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A Elisa Beni se le ha ido la olla

Redacción




Luis Bru,

Totalmente. Se le ha ido la olla a Elisa Beni. No hay mas que verla para darse cuenta; la mirada extraviada, la gesticulación estrambótica, pronta a la histeria, como si se considerara representante de todas las mujeres y administrara una ira jupiterina a aquel que osa contradecirla.

En la revista Época, del inolvidable Germán Yanke, no iba de feminista, todo lo contrario, hacía la pelota todo lo que podía y más a Julio Ariza, que no puede considerarse un feminista, y estaba más centrada, aunque vista con perspectiva ya daba muestras de cierto deseuilibrio nervioso: conducía demasiado rápido, hablaba demasiado alto, no pegaba ni sello y perdonaba la vida a todo el mundo,

Algo le debió pasar con el juez Javier Gómez Bermúdez que la ha dejado traumatizada, sino no se entiende. Casada en primeras nupcias, en Ceuta, con un oficial de la Legión, un atleta sexual, por el testimonio de primera mano de Elisa Beni, en Almería se liaron y rompieron sus respectivos matrimonios el mediático juez Javier Gómez Bermúdez y la susodicha. Parecía que había encontrado la felicidad, pues todo era elogiar a su calvo esposo, que si sacó la oposición muy joven, que si era brillante, no se ha escuchado hablar a un mujer maravillas tan excelsas de su hombre. Pudo ser el libro sobre el 11 M, «La soledad del juzgador», en el que hizo muy cosa muy fea como es contar secretos de alcoba. Ese libro marca un antes y un después; consta que al juez no le gustó. Se publicó en noviembre de 2007, y significó la destitución de su puesto de directora de comunicación del Tribunal Superior de Justicia de Madrid en 2008; cargo que le había conseguido su marido, ex profeso, porque la muy feminista se deja colocar por su maromo. Se divorciaron en abril de 2014.

Haya sido a causa del divorcio o no, Elisa Beni se ha reiventado como feminista radical, compitiendo por el mercado de Cristina Fallarás y de Laura Etxebarría, sin desmerecer. Pisando todos los charcos posibles. Como cuando se ha convertido en tendencia afirmando que si los hombres hubieran parido el mundo se hubiera extinguido, ella que afirma que no ha tenido hijos -se le ha pasado el arroz- por propia decisión, y que sí hubiera extinguido a la especie.

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Lo de La Sexta Noche no tiene pase. Rozando la histeria inquisitorial. Periodista Digital la sitúa «como una posesa» lanzada sobre Gabriel Sanz al «que trata de amordazar». Inocentemente se preguntaba Gabriel: «esta niña ha subido a un apartamento determinado, ¿qué educación estamos dando a nuestros hijos?». No es para tanto, pero Elisa Beni saltó como una fiera: «¡Cómo! ¿Perdona? Yo lo siento, yo respeto todo, pero estando yo aquí delante, por favor, no revictimiceis a esa niña, a esa niña que ha sido estuprada. No la revictimiceis. La libertad de expresión no llega hasta ahí». Bueno, la libertad de expresión llega hasta el infinito y más allá, pero para Beni llega hasta dónde ella considera, y las feminazis están dispuestas, ella primero, a cercenar la libertad de expresión y a dejarla convertida en un flatus vocis. Ya veremos. La gente se está rebelando contra las Elisas Beni, y está cuestionando la tiranía de lo políticamente correcto, la peor de las tiranías, porque no se reconoce como tal.

La pregunta de Gabriel Sanz es pertinente. La sentencia ofende al sentido universal de lo que es justo, proclamado por Pericles en su Oración fúnebre. No es justo, por de pronto, que una violación salga más cara que un asesinato. Pero la pregunta, insisto, es pertinente. La chica está llamando insistentemente a Lucho, se presenta en el bar al lado de su casa, sube al apartamento. Antes ha dicho que con tres «vaya estres». Una preadolescente, que tiene la mentalidad de 13 años, pero que dice que está dispuesta mentir, con plena madurez: «Como cuenten algo, te juro que temblarán», añade en un primer audio, mientras en un segundo habla de cómo en clase se le atribuye un presunto embarazo, que ella misma niega. «Como saquen algo, se lía aquí padre», comenta la joven que hoy tiene 17 años. Por último, en un tercer mensaje grabado, se le escucha: «He sido muy clarita y sincera. Como se vayan de la lengua, mecagüendiez, yo sí que me voy de la lengua e incluyo cosas inventadas», amenaza, ella también lo hará. Apostilla en otro de los audios, en los que afirma que ellos –parece referirse a los entonces jugadores de la Arandina, pues en otro sí cita expresamente el nombre del club– están «advertidos» y «saben las consecuencias». Los audios no tiene carácter probatorio para la Audiencia de Burgos, no se sabe porqué, salvo por el artículo 33.

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Los tres armarios de la Arandina son unos «degenerados», pero nada hace presagiar este final de locos. La degeneración no es delito. Un amigo mío moralista dice que saldrá bien de mal: el sexo en grupo se va terminar, con unas cuantas víctimas en la cárcel; «la tuerca». «Así actúa el demonio, te promete todo, y luego te destruye». Eso en el orden moral, pero no en el orden jurídico. La chica cambia de versiones, en el ámbito familiar dice que ha sido violada, fuera de ese ámbito lo niega. Hombre, no va decir a su madre que se lo ha montado con tres. En la manifestación en Aranda de Duero, 350 asistentes, los padres de Lucho señalaron que no serán ellos quien la juzguen, sino que «el tiempo se encargará de todo», pero que esperan que «no haga daño a ninguna otra persona por su egolatría y afán de notoriedad». En los ambientes de Aranda de Duero se reponsabiliza a la madre,

No es una historia lineal de tres varones en un callejón. La chica les conoce, puede decir que les acosa por las redes sociales, va a su encuentro, después de dos felaciones, acepta mantener un coito voluntariamente, cuando se supone que no ha de tener el cuerpo para nada. La Audiencia de Burgos se ha cubierto de gloria, reconoce que la chica da diferentes versiones, pero eso no resta veracidad ni credibilidad a su testimonio. Resta totalmente. Salvo por el artículo 33 al que se acoge cuando le conviene la Audiencia de Burgos. Los tres de la Arandina estaban condenados de antemano. Les han destrozado la vida, No es justo, Su abogada parece la única sensata. Dice que ella no defiende a violadores, pero que sólo se ha tenido en cuenta la versión de la chica, que ha cambiado hasta cuatro veces, pero da lo mismo,

Elisa Beni puede acudir a las recetas tradicionales y tomar tila, pero en toneladas.