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Planeta Calleja, con Ana Patricia, desvela los misterios sobre la muerte de Emilio Botín

Redacción




Luis Bru.

Un programa de éxito como el de Planeta Calleja no puede dejar viva a Ana Patricia Botín sin desvelar todos los misterios que rodean la muerte de su padre. ¿Es verdad o ni que Emilio Botín pensaba pedir el divorcio y casarse en fechas tan próximos como Navidades, tal y con informó Voz Populi, de Jesús Cacho, el hombre mejor informado del mundo de los negocios? ¿Es verdad o no que Emilio Botín no quería a su hija, Ana Patricia, al frente del Banco, de donde ya la echó una vez? ¿Es verdad o no que Emilio Botín murió en la bañera de su apartamento en la Ciudad Financiera y no en la casa familiar de Somosaguas, como afirmaron Voz Populi y El Confidencial? ¿Es verdad o no que se trasladó el cadáver y por qué? ¿Es verdad o no que el entierro pareció más una fiesta o un acto social y que no se derramó ni un sola lágrima? En todo caso, ¿si Juan Muñoz Bloise es un estafador porqué no se presentó querella y se dejó la especie de Ana Patricia Botín como presunta autora intelectual de la muerte de su padre? Y su buscaba dinero, ¿en qué momento o a través de quién lo pidió?

Todas estas preguntas sencillas esperan respuestas simples por parte de Ana Patricia Botín. Un comunicador avezado en estas lides como Jesús Calleja bien podría hacérselas, en vez de andar con el cambio climático y el feminismo impostado de Ana Patricia, temas que están más vistos que el tebeo.

La querella presentada por Juan Muñoz Bloise es digna de una novela de Agatha Christie. En esas novelas con frecuencia se trata de una familia que lucha por la herencia y se termina cometiendo el asesinato ante la evidencia de que se va a cambiar el testamento y es algo que no se puede permitir.

Ana Patricia Botín y su esposo, en el funeral de Ciudadano Botìn.

El misterio que rodea la muerte el 10 de septiembre de 2014 del magnate Emilio Botín llegó a los Juzgados de una manera estruendosa y tumbativa: una querella apunta a Ana Patricia Botín como la presunta inductora del «asesinato» de su padre, que habría sido llevado a cabo por Jesús Samper Gaviria, al que la querella sitúa como narcotraficante colombiano y amante de Ana Patricia, con la colaboración de responsables de la seguridad del Banco de Santander: Carlos Martínez, Carlos Rubio y Manuel García Entrena. ¿No hubiera merecido por alguno de los citados una querella, para dejar a salvo el honor y despejar dudas?

Hay mucho de mentira en la familia Botín. Un matrimonio roto, el padre que no se habla con los hijos, un divorcio y un nuevo matrimonio en ciernes que pondrá todo patas arriba. El matrimonio de Emilio Botín y Paloma O’Shea era un matrimonio acabado desde hace tiempo y el magnate había decidido divorciarse e incluso, según la querella del abogado Carlos Javier Sánchez-Vico, presentada en el Juzgado Central de Instrucción número 1 de Madrid, sus abogados habían presentado a Paloma O’Shea la lista de los bienes que la corresponderían. ¿Es verdad o no? Algo huele mal en el Banco de Santander.

Además, las relaciones de Emilio Botín su hija, Ana Patricia -una mujer con un estilo más que dudoso en el vestir y factótum del Club de Bildeberg en España, un título que nos habla de poder pero no de moral- no eran buenas, siempre según la querella. Había vetado que fuera la presidenta del Banco de Santander, porque no la consideraba una buena gestora -fundó en 2000 el fondo de capital de riesgo Suala Capital,​ del que se retiró en 2006 tras una gestión decepcionante, tampoco fue brillante su gestión de la filial del Santander en Reino Unido- y porque estaba en contra de la supuesta relación extramatrimonial que mantendría desde hace tiempo con el narcotraficante colombiano, Jesús Samper Gaviria. Ana Patricia Botín desde el 1983 está casada con Guillermo Morenés Mariátegui, y tienen tres hijos: Felipe (casado en 2016 con la catalana Julia Puig, heredera del la empresa de perfumes y moda), Javier y Pablo. ¿No es esto suficiente motivo para ir judicialmente contra el denunciante?

En lo que parece el argumento de una trepidante novela negra, la querella desarrolla un relato en el que se entremezclan en la acción dos objetivos: asesinar a Emilio Botín y coronar como presidenta del Banco de Santander a Ana Patricia Botín. Obviamente, para asesinar a Emilio Botín en la Ciudad Financiera del Banco de Santander, que es donde vivía, es preciso contar con la colaboración con la seguridad del Banco, porque la Ciudad está dotada de las mejores medidas de seguridad, y por eso la querella implica a los responsables de la seguridad del Banco de Santander: Carlos Martínez, Carlos Rubio y Manuel García Entrena.

