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Plan B, o lo que es lo mismo, alternativos. En vuelo

Redacción




Loreto Román. Periodista y escritora

Se ha puesto de moda hablar del Plan B. Todos, o al menos casi todos contamos con un Plan B al salir de casa para cualquier cosa, para elegir un restaurante, ¿cómo se te ocurre dirigirte hacia la dirección del restaurante donde vas a comer sin haber decidido antes un segundo restaurante plan B por si acaso? Jamás se me ocurriría. Incuso los políticos y la prensa cuentan con un plan B por si la opción A no acaba de ser aceptada y se tienen que arrimar a otros partidos políticos para conseguir lo que se pretende, sean quienes sean, o el periodista conseguir la información para el artículo que tiene que ser publicado si no es así, sea como sea. Pues bien, los que volamos también contamos con una Opción B tan pronto como llegamos a los hangares, pero nosotros preferimos hablar de “alternativos”. Aquel campo de vuelo al que acudiríamos a tomar tierra si se diese el caso de que el destino no estuviese operativo, bien por malas condiciones meteorológicas o por otras circunstancias, sí sí, muchos lo estaréis pensando, avería o parada de motor en vuelo. Procedimiento y plan B. Como en anteriores artículos, seguidme, observaremos más de cerca los diferentes tipos de Plan B con los que contamos y las situaciones alrededor de las cuales suceden. Volemos juntos. 

Por eso, antes de comenzar el vuelo, hacemos la revisión prevuelo correspondiente, consultamos la previsión meteorológica en la zona, los notams y… reconozcámoslo, llevamos el móvil a mano y el número de teléfono al que llamar en caso de problemas. Bien, vale cualquier papelito, o incluso escrito a bolígrafo en la mano, igual que las frecuencias para comunicar con los alternativos.

Y antes de comenzar a volar, la Dirección General de Tráfico, bromeo, nosotros mismos, nos debemos asegurar de contar con el combustible suficiente para realizar el vuelo, y no vaya a pasar de tener que buscar esa Opción B por la tontería más grande del universo que es no salir con el combustible que necesitamos para realizar el vuelo y regresar a pista. Que ya lo he visto, recuerdo un compañero entrando por urgencias en un hospital en el que trabajaba por un accidente al no haber repostado suficiente. Lo recordaré toda la vida. No, evitemos tener que buscar Opción B en este caso.  

La autora evaluando plan B.

Tan pronto como despegas, recuerdo aquellas primeras horas de clase y aquellos primeros vuelos, irás ascendiendo y en este momento la Opción B tiene pocas alternativas. Nunca se dirán las veces necesarias, en el despegue si nos surgen problemas en el avión, querer regresar a la pista con baja altitud y poca velocidad no es nada buena opición. Esta Opción B descartada. Siempre y como normal aterrizar de frente, sin someter al avión a maniobras bruscas, ni realizar un giro de 180º para regresar a pista ni nada parecido. Así de claro, aterrizaje de frente. Opción B correcta.

La gente del mar, marineros, marinos, navegantes, dicen: “De navegar prevenido ninguno se ha arrepentido”. Y a los pilotos de toda condición y experiencia se nos da un consejo que dice algo así como “antes del vuelo espera lo mejor, pero conviene ir preparado para lo peor”.

Despegamos y ya con altura suficiente, vuelo recto y nivelado, disfrutando del vuelo, observando todo de otra forma muy diferente. De una forma más global. Pero, inconscientemente siempre estás buscando una opción B, el viento con el que contamos ese día, intensidad, dirección, en el caso de aterrizaje en un terreno conviene que sea siempre viento en cara porque sino nos comeremos el terreno con tal cual os digo. O lo que es lo mismo, no nos llegará el terreno porque iremos impulsados por el viento en cola que no nos ayudará a aterrizar.  

Y Opción B también la debemos de tener mientras escuchamos el motor del avión, sí sí, no hay melodía más maravillosa que el sonido del avión rítmico, acompasado, celestial. ¿Cuántas veces habremos dicho desde los hangares en el momento en el que otro avión arranca y suena como a lavadora “qué mal suena eso”?. Ya lo realizamos de manera instantánea, sin prestar atención, porque el sonido del motor del avión siempre es suave, lineal y sin fuera de tonos, claro que sí. Tanto es así os diré, o al menos a mi me ha pasado, en el momento en el que me subo al coche, desde que aprendí a volar, me fijo mucho más en esos sonidos que avisan una posible avería.

Con el panel de instrumentación.

En el momento en el que os estaba describiendo el melodioso sonido del motor, recordaba también Plan B, sobre todo cuando estamos realizando nuestras primeras horas de vuelo y no le quitamos vista de encima un segundo a la instrumentación que disponemos, anemómetro, altímetro, variómetro… Y ahí, ojos pegados al panel. Muchas veces he escuchado tal cual os lo cuento “cuando sientas el avión en el culo serás buena piloto” , sí sí, como os cuento. El culo avisa mucho antes que cualquier instrumento, de una pérdida por ejemplo, y debemos acostumbrarnos a ese tipo de avisos cuando llevas el avión corto de velocidad o en una posición que no es de planeo. Y tanto es así que en uno de mis vuelos me pusieron una benda en los ojos, aclaro, iba acompañada, y debería volar sintiendo el avión ya que pecaba de estar demasiado atenta de la instrumentación. Bien, prueba realizada. Continuemos.

Desde hace un tiempo se vuela con los GPS, que te indican todo, o casi todo. Con espectaculares pantallas de cristal líquido que incluso se pueden leer con la luz del sol brillante, que nos muestran actitud, ground track, altitud, velocidad aerodinámica, velocidad respeto a tierra, velocidad vertical, resbale/derrape, y tantas otras cosas más que casi no podemos vivir sin los GPS. Pero ¿recordáis las cartas aeronáuticas por ejemplo las Jeppesen que las desplegabas sobre la pierna en vuelo y tenías que buscar referencias como una estación de trenes y sólo dejándote ayudar por la brújula? Pues no hace tanto tiempo, no. Y es una Opción B al que sepa cómo utilizarlas. Esas cartas aeronáutics, mapas en papel, me recuerdan mucho a mi padre preparando los viajes antes de salir, calculando tiempos, estableciendo recorridos. No olvidemos, maravillosa opción B, las cartas aeronáuticas.

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Disfrutando con el vuelo,

¿Y en el momento de viento en cola, base y final para la 34 qué? En ese momento se te ocurren miles de planes B, es el final, el final del vuelo me estoy refiriendo. Aproximación a pista, que no todas las pistas están libres de árboles en su recorrido que hay que evitar o descender al final. Velocidad la adecuada en aproximación, no olvidemos aquella frase de mi instructor “mantén horizonte, no mires a la pista”, si es corta tendremos que aprovechar todo su recorrido desde el principio, vamos cortando velocidad y ya, sobre la pista, el avión entra en pérdida, intentemos que sea suavemente, y, vuelo realizado, de regreso para los hangares con nuestras diversas y variadas opciones B. 

Hemos realizado un vuelo con el plan B de compañía. Nos ha acompañado en el despegue, en el recorrido en vuelo por el río Miño y su desembocadura, hemos llegado a sentir el vuelo en el mismo culo, sí sí, y hemos llegado a pista con tiempo suficiente para irnos a comer con el resto de pilotos. Espero haber conseguido poneros en situación y siempre Plan B como opción, sin alterarnos pero sí enseñarnos en la prevención. Hasta el próximo vuelo.