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Albert Rivera dimite y deja la vida pública

Redacción




Redacción.

Albert Rivera dimite, deja el escaño y la militancia. “Anoche avancé que asumiría las responsabilidades. Yo creo que un líder tiene que dar la cara siempre, lo he hecho toda mi vida. Dimito como presidente de Ciudadanos para que este proyecto elija el futuro que quiera, porque el centro político existe”, afirmó el hasta ahora máximo dirigente del partido naranja. Rivera abandona la presidencia y el acta de diputado: “Cedo el testigo para dejar paso a otro diputado que le apasione, como a mí, cruzar la puerta del Congreso y que sirva a España desde el honor que es”. Los aplausos de los miembros de la ejecutiva resonaron en la sede naranja. Lágrimas, abrazos, apretones de manos. Muchas de las miradas se dirigieron a Inés Arrimadas, que atendía a la comparecencia visiblemente emocionada.

El hasta hoy presidente del partido quiso insistir en la preocupación que siente ante un país que habrá que gobernar tras el 10 de noviembre con el auge evidente de Vox, un PSOE más débil y el peligro creciente del independentismo. “Como alguien moderado, me preocupa. A quienes tengan que tomar decisiones les deseo suerte y acierto”.

Su marcha se produce menos de 24 horas después de un desastre electoral sin precedentes para el partido naranja. Solo obtuvo 10 escaños y el respaldo del 6,79% de los votantes. Una caída que no era previsible, ni siquiera atendiendo a las encuestas más pesimistas que manejaban en el seno del partido. Estuvo hasta el último momento reunido con su secretario general, José Manuel Villegas, y su jefe de prensa, Daniel Bardavío, preparando una comparecencia que no tuvo preguntas. A las doce en punto se dirigió a los medios de comunicación:

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Ya el domingo por la noche Rivera anunció que «asumía la responsabilidad en primera persona» y que no sería como «los líderes de otros partidos» que disfrazan los malos resultados electorales. «Hoy hemos tenido un resultado malo, sin paliativos, sin excusas» repitió el máximo dirigente de Ciudadanos, para anunciar inmediatamente después una reunión extraordinaria de su núcleo duro este lunes por la mañana y la convocatoria de un congreso en el que sean los afiliados los que «tomen las riendas» y voten «nu nuevo rumbo» para la formación en mitad del mapa político que deja el 10-N.

Los pronósticos se cumplieron. Rivera, el mismo joven que fundó Ciudadanos en 2006 acompañado de distintos intelectuales (la mayoría ya no están hoy en el proyecto), se marcha. Hace solo seis meses, en las generales de abril, el partido naranja conseguía situarse tercera fuerza política con 57 escaños, solo 9 menos que el PP. Pero en las autonómicas y municipales de mayo, no consiguieron el sorpaso esperado. La estrategia seguida para las generales (el no es no a Pedro Sánchez) y las decisiones cuestionadas desde el propio seno del partido, llevó a la formación a la peor crisis interna en el mes de junio. Rivera solo reculó y cambió esa estrategia en septiembre, ante la inminente convocatoria electoral, abriéndose a un entendimiento con el PSOE después de las elecciones de noviembre. Ciudadanos firma ahora el peor resultado que nunca pudo imaginar.

Solo consiguió representación en cuatro comunidades autónomas (Madrid, Cataluña, Comunidad Valenciana y Andalucía) mermando, eso sí, el éxito en esos feudos de forma significativa. En el resto del territorio, las Castillas, Aragón, Extremadura, Asturias e incluso Murcia, donde también gobiernan con el PP en coalición, la formación de Rivera se hundió por completo. Vox se hizo con la tercera plaza, captando un número importantísimo de electores que en abril eran naranjas.

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