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Operación Ripoll (3): “Vox Alicante está en manos de Ripoll” o el fraude colosal de Ana Vega y Mario Ortolá

Redacción




Josep Sansano.

El director de campaña de Vox, Eduardo Martínez Fuster –“el hombre que más manda en Vox”, al decir del alcaldable, Mario Ortolá- se define a sí mismo como “fontanero de Ripoll”, del que no “me he separado ni un milímetro” y con el que “tengo negocios”. Corresponden a declaraciones grabadas en un vídeo que ha circulado por las redes sociales de donde fue tomado por Rambla Libre para cumplir con nuestra misión constitucional de informar.

La tenebrosa “operación Ripoll”, urdida en la sombra, ha cometido fallos, alguno clamoroso, como la presencia de Margarita de la Vega como coorganizadora del almuerzo de Vox en el Restaurante Riquelme el 10 de abril; afán de protagonismo: un estos son mis poderes, aquí mando yo, he vuelto. Otro que se haya podido desvelar, que se haya ido de la lengua, Eduardo Martínez Fuster, presentándose como el “fontanero” de Ripoll.

Un pacto a la andaluza en el Ayuntamiento de Alicante daría todo el control a Ripoll con la pinza PP-Vox a su servicio. La conexión con Ripoll de la pareja Ana Vega y Mario Ortolá, el alcaldable, es clara, empezando porque son ellos quienes han nombrado al “fontaneroMartínez Fuster.

Faustino Vega y su meritoria hija

Esa conexión empieza con Faustino Vega, el padre de la diputada autonómica, Ana Vega, un médico de la Seguridad Social que proviene del PP y se movía en las cercanías de José Joaquín Ripoll. Su hija Ana Vega que, según fuentes jurídicas, “no ha llevado un juicio”, se puso en contacto con Vox a finales de septiembre de 2017, cuando en vísperas del referéndum sedicioso catalán, Vox convoca a las puertas de los ayuntamientos de toda España.

Ana Vega contactó a través de Messenger con Ana María Cerdán, de Villena y coordinadora provincial. Su credencial era ser hija de Faustino, que era un militante de Vox muy poco activo, que ese año de marras sí asistió a la cena de Navidad del partido y nada más. Ana Vega, meritoria en un despacho de abogados alicantino de ultraizquierda, tenía el activo de ser abogada poco o nada ejerciente, pero ejerciente, y Vox no había encontrado a nadie que cubriera ese flanco sensible de manera gratuita, así que desde el primer momento entra con buen pie: se le ofrece la vicesecretaria jurídica lo que conlleva ser vocal del Comité Ejecutivo Provincial.

Ana Vega y Mario Ortolá, con Javier Ortega, en Alcoy.

En ese momento, por decirlo suavemente, Ana Vega y Mario Ortolá, pasan por dificultades. Mario Ortolá ni tan siquiera puede afiliarse porque está en paro y no dispone de los 9 euros para pagar la cuota mensual. Luego entrará a trabajar como administrativo en la empresa Carmencita de Novelda, donde vive y pernocta de lunes a viernes, en los que se traslada a Alicante y cohabita con Ana Vega, una situación quizás irregular, a tenor del ideario de Vox, que parecen dispuestos a resolver el 12 de octubre.

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En esos primeros compases, Ana Vega es una mujer calladita, que dice a todo que sí y no levanta la voz. Ahora ha cambiado y mucho. Todas las fuentes la señalan como una mujer de trato desagradable. “Como no seas de su cuerda va a por ti y te manda al fontanero”, señalan fuentes de la militancia de Vox Alicante. “Cuando se ha visto envalentonada, se ha vuelto muy soberbia y muy déspota”, describen fuentes internas de Vox.

Mario Ortolá se afiliará unos meses después que Ana. Hay un momento de fuerte crisis. La vicesecretaria nacional de implantación territorial, Salud Anguita, llama a Ana María Cerdán indicándole que tendrá que encabezar la lista a las Cortes Valencianas o al Ayuntamiento de Alicante y la villenense no quiere irse a Valencia, pero sabe que Ana Vega pondrá el grito en el cielo porque quiere, como sea, que el primero de la lista sea Mario Ortolá. En esa relación “la que tira de las riendas es ella; él es un poco calzonazos y va a remolque”, según personas de su partido que conocen bien a ambos.

