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Ignacio Aguado no puede seguir en la vida pública

Redacción




Editorial.

Ignacio Aguado es un político amortizado, sin tirón, sin carisma, un personaje gris, con el que, como ha dicho, y ha dicho bien, su oponente en las primarias Juan Carlos Bermejo, es “metafísicamente imposible ganar” con él unas elecciones. Incluso, lo que es metafísicamente imposible es que Ciudadanos en la Comunidad de Madrid no se pegue un batacazo monumental hacia la irrelevancia. Lo más relevante de la trayectoria de Ignacio Aguado es que se ha hecho un trasplante capilar, pero aunque Aguado se vista de seda, Aguado se queda. Hasta el apellido le define políticamente.

Ha conseguido que las agrupaciones de Ciudadanos en la provincia de Madrid languidezcan de inactividad, que todo esté anestesiado por un aparato regional romo, burocratizante y sin talento. La militancia ha sido ninguneada y desactivada.

Ignacio Aguado. /Foto: elconfidencial.com.

Todo esto sería una cuestión interna de Ciudadanos que es muy dueño de hundirse en Madrid con un personaje que políticamente nos parece una completa nulidad, pero es que además numerosos indicios apuntan a que Ignacio Aguado pudo cometer un presunto delito electoral, penado con cárcel, en las elecciones de 2015, cuando candidato y cada agrupación tuvo que financiar su campaña electoral, lo que se sale del marco legal. En estas condiciones, Ignacio Aguado no puede, bajo ningún concepto, permanecer ni un segundo más en la vida pública. Ciudadanos en Madrid ha degenerado en una escombrera, que apesta. Los militantes tienen ahora la oportunidad de quitárselo de encima.

Tiene, en el momento presente, muchas posibilidades de terminar encausado tras haber cometido el error de su vida presentando una querella absurda e infundada contra un periodista independiente y veraz como Enrique de Diego. Ha de dar, seguramente, muchas explicaciones en sede judicial y levantar muchas alfombras que no le permitirán dedicar tiempo a la actividad parlamentaria. A la de Gobierno es impensable, pues Ignacio Aguado es un mal tirando a pésimo cartel. Regenerar la vida democrática, como plantea Ciudadanos, pasa porque Ignacio Aguado abandone la vida pública. Ni debe ni puede permanecer en ella.