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Por de pronto, Emilio Botín murió en su lujoso apartamento de la Ciudad Financiera del Banco de Santander en Boadilla del Monte. En eso coinciden numerosas fuentes internas del Banco. El cuerpo fue trasladado a la casa familiar de Somosaguas, desde donde fue trasladado para su entierro a Santander. Es posible que el traslado se hiciera por motivos sociales, para no destapar todo el pastel de un matrimonio vacío y dejar fuera de juego a la amante, a punto de ser elevado a la categoría de esposa.

Pero, siempre según la querella, el autor material del crimen habría sido el citado narcotraficante colombiano y «amante» de Ana Patricia, Jesús Samper Gaviria. El método utilizado habría sido la inyección de alguna sustancia mortal, aprovechando que el entonces presidente del Banco de Santander era diabético. Eso también explicaría el traslado del cadáver: no dejar huellas.

De inmediato, se perpetra un golpe de estado interno. El relato es trepidante al tiempo que espeluznante. Samper, del que se afirma que es miembro destacado de uno de los cárteles colombianos de la droga más importante, llama a su supuesta amante Ana Patricia Botín nada más ejecutar el asesinato. Ana Patricia, que se encuentra en Londres, se traslada en avión privado. Desde el avión, llamó a Rodrigo Echenique, abogado del Estado, para que preparara un Consejo de Administración a fin de ser nombrada presidenta del Banco. Consejo Extraordinario al que asistieron la propia Ana Patricia Botín, el vicepresidente primero del Banco de Santander, Fernando de Asúa Álvarez, el secretario general Ignacio Benjumea, el abogado del Estado Rodrigo Echenique y una quinta persona sin identificar que grabó con su teléfono móvil la citada reunión.  Cuando Emilo Botín hijo, llega a la Ciudad Financiera de Boadilla del Monte acompañado de David Gutiérrez (jefe de gabinete y hombre clave de Emilio Botín padre) todo está hecho. Es entonces cuando se produce el traslado del cuerpo del magnate a la casa familiar de Somosaguas, desde donde saldrá hacia su eterno descanso en Santander. Hay mucho dinero en juego.

Rambla Libre se hizo eco del misterio que alimentaron dos digitales tan serios y prestigiados como El Confidencial y Voz Populi. Ambos manifestaron el misterio de que no se sabe ni dónde murió. Por supuesto, alguien lo sabe pero no, a ciencia cierta, la opinión pública. Sabemos que se lo encontraron muerto en la bañera. Pero, ¿de dónde? Diversas fuentes internas del Banco de Santander señalaron desde el primer momento, y las consultadas por Rambla Libre se reafirman, que el óbito se produjo en el lujoso apartamento que Emilio Botín se había hecho construir en la Ciudad Financiera de Boadilla, más cerca del trabajo, y donde habitualmente vivía, pues su matrimonio –y éste es un dato importante- con Paloma O’shea hace tiempo que había naufragado y era una mera apariencia social. Aparecían juntos sólo en bodas, ella con la pamela y el chaqué. Botín y la mecenas de la música no cohabitaban desde hacía décadas, ni tenían relación alguna, fuera de apariciones públicas de cara a la prensa en escasos actos sociales familiares.

Según la crónica de El Confidencial de 12 de septiembre de 2014, Emilio Botín había muerto “en la bañera de su casa de Somosaguas” o esa era “la versión de algunos miembros de la familia en el velatorio” en Santander, en el viejo palacete familiar que alberga la Fundación Marcelino Botín. Lo único que se atrevía a asegurar El Confidencial es que “el féretro salió de la casa de Somosaguas”. La crónica en cuestión apuntaba algunas observaciones inquietantes como que “la familia es muy parca a la hora de facilitar detalles” y que la familia en el velatorio, convertido en un acto social, estaba “tranquila, incluso diría que relajada” y hacía la excepción de Ana Patricia Botín, “destrozada por el cansancio acumulado”. Nadie lloró en el funeral, no hubo sentimiento, ni duelo.

