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“Césped en mis pies y el cielo como techo”, con Antonio Elviro, Subdirector Golf Somosaguas

Redacción




Loreto Román. Periodista y escritora.

En todos los artículos que escribo sobre golf, insisto en el trabajo de los profesionales, como competidores y como instructores. Como jugadora de golf, puedo asegurar que de estos instructores que menciono llevamos mucho, mucho más de lo que nos podamos imaginar. El profesor no solo nos enseña técnica, esos swings de los que tanto hablamos. Enseña mucho más, esa paciencia para ir mejorando, ese respeto al campo, a otros jugadores y finalmente a ti mismo, y esa manera de manejar nuestras frustraciones cuando la bola no va como queremos. Para hablar de todo ésto, hoy contamos con la presencia de Antonio Elviro, Subdirector de Golf en Somosaguas, Comunidad de Madrid, con una dilatada experiencia en instrucción, no solo a equipos infantiles, también en golf adaptado y en la universidad. Interesante, muy interesante, seguidme.

Barberán, campo que me ha visto crecer.

Buenos días Antonio, gracias por estar aquí con nosotros, es estupendo contar contigo. A ver, cuéntanos, para situarnos un poco. ¿Cómo te iniciaste en el mundo del golf?

– Buenos días Loreto, gracias a vosotros por haberme invitado. Te diré, mis inicios en el mundo del golf fueron muy precoces, comencé a jugar al golf en Barberán, un campo de 9 hoyos muy cerca de la capital. Toda mi familia lo practicaba y empecé a esa edad a recibir clases. Pasaba todo el fin de semana en el club, jugaba a todo lo que se me ofrecía, tenis, fútbol, baloncesto, golf, canicas, chapas,…lo pasaba genial allí, e hice grandes amigos de los cuales todavía disfruto. Mi primer torneo en campo largo lo hice cuando apenas tenia 5 años, consistía en 2 hoyos, el 1 y el 2 de Barberán, un par 4 y un par 5, el resultado, ni me acuerdo pero aproximadamente fueron unos 30 golpes en esos dos hoyos. Pero me sirvió para darme cuenta que eso que sentí en el campo de golf me llamaba poderosamente la atención, e hizo que poco a poco fuese centrando mas mis horas de juego en la práctica del golf.

Ya imagino Antonio, cuando juegas de pequeño solo piensas en disfrutar, es la manera de continuar. ¿Qué recuerdas en especial de aquellos tiempos?

– Recuerdo que pasábamos horas y horas practicando en la zona de aproach y en la cancha. Si queríamos volver a salir al campo con más frecuencia había que mejorar mucho para no entorpecer a los demás. Antiguamente salir al campo era algo muy especial .Antes de poder salir aprendíamos con nuestros profesores lo que significaba la palabra respeto hacia ti, hacia los demás, y hacia el campo, aprendíamos a rastrillar los bunkers, a reparar los piques, las chuletas…. Teníamos la obligación de dejar el campo en mejores condiciones de las que nos lo encontrábamos. Cosa que hoy por hoy se ha perdido bastante, es algo que echo de menos. Hoy en día cuando juego con algún amigo, o cliente me doy cuenta enseguida si aprendió a jugar hace muchos años o no por estos detalles, el RESPETO hacia los demás jugadores y hacia el campo.

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Bonita palabra, respeto en general, claro que sí. Te puedo asegurar que ese respeto nos lo ha inculcado siempre nuestro instructor, en mi caso en Meis. ¿En qué momento decidiste ser profesor de golf?

– Desde muy pequeño sabía que mi oficina tenía que estar en un campo de golf, no sabía de que manera, pero lo sabía. No sabía si como profesor, como director, como Green keeper, ….pero si sabía que debía haber césped en mis pies y el cielo como techo. Mi vida laboral empezó con la enseñanza, haciendo prácticas de la carrera en diferentes escuelas, hasta que me brindaron la oportunidad de trabajar para la Federación de Golf de Madrid como técnico en sus equipos infantiles, fueron unos años muy bonitos, disfrutaba aprendiendo y enseñando a los jóvenes a ser mejores jugadores y mejores personas, comencé un proyecto nuevo que fue el golf adaptado, empezamos unos pocos discapacitados tanto físicos como psíquicos que estaban ilusionados con la práctica del golf a enseñarles lo que era este deporte, fueron unas clases maravillosas, no se quien aprendió mas si ellos de mi o yo de ellos. Lo recuerdo con especial cariño.

