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Joker, la fascinación por la violencia

Redacción




Fernando Alonso Barahona. Crítico de cine.

La pasión de Arthur Fleck, un hombre ignorado por la sociedad, es hacer reír a la gente. Sin embargo, una serie de trágicos sucesos harán que su visión del mundo se distorsione considerablemente convirtiéndolo en un brillante criminal.

Un argumento que no sería en sí demasiado original pero que en esta película despierta el interés ya que ese payaso asesino ( tema recurrente en no pocos “ thrillers” de serie B ) lleva el disfraz y el título de Joker, el malvado de la mítica serie Batman, de Marvel.

Podemos contemplar a Fleck (  Joaquim Phoenix ) y descubrir que es un hombre con problemas mentales que malvive trabajando como payaso mientras se ocupa de su madre, Penny ( Frances Conroy ). Por las noches, Arthur tiene un sueño: visitar el programa de su ídolo, el rey del late night Murray Franklin ( Robert de Niro). Es el primer homenaje de la película a Martin Scorsese. En El rey de la comedia, un enloquecido fan ( De Niro ) no solo visita el programa sino que además secuestra a su idolo (Jerry Lewis ) dando rienda suelta a su psicosis. En Joker, el hombre  sufre las vejaciones, el maltrato y la incomprensión de una sociedad cada vez más insolidaria y violenta. La pobreza, la suciedad y la marginalidad caracterizan a la ciudad de Gotham. Mientras que Thomas Wayne es  el empresario que aspira a convertirse en alcalde de la ciudad, Bruce Wayne es aún un niño. Batman no existe. Ni siquiera es verdad que exista todavía el propio Joker.

Qué tiene la película de Todd Phillips para que todo el mundo habla de ella y esté arrasando en las taquillas norteamericanas. Desde luego la violencia y una confusión que lejos de perjudicar la historia la vuelve más morbosa. En apariencia estamos ante otra película de superhéroes, una especie de Joker joven en un tiempo en el que Batman es un niño sin poderes. Y el público asiste a este icono que permite lucirse a Phoenix en un papel – diferente en realidad pero con idéntica máscara – que entre otros encarnaron Jack Nicholson y Heath Ledger. Pero el equívoco puede ser grave sobre todo si el público es adolescente ya que Joker desde su inicio es una orgía de violencia desatada que provoca la razón del espectador, desde las brutal paliza inicial que recibe el protagonista a sus venganza aún más cruel. Y lo más polémico resulta ese cierto acercamiento emocional que el asesino en serie ejerce sobre su público. Entre la realidad y la propaganda de la película hemos leido como el ejército emitió una alerta interna ante estas situaciones que pudieran provocar tiroteos. La Policía de Los Ángeles realizó operaciones especiales de seguridad. Algunas cadenas de salas de exhibición han prohibido a los espectadores que acudan a ver Joker vestido de cualquier disfraz, tener la cara pintada o portar máscaras o armas de juguete.

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La película ha logrado  el León de Oro en la Mostra de Venecia, algo  poco común en una obra de sus características.  Si algo define esta historia alucinada es la angustia. Tanto si Fleck aparece maquillándose frente al espejo o regresando a casa en autobús, el director y el protagonista consiguen introducir esa sensación perversa en los espectadores.  El segundo homenaje a Scorsese recorre las dos horas de proyección, diríase que Taxi Driver ( de nuevo De Niro ) ha vuelto a su escenario de muerte y locura con el disfraz de payaso. Las similitudes de Arthur Fleck / Phoenix) con el enloquecido Travis /De Niro de la obra de Scorsese son notorias: el aislamiento, la rabia, la soledad de la persona frente a la urbe insolidaria y cruel. Todo esto sería imposible sin la magistral interpretación de Joaquin Phoenix .

Moralmente ambigua, atractiva y desagradable a un tiempo, visualmente brillante, la película de  Todd Phillips encadena los traumas del personaje y los va desgranando en las imágenes que alcanzan su paroxismo con esas risas compulsivas que son capaces de helar el alma. El asesino muestra sus motivaciones, desnuda sus obsesiones, es un cómico fracasado, pero cuando se transforma en Joker no parece tener límites para el mal, aunque lo envuelva en la acerva crítica social que en su conclusión final es tan contradictoria como la propia película.

El peligro radica en que algunos vean como un héroe a un enfermo mental convertido en criminal. Y si lo hacen es porque la película es capaz de inquietar, desestabilizar, algo que no es común en el cine contemporáneo. De ahí el extraordinario interés de este Joker no apto para todos los gustos pero sin duda impresionante. Eso sí, hay que dejar a un lado la mitología de Batman, el territorio de esta película no es el escenario de los superhéroes, sino la tenebrosa montaña de la degradación, la miseria y el caos.

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