Emilio Botín murió el martes 9 de septiembre. El viernes anterior estaba en Italia para asistir a la prueba del campeonato del mundo de automovilismo. No sólo tenía pasión por la Fórmula 1 sino que ligado a ella vivía otra pasión sentimental. Cenó con periodistas españoles. Regresó “al parecer” el sábado sin ver la carrera, “porque no se encontraba bien”. El lunes trabajó con normalidad. El martes abandonó el despacho a las 5 de la tarde por estar cansado, pero no anuló la agenda para el día siguiente. “¿Anulamos la agenda de mañana? Ni hablar, mañana estaré como nuevo”, relata El Confidencial. “Con unas decimillas”, se fue a dar un baño caliente, y le encontraron muerto en la bañera, o bien en el apartamento de la Ciudad Financiera o bien en la casa familiar de Somosaguas.

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Siendo uno de los hombres más poderosos de España, facedor de presidentes de Gobierno, ni tan siquiera se ha informado del diagnóstico forense de la muerte. El Confidencial hablaba expresamente de “oscurantismo”. Se conocen detalles de hasta qué punto cuidaba su salud. Siempre se hacía acompañar por un equipo médico en los viajes con un desfribilador. Y, sin embargo, Emilio Botín murió solo sin una mano amiga que le acompañara.

María Sánchez del Corral. /Foto: prnoticias.com.

Era conocido que Emilio Botín estaba enamorado de la Directora de Márketing Corporativo y Marca del Banco de Santander, María Sánchez del Corral, que era quien había negociado el patrocinio de Fernando Alonso. No se trataba de una aventura, de las que quizás Emilio Botín, en una relación abierta, habría tenido en el pasado, sino de un fuerte enamoramiento irreprimible, de esas pasiones seniles que rejuvenecen y trastocan los anclajes. Aquí está el meollo de la cuestión, lo que añade morbo a esta historia de mentiras, porque resulta sencillo colegir el desastre que hubiera representado el cambio del testamento. Adiós a la presidencia ejecutiva del Banco de Santander para Ana Patricia Botín. Todo estaba en el alero.

Ninguna broma, ni nada superficial. Vozpópuli el 30-10-2014 publica que “Botín planeaba casarse antes de Navidad”, que había dado órdenes a sus abogados de iniciar el divorcio de Paloma O´shea; es decir, de terminar con la apariencia. Y que la decisión de ese segundo matrimonio había producido un “cisma familiar”.

Volvemos a la novelista británica. No se necesita ser Agatha Christie, en cuyos episodios la herencia es casi siempre la cuestión central, para entender lo inquietante que podía ser esa pretensión para la familia y para el Banco. No se sabe lo que un hombre enamorado de edad puede hacer para proteger a su amada, más joven que él. Quizás donación de las acciones en vida; quizás el nacimiento de un vástago que entraría en la legítima. Todas las apariencias y los equilibrios de los Botín hubieran estallado con esa boda en el invierno vital del patriarca, que no se perdía una carrera de Fórmula 1 con su amada.

La vida, desde luego, es siempre una lección de humildad y esa muerte en soledad, en la bañera, como un viejo patricio romano, y al tiempo como un pobre de solemnidad abandonado de todos, entraña una parábola evangélica de la futilidad de la vida, el poder y el fasto. Emilio Botín, tan metido en la vorágine del mundo, tan preocupado por su salud, siempre viajando acompañado de médicos y con desfribilador, moría solo, sin una mano amiga a la que aferrarse. Pero también era una muerte muy oportuna, que dejaba todo como estaba y permitía el transcurrir normal de las cosas, el traspaso de poderes a Ana Patricia Botín y la conservación intacta del patrimonio familiar. Todo el tramo de las apariencias llegaba a su meta.

¿Cuál fue la primera decisión de Ana Patricia Botín al acceder a la presidencia del Banco Santander? Esto añade nuevas sospechas. Despedir a la directora de Márketing Institucional y Marca, María Sánchez del Corral, el último amor de Don Emilio, la que alegró su corazón y pudo trastocarlo todo. Despedida a la manera de la casta, para ser recolocada de inmediato en un puesto nuevo, hecho a su medida, como Directora de Márketing Institucional y Marca de Telefónica. ¿Para que no hablara? ¿Para sellar la discreción sobre su idilio con el magnate?

Nosotros no estamos en la aparente locura de un digital que pide dinero reiteradamente para exiliarse, y que ya ha sido objeto de acusaciones obscenas. No ponemos en duda la inocencia de Ana Patricia Botín, faltaría, pero hay demasiado misterio en la muerte de Emilio Botín, y nadie está por encima de la Ley, ni, siendo un personaje público, de la trasparencia. No tiene sentido que la querella se dejara pudrir, enterrada en el polvo del archivo, y no se presentaran una catarata de demandas.

El misterio podría ser aclarado, muy pronto, por Jesús Calleja. No caerá esa breva, es demasiado lacayo. Máxima expectación.