Tras unos años surgió la oportunidad de coordinar a un equipo de profesores del centro de tecnificación de la FGM, era un nuevo rumbo en mi vida laboral, más enfocada a la gestión tanto económica como humana, en estos años aprendí lo importante que es tener un buen líder que se implique y haga que todo el equipo reme en la misma dirección. Fui consciente de que el éxito de un buen equipo (empresa) reside en os trabajadores, ellos son los que hacen que la empresa triunfe.

Esta oportunidad me hizo replantearme mi vida profesional para enfocarla mas hacia la gestión. Fue entonces cuando decidí volver a formarme y hacer un MBA en gestión de entidades deportivas, una de las experiencias mas importantes de mi vida profesional. Me abrió los ojos a un mundo nuevo, quería ser un buen líder.

Además de tu actividad como instructor, ¿estás compitiendo como profesional?

– Hoy por hoy no compito nada por falta de tiempo, entre el campo de golf y la Universidad apenas tengo tiempo. Pero eso no quita que coja los palos y juegue todo lo que pueda, es el mejor lugar del mundo, un paseo por un campo de golfMe encantaría volver a jugar profesionalmente en cuanto tenga tiempo para poder hacerlo.

En el campo de golf más alto de Europa: Andorra.

Me imagino que habrás visitado muchos campos de golf sobre todo como aficionado, para disfrutar de ellos. Cuéntanos Antonio, ¿alguno de ellos que consideras peculiar o especial, que merezca la pena visitar?

Para mi cualquier campo es especial. El poder jugar al golf para mi es una experiencia única, me encanta jugar solo, y a la vez disfruto de una buena compañía. Cada cosa tiene su lado bueno, si juego solo disfruto más del paseo, los sonidos del campo, si juego en compañía disfruto de la competición de una conversación,…. Para mí los campos son todos peculiares, cada campo me transmite una sensación, hay campo espectaculares como La Herrería en Madrid, campos muy exigentes como la Real Sociedad Hípica, campos hechos para disfrutar del golf. Es difícil elegir uno, hay tantos.

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Me gusta lo que acabas de comentar Antonio, todos los campos son especiales, cada uno te aporta algo diferente. Y ya en plan curioso, para ti, ¿cuál es el mejor jugador y mejor campo?

– Para mi un ejemplo de gran jugador es Phil Mickelson, un jugador que guarda mucho la esencia de este deporte. Ha conseguido más de 50 victorias en los circuitos de golf desde que se convirtió en jugador profesional, 5 Majors, 3 Masters de Augusta, un torneo PGA Championship y un Open Británico. Es un jugador zurdo, carismático, y se le conoce por la conexión que tiene con su público. Y como campo, diré Augusta, por eso de que estamos en la semana del Masters.

Y ya para finalizar, Antonio, ¿cómo convences a los ajenos al golf que nos están leyendo, seguramente a punto de empezar, me encantaría te lo puedo asegurar, para que se pongan en ello y comprueben lo que tu, yo y muchos otros podemos asegurar como bueno y positivo del golf?

– Es muy difícil convencer a alguien a dar su primer paso en un campo de golf, además el proceso de aprendizaje es muylento, y los primeros años son muy duros. Pero merece la pena, lo que se siente en un campo de golf solo lo sabemos los que jugamos. Soy profesor de golf en la UEM, universidad, y es curioso escuchar las respuestas de mis alumnos el primer día de clase y el ultimo día de clase, lo que cambian y sobretodo lo más bonito es ver la cara que ponen al final del curso cuando les preguntas;¿es como te imaginabas? Y su respuesta es: “jamás lo hubiese imaginado”.

Me quedo con esa frase Antonio, “jamás me lo hubiese imaginado”, y “lo que se siente en un campo de golf solo lo sabemos los que jugamos”. Ha sido estupendo conocer un poco más sobre la enseñanza en golf, y aquello que comentas de el golf adaptado, “no sé quién aprendió más, si ellos de mi o yo de ellos”. Que el golf es una escuela lo sabemos muchos. Solo hace falta que poco a poco seamos más los que sintamos aquello que has utilizado muy bien de “el césped en nuestros pies, y el cielo como techo”.