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¡Qué escándalo: Losantos dice que ha votado al PP y no se lo cree nadie!

Redacción




Luis Bru.

No es la noticia de la semana pero sí una anécdota chocante. Si bien el voto es secreto y hay cierto pudor a desvelarlo, Federico Jiménez Losantos ha hecho un strip-tease postelectoral, sin que nadie se lo pidiera. Losantos es un reconocido exhibicionista y un admirador de los asesinos en serie. Federico ha dicho que ha votado al PP y nadie le ha creído, empezando por Eduardo Inda, quien in situ, en el estudio, ante el penoso y obsceno espectáculo no pudo reprimir un primus primi y espetar: “pues pensé que usted había votado a Vox”.

Desde luego, si fuera verdad que ha votado al PP sería para correrle a gorrazos hasta Orihuela del Tremedal. Hacer toda la campaña a favor de Vox y criminalizando al PP, para luego votar a los de Génova es una incoherencia sádica, en lo que es tan ducho Fernando Sánchez Dragó. Seria para que muchos oyentes le pidieran daños y perjuicios. Las cuatro viejecitas abducidas por Losantos han tenido horribles pesadillas y tremendos cargos de conciencia hasta el mismo momento de depositar el voto en la urna a favor del PP.

Según Losantos, todo se debe a que “he votado con la cabeza y no con el corazón”. Es la primera noticia de que Federico tiene cabeza y también de que tiene corazón, cuestión sobre la que hay mucha polémica y numerosos desmentidos. Lo que le terminó de convencer es “el programa económico de Daniel Lacalle”. Esto es altamente absurdo, porque el programa económico ya estaba antes de que se iniciara la campaña, en la que tan furibundo y apasionado se ha mostrado Losantos a favor de Santiago Abascal, como dejó bien claro en la entrevista amable y cortesana que le hizo, el día antes que la emprendiera en otra contra Pablo Casado, cortándole a éste cada dos por tres, acusándole de traidor, haciéndole cargar con todas las culpas de Mariano y quitándole la palabra cuando osaba rozar a Vox o a al superhéroe Abascal. Esto lo ha destripado magníficamente Mike Sala en este diario. Además, en cuanto programa, el de Vox es más liberal que el de Daniel Lacalle.

Partamos de la evidente base de que una importa una higa a quién ha votado Losantos. Quien hace público su sentido del voto por lo general lo hace con carácter previo para movilizar a otros en el mismo sentido, pero nunca o casi nunca después, pues eso es de oportunistas. Reitero: si Losantos hubiera votado al PP, como dice, sería de una incoherencia supina. Estaríamos ante un cara dura y un fantoche, que parece estar seguro de todo y va de guía moral y cambia de la noche a la mañana o incluso en el último momento.

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Eduardo Inda, ese aguerrido periodista que huele a mierda porque nunca ha escrito al dictado del comisario Villarejo pero se ha metido hasta la cintura en las cloacas para cumplir con su función de informar, ya mostró su estupor e incredulidad. ¿Qué credibilidad tiene Losantos? Muy poca, la verdad. En su vida, ha dicho muchas más mentiras que verdades. Ha dicho mentiras tan groseras como que un Tedax que se jugó la vida desactivando una bomba lo que hizo fue ponerla como señuelo, o que la montaron en la Comisaría del Puente de Vallecas, o que el peligroso asesino islamista Jamal Zougam es una víctima a la que habría que poner en la calle…para que vuelva a montar otra masacre. Federico ha mentido durante años con contumacia. De hecho, no parece distinguir bien entre la verdad y la mentira. Cuando están en juego sus intereses, César Vidal en el libro “La gran traición” (Amazon), señala que miente siempre. Sobre su vida ha mentido sin recato. Ahora sabemos que estudió con becas de Franco, aunque no mostró agradecimiento alguno. La versión romántica de su abandona del comunismo mirando embobado a una joven china que quizás fusilarían al día siguiente parece sacada de contexto, porque no se explica qué hacía Federico visitando en China un campo de reeducación donde se fusilaba al amanecer. De toda su biografía sólo es creíble, sin investigaciones y contrastaciones de los datos, que nació en Orihuela del Tremedal, Teruel.

Por tanto, en realidad, no sabemos a quién ha votado Federico, sólo sabemos a quién dice que ha votado. Es decir, sabemos que Losantos ha tenido un impúdico interés en aventar que no ha votado a Vox y que ha votado al PP. Federico no es un hombre de principios, sólo lo parece, es un oportunista aunque de un biotipo inoportuno y fallón. El strip-tease postelectoral de Federico es la confirmación palmaria de que el resultado de Vox no ha sido bueno. Si se hubiera cumplido la porra del sociólogo aficionado Fernando Sánchez Dragó –“entre 60 y 90”, que se lo dijo el camarero- Federico hubiera dicho que había votado a Vox, como era lo lógico a tenor de sus mañaneras diatribas durante toda la campaña. Pero con 24 diputados Federico ha puesto pies en polvorosa con la misma velocidad que las ratas abandonan el barco.

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Elías Bendodo. /Foto: diariosur.com.

Losantos ha llegado a pedir en directo licencias de radio a Juan Manuel Moreno Bonilla en un presunto tráfico de influencias público. A Fernando Paz lo presentó como un indeseable oficial de las SS para cobrarse su cabellera y ofrecérsela a Elías Bendodo Bensayab, consejero de Presidencia de la Junta de Andalucía, judío sefardí y factótum, a cuya puerta ha ido Losantos a pedir dinero.

Quien haya leído el imprescindible libro “La gran traición” (Amazon) tiene datos más que suficientes para saber que Losantos necesita dinero, mucho dinero con ansiedad imperiosa. Está más tieso que la mojama y Libertad Digital SA tiene más agujeros que un queso gruyere. Así que todos sus movimientos espasmódicos y en apariencia incoherentes tienen la lógica del menesteroso y del liberal egipcio, que anda con las dos palmas de las manos abiertas para pillar lo que pueda.

Losantos tiene casi todas las puertas cerradas. Se le considera uno de los principales culpables de la desunión de la derecha, que tan cara ha resultado (690.000 votos de Vox no han servido para nada, han sido tirados a la papelera, por la Ley d’Hondt, que parece ignorar todo el mundo). En el Partido Popular no le puede ver nadie. Se lleva mal con todo el mundo. En Ciudadanos  no se fían porque para veleta, Losantos. En el último medio año le tomó ojeriza a Albert Rivera. Ahora se arrepiente. Demasiado tarde. Vox ha fracasado; ha pasado de la ‘reconquista’ a la ‘resistencia’ que es estrategia a la defensiva y de guerrillas. Se ha convertido en una buena oficina de colocación para el otrora mantenido Santiago Abascal, el mediocre abogado Javier Ortega-Smith y unas cuantas familias que están practicando un nepotismo a gran escala, pero no mueve dinero suficiente para salvar el chiringuito de Losantos, amén de que el clan Ariza no permitiría que se desviara ni un euro de su órbita.

Haciendo público su sentido del voto, sin que nadie se lo pidiera ni preguntara, Losantos ha tratado de lavar sus culpas y evitar su definitiva marginalidad. Aunque el PP se está derrumbando, todavía es el segundo partido y aún puede ganar poder en Extremadura, Aragón y Castilla-La Mancha. Y manda en Andalucía, en su presupuesto y en sus licencias de radio, aunque es un misterio para qué quiere Federico que le den más (un liberal adicto a lo público) si no sabe gestionar las que tiene.