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Stan y Ollie, el gordo y el flaco

Redacción




Fernando Alonso Barahona. Crítico de cine.

Stan (Steve Coogan) y Ollie (John C. Reilly), los míticos «El gordo y el flaco«, se embarcan en su gira de despedida ahora que su época dorada parece haber quedado anclada en el pasado. Con la ayuda de sus respectivas mujeres, Lucille (Shirley Henderson) e Ida (Nina Arianda), ambos logran conquistar al público de las salas de Reino Unido gracias a su peculiar manera de interpretar y de entender el mundo. Lejos ya de su etapa dorada e ignorados por el público que ha dejado ya de ver sus películas, la pareja se embarca en ese arriesgado viaje artístico un tour por Gran Bretaña e Irlanda.

Con el apoyo de sus esposas de aquel momento (ambos tuvieron variopintos y complejos matrimonios y divorcios )  y gracias al amor por su trabajo y por sus años de colaboración, Stan y Ollie logran superar un exigente calendario y recuperan una vez más el corazón de la gente. Sus últimas películas eran ya complementos de serie B para acompañar a los grandes estrenos (STan y Ollie Toreros conservaba muchos momentos de gracia) y la última colaboración: Atollon K rodada por un equipo de múltiples lenguas y nacionalidades (Leo Joannon, francés al frente de la dirección ) ha sido un completo fracaso además de mostrar a los protagonistas en un preocupante deterioro físico. Oliver Hardy ha engordado demasiado y a veces tiene dificultad de movimiento. Stan Laurel se muestra envejecido, mucho más que su edad real. La amistad entre ambos ha sufrido momentos difíciles a causa de que Oliver ha rodado películas con otros compañeros. Pero los viejos tiempos se imponen y ver de nuevo a los dos grandes cómicos produce nostalgia, se llena de encanto y transmite autenticidad.

Quienes eran estos dos genios de la comicidad física, del encanto de los gestos y las situaciones absurdas engarzadas en la vida cotidiana: Stan Laurel, Arthur Stanley Jefferson; Ulverston, 1890 – Santa Mónica, 1965)  era hijo de actores, trabajó en el vodevil desde muy joven, logrando en 1910 un puesto en la famosa compañía de Fred Karno. En 1912 emigró a Estados Unidos con el propósito, que no pudo hacer realidad, de seguir trabajando en el teatro, y en 1917 fue contratado por la Universal. Oliver Hardy (Oliver Norvell Hardy; Harlem, Georgia, 1892 – Hollywood, 1957) era hijo de una familia de emigrantes británicos, el joven Oliver, tras estudiar en el conservatorio de Atlanta, prefirió ser cantante en grupos callejeros y teatros de vodevil que asistir al colegio.

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Stan Laurel y Oliver Hardy mantuvieron carreras separadas hasta 1926, fecha en que ambos acudieron al estudio del productor Hal Roach, quien les convenció para que trabajaran juntos. La clave de su éxito, fulgurante desde sus primeras comedias, residió en la perfecta explotación de la comicidad de sus físicos y caracteres contrapuestos. Laurel (el flaco ) era un tipo en apariencia torpe que provocaba siempre el caos y la risa. Hardy (el gordo) era el tipo serio que se lamentaba de los continuos errores de su compañero. Una conjunción perfecta en multitud de cortos en el cine mudo y sonoros como  La caja de música (1932) que fue premiado con un Óscar. El gran Leo McCarey fue uno de los artífices de la pareja y de su estilo. En la década de los treinta vinieron los largometrajes: Fra Diavolo, Laurel y Hardy en el Oeste, Fusileros sin bala, Estudiantes en Oxford. Hasta que el paso de los años y el estallido de la Segunda Guerra Mundial cambió los gustos del público. En la vida real los personajes se intercambiaban, Laurel  era el artista creativo, el hombre admirado por Chaplin y autor de numerosos de los mejores gags de las películas . Hardy , en cambio,  fue el hombre tranquilo, el actor cómico que seguía a la perfección los guiones escritos.

Ahora se estrena esta comedia biográfica sobre Laurel y Hardy  que dirige Jon S. Baird (Filth, el sucio), y que cuenta con guión de Jeff Pope (Philomena). Los protagonistas son John C. Reilly (Holmes & Watson) como Oliver Hardy y Steve Coogan (La excepción a la regla) como Stan Laurel. Completan el reparto Shirley Henderson (T2: Trainspotting), Nina Arianda (Billions) y Danny Huston (Wonder Woman ).

Y realmente el trabajo actoral es asombroso, no era fácil meterse en la piel de personas que la gente conoce porque son parte de la cultura popular, Reilly y Coogan lo consiguen y dotan a la película de su aura de autenticidad, de emoción, de sueños hechos realidad.

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La descripción del ambiente de la gira, los recuerdos del pasado, las limitaciones físicas que se suplen con encanto y esfuerzo, todo ello está en esta entrañable obra que recrea a dos grandes del cine y lo hace con cariño y respeto aunque no rehuya en la descripción a veces amarga de la decadencia que tarde o temprano acecha al artista.

Una película, en suma, sobre el amor al arte, sobre la amistad que vence los celos y las envidias (tras la muerte de Hardy su compañero no volvió a trabajar). Una historia real sobre frustraciones, deseos, esperanzas y a última hora sobre la inmortalidad de la creación. El gordo y el flaco forman parte de la imaginería cultural del siglo XX y en ese honor tuvieron que ver estos dos cómicos maravillosos que fueron capaces de hacer reír sin perder encanto y humanidad. La película les hace justicia y supone una buena oportunidad para que la gente rescate sus grandes clásicos de los primeros años treinta y disfrute de lo lindo con sus gags y su talento.