Enrique de Diego.
Fue hace unas semanas pero aún no salgo de mi asombro y de mi espanto. Apareciste, Santiago, en lo poco que queda de Intereconomía blanqueando a Julio Ariza, en un mano a mano empalagoso y demencial, que seguramente se estaba emitiendo con los cámaras con varias nóminas adeudadas.
Ni por un trato de favor en tiempos de conjura de silencio informativo se justifica el mamoneo con quien ha destrozado vidas y familias mediante una estafa moral colosal, en nombre siempre de elevados principios, pero también sin rubor en chapotear en las cloacas, organizando, por ejemplo, el tamayazo.
La cuestión es si Julio Ariza es el modelo de empresario de Vox. Es una cuestión conveniente que nos aclararas. Porque como modelo lo presentaste a tu militancia como orador en una Asamblea General, ese tipo de sarao que parece un Congreso, pero que sólo es una caja de resonancia para que te aclamen sin decidir nada, pues no los consideras capaces, a lo que se ve. Y también lo pusiste de orador en una manifestación de DENAES, esa que preside Ricardo Garrudo, que antes de que quebrara su empresa fabricaba en China, porque es patriota pero sólo crea puestos de trabajo si se los subvencionan.
Te contaría casos de profesionales que dormían al raso porque no podían pagarse el transporte para volver a casa, de familias a las que han desahuciado sus casas. Esa ha sido la siembra inmisericorde de la megalomanía de Ariza, con el que tú te presentas tan amigacho. Podría contarte muchas historias, pero es suficientemente ilustrativa la de Alfonso Arteseros, un gran profesional y un buen patriota (estuve en su jura de bandera). Su programa España en la memoria fue un exitazo y se lanzó como oferta promocional con La Gaceta los domingos. Julio Ariza firmó un contrato con el que se limpió sus navarras posaderas, en el que se establecían los derechos de autor de Arteseros y los gastos de la producción. Se vendieron, se agotaron, se amplió la colección y volvieron a venderse y agotarse. Un magnífico negocio para Ariza del que Arteseros no vio un euro. ¡No le pagó ni un euro de lo que Ariza había cobrado! Este es el personaje.
Cuando, gastándose dinero en abogados, Arteseros consiguió ganar dos juicios y que la Justicia obligara a Ariza a pagar a Alfonso 140.000 euros –una cantidad que para una familia de clase media es obviamente una fortuna-, Julio Ariza llamó al estafado Alfonso y lloró en su hombro. ¿Por qué lloró? ¿Acaso por la marranada que le había hecho? ¿Acaso arrepentido de su felonía? ¡Quiá! Ariza lloró a moco tendido porque decía que Rajoy le había abandonado, le había dejado tirado; el que ahora anda diciendo que Mariano es un traidor, que lo es, había hecho el juego sucio y esperaba la recompensa. Así que al atribulado Arteseros le firmó otro papel, con el que Julio volvió a limpiarse sus navarras posaderas, en el que se comprometía a pagarle una cuota mensual hasta completar la deuda, pero con la añagaza de que ya había presentado el concurso de acreedores y Arteseros sólo cobró unos meses. A Julio no le convenía que Alfonso tuviera embargada la cabecera de La Gaceta por sentencia judicial y de esa forma el embargo quedó paralizado cuando se admitió el concurso.
Ese es tu amigo, ese es el empresario modelo, ese es tu orador preferido para atorrar a los militantes de Vox, a esos a los que no crees capaces de decidir nada. O Juan José Aizcorbe, al que me consta que conocer, un caballero de honradez acrisolada, un gran profesional, un gran patriota, catalán y por ende español de pura cepa, al que en el inventario del administrador concursal se señala que Julio Ariza le adeuda 120.000 euros, mientras presuntamente se ha dedicado a lo que suena a alzamiento de bienes con sus hijos a través de Hadoq y de la Biblioteca Homo Legens, y en algunas iniciativas en las que parece que Vox da cobertura.
No, Santiago, el fin no justifica los medios. Con ese relativismo, las organizaciones humanas terminan por embarrancar. Mucha defensa del derecho a la vida, lo cual es muy meritorio, salvo en todo lo referido a la Comunidad de Madrid de Esperanza Aguirre, que es donde más se abortaba y se aborta.
No voy a dejar de reconocerte los méritos. Ahora, por ejemplo, el acertado ataque a los equipos psicosociales de los juzgados de familia y a los chiringuitos del feminismo de izquierdas. O esa magnífica convocatoria para manifestarse el día 10 de marzo contra “el feminismo supremacista de género» o la reedición de Vista Alegre, ahora en Barcelona, el día 30, dando la cara donde la unidad de la Patria está en mayor peligro y socavando, de paso, a Ciudadanos. Pero lo del compadreo con Julio Ariza no es una anécdota, es por completo categoría.