Arrimadas profetizada por Losantos debe ser considerada un chiste malo, macabro incluso, muestra de la nulidad para el análisis del pequeño de Orihuela del Tremedal. A estas alturas, y en vísperas del Congreso, Inés Arrimadas aparece atrapada por el aparato, por José Manuel Villegas y Fran Hervías, que son quienes mandan y que dimitieron en una de las más groseras mentiras de la política española. Enfrentada con los críticos capitaneados por el líder castellano leonés Franciso Igea y el dirigente madrileño Juan Carlos Bermejo. Y sin cumplir las aspiraciones de los aspirantes a barones como el valenciano Toni Cantó.
Esta no es una unión marcada únicamente por la necesidad y la pasión por España, en su feudo catalán y en una zona que no es nada como Vascongadas, sino impulsada por la necesidad de sobrevivir partidaria. Con un PP trufado de corrupción, donde no ha habido renovación, salvo la profiláctica, que no genera entusiasmo alguno.
En Vox están tranquilos, se frotan las manos, porque saben que van a entrar en Galicia, donde pueden tener la llave de la gobernabilidad, y mejoran posiciones en Cataluña, incluso en Vascongadas, porque una posición de firmeza les puede dar réditos frente a una coalición de intereses, que da la impresión en materia ideológica de ser más una empanada mental que otra cosa.