En efecto, cuando se le comunica a Ana Vegala orden de Madrid”, el griterío es infernal. “La que se puso peor era ella, como un demonio. Gritó que ‘voy a Madrid, monto el pollo, a mí nadie me rompe la lista de Mario’”. Estaba mucho en juego, los sueldos y los sueños delirantes. Ortolá sueña con mansiones y privilegios. En su facebook se ha presentado, junto con Ana Vega, en modo emulación de los líderes de Podemos: “A Pablo Iglesias e Irene Montero les quitas su chaletazo de clase obrera de 1 millón de euros, sus 12.000 euros mensuales de todos los españoles, su escolta de la Guardia Civil a la que ven bien que maten en los bares, sus pintas, su odio a España y su mentalidad comunista y liberticida (y muchas otras cosas más) y te queda una Ana VC y un Mario Ortolá divinos”. He aquí -al menos, en sueños- a los nuevos marqueses de Galapagar modo alicantino.

Ana Vega y Mario Ortolá han pasado de estar a la última pregunta a tener ya un sueldo público e ir a por el segundo. Vox ha sido su oficina de colocación. Pero el comentario de Ortolá sugiere que quieren más, mucho más y ahí surge como un horizonte inquietante la conexión el ripollismo, Faustino, el fontanero y Margarita de la Vega de anfitriona. Al fin y al cabo, Alicante no es una fiesta, parafraseando a Ernst Hemingway, es una cloaca.

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Al tiempo, el destrozo provocado por Ana Vega es descomunal. Vox es hoy, de cara a las elecciones municipales, un erial surcado de conflictos. Ana Vega parece, en términos políticos, un poco inútil. No ha conseguido presentar candidaturas en Dolores, Cox, Almoradí, Xabia y Altea, luego ha procedido a expulsar a los coordinadores por el hecho de que no le son afines. Hay conflictos muy serios en Pilar de la Horadada, Albatera y Dolores. Elche se está hundiendo en un escabroso culebrón. La candidatura de Benidorm es un esperpento y un insulto a los benidormíes. Desde hace tiempo en Benidorm ni se sacan a la calle mesas informativas, porque, literalmente, no se atreven.

David Andrés Abad (con camisa azul y barba), cabeza de lista por Alcoy.

En Alcoy, los tres primeros de la lista municipal, David Andrés Abad, María Teresa Peidró Pascual y Carlos José García Seguí, han copado, con familiares y amigos, toda la candidatura.

Vox, en la provincia de Alicante, sólo ha presentado 23 candidaturas de las 141 localidades en las que se elige el equipo de Gobierno del Ayuntamiento. De hecho, ha empezado el imparable goteo de bajas de militantes. Lo curioso es que no se den de baja todos, reducidos a pagacuotas.

Según fuentes de la militancia, Faustino Vega se está dirigiendo a esa militancia ninguneada pidiendo fondos para la campaña de su futuro yerno, Mario Ortolá. Es asombroso cuando Vox recibirá más de 2,5 millones de euros de subvenciones, porque está en contra de todas las subvenciones, menos de las suyas. No tiene ningún sentido que sigan pidiendo dinero. Eso empieza a entrar dentro de la presunta estafa moral. Además, la nueva sede, para disfrute exclusivo de Mario Ortolá, cuesta al mes como alquiler 500 euros más IVA, lo que podría confirmar el comentario generalizado entre la militancia de que el “fontanero” había llegado con “mucho dinero”.

No pocos militantes de Vox en Alicante transmiten a Rambla Libre su decisión de no votar a ese partido en las locales, de que “Mario no saque ni para entrar al Ayuntamiento”, porque Ana Vega y Mario Ortoláse están cubriendo de gloria allá por donde van” y porque “Vox en Alicante es el partido de José Joaquín Ripoll”.

http://ramblalibre.com/2019/05/07/operacion-ripoll-1-al-asalto-del-ayuntamiento-de-alicante-en-pinza-con-pp-y-vox/