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Losantos ha vuelto loco al pobre Santiago Abascal

Redacción




Luis Bru.

Mitin de Santiago Abascal en la Sala Argenta del Palacio de Festivales. Abascal descentrado y a la defensiva. Está cometiendo demasiados errores. Cayendo en la paranoia de la “cacería” de los candidatos de Vox por los medios de comunicación, pero nadie le ha obligado a presentar a condenados, a ultrasubvencionados y a familias enteras batiendo récords de nepotismo. Las ideas no justifican las conductas, sino que obligan. Ahora incluso se publican noticias afirmando que Vox está a la caza de militantes del PP porque no consigue llenar sus listas, cuando en febrero pegó un cerrojazo democrático, redujo a los militantes a la condición de esclavos y se puso a insultar a todo el que se acercara a Vox llamándoles arribistas, cuando los arribistas ya estaban dentro.

Abascal, en el citado mitin, engarza la retahíla de motivos que le llevan a calificar al PP de “derechita cobarde”, cosa que tanto ha molestado a su mentor, José María Aznar, y en medio de la letanía, Abascal acusa a Mariano Rajoy de que “no hizo nada para saber qué pasó el 11 de marzo”. Y ¿qué iba a hacer? Sólo esta frase, merecedora de figurar en el frontispicio de la estupidez, justificaría que se incapacitara a Abascal para los restos. Decididamente, Santiago Abascal no está en sus cabales, le han vuelto loco Losantos y Luis del Pino, acertadamente rebautizado Luis del Timo por Enrique de Diego.

Mientras Santiago Abascal sea un simple pelele de Losantos y un cómplice del presunto alzamiento de bienes de los Ariza -el nuevo malo malote de la serie Acacias de la 1 se llama Ariza, significativo- es un personaje desquiciado e inservible. ¿Qué haría el inefable Abascal, abrir una Comisión de Investigación sobre el 11-M o dar el indulto a Jamal Zougam? Alguien se lo debe preguntar. Es inimaginable que Marine Le Pen ponga en duda la autoría islamista de la masacre de Bataclan o ande diciendo que no pudieron ser los islamistas porque son unos “pelanas”. A ese nivel de estupidez ha llegado Abascal por escuchar al presuntamente quebrado Losantos, cuya empresa tiene más agujeros que un queso gruyere. Ya no es cuestión de que Abascal dice esas soberanas estulticias conspiranoicas para que Losantos y Del Timo le lleven a sus programas, porque en el mitin de Santander arengaba sin papeles, sin llevar nada escrito; tiene interiorizada la conspiranoia, lo cual induce a pensar que no tiene dos dedos de frente, mucho corazón y poca cabeza, emotividad a raudales y racionalidad, la mínima.

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Y esto es un dirigente que se opone al integrismo islámico y que es incapaz de asumir la verdad sobre el 11-M, un atentado lineal, con muchos fallos en la prevención, pero con una investigación exhaustiva, sin que haya quedado ningún cabo suelto, ni el más mínimo, ni el más fino. La conspiranoia ha devenido el núcleo central de la secta losantiana, que sigue a un gurú que ha dado muestras en su vida de no tener una sola idea clara, que ama a los asesinos en serie –como él dice-, que tiene la cabeza como un cencerro de tanto somnífero, psicofármaco como toma.

La base social de Vox escucha demasiado a Losantos y eso es lo que la pierde, pero, en realidad, en esa base no se habla ni mucho, ni poco, ni nada sobre el 11 M. El único que ha hablado últimamente es el penado comisario Villarejo, quien, a la postre, es simplemente un bocachanclas que tiene conjeturas y diarreas mentales.

Santiago Abascal debería dejar de escuchar, por salud mental y por instinto de supervivencia, a Losantos, lo cual es un implante del esperancismo y mira dónde ha terminado Esperanza Aguirre.

La conspiranoia es el último refugio de los estúpidos y entre ellos anda Santiago Abascal.

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