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Carta a Pablo Iglesias: ¡Ojalá te hundas en el abismo y desaparezcas!

Redacción




Enrique de Diego.

Es una gran alegría, Pablo Iglesias, ver como os desgarráis y os destrozáis, como os vais literalmente a la mierda. Esa es casi la única alegría que ofrece la vida pública española pero como el anuncio de una mejora. ¿De qué estáis debatiendo, por cierto? ¿Cuáles son las diferencias ideológicas que os separan para provocar esta gozosa autoliquidación? Parecéis salidos de ese grabado de Goya liándoos a garrotazos. No sois más que una pandilla de macarras, una escoria política salida de esa cloaca de emporrados que es la Facultad de Políticas de la Complu. Un grupo de acomplejados, en la que tú estás todo el día con que si la tienes más grande y el piltrafilla de Monedero haciendo el ridículo como cantante de rap. ¡Vas a ver, Pablo, tú que te creías que ibas a asaltar el cielo, lo que es perder el poder! Una vez me dijo Jaime Mayor Oreja que parecía como si hubieras menguado. Vas a saber lo que es el infierno.

Lo que tú has hecho ha sido de una extraordinaria gravedad. Cogiste las legítimas ansias de regeneración de todo un pueblo, los deseos de un rearme moral, las ganas de sacudirse el saqueo y depredación de la casta –término que me copiaste y sustrajiste para terminar tú siendo casta de la peor especie– y todo ese cúmulo de energías vitales las manipulaste para terminar, tras tiempos previos de camuflaje, ofreciendo la mercancía averiada y maldita del comunismo, en su cepa excéntrica y degradada del chavismo, con adimentos en el brebaje de todo el mal de este mundo podrido: la ideología de género, de la que tu medio proyecto de familia hace estúpido emblema, la inmigración invasiva y la islamización, el separatismo, pues careces por completo de la virtud del patriotismo, y toda esa inmundicia de la corrección política.

Siempre has sido, Pablo, un payaso, con perdón a los que tienen tan noble oficio, con esa fatua estupidez que te llevó a promover una especie de degradado culto a la personalidad o a practicar un caudillismo mostrenco como cuando obligaste a tus huestes a legitimar tu doble moral y tu falta de palabra al mudarte a la mansión de Galapagar, que no podrás mantener.

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Pablo Iglesias e Iñigo Errejón. ¿ha sido pucherazo? /Foto: 20minutos.es.

Llegará un día, más pronto que tarde, que no saldrás en televisión, tú que eres un superficial impenitente que no puedes vivir sin ella, que dejarán de pagarte desde la embajada de Irán, un día en que Nicolás Maduro no existirá, ni quedará más que una memoria indignada del chavismo, un día, más pronto que tarde, en que habrá recuerdo de un tal Juan Carlos Monedero, salvo alguien que quizás recuerde que era un pobre idiota. Llegará un día, más pronto que tarde, que no existirá La Sexta, ni la Editorial Planeta, en el que no podrás ni pagar la hipoteca de la mansión de La Navata y tú te habrás desvanecido.

El tardochavista Juan Carlos Monedero.

No has hecho más que perder el tiempo y confundir a una nación atormentada y sufriente, que necesita soluciones de calado, y tú has sido una marioneta del sistema, un vanidoso empedernido sin hechura ni fibra ni agallas ni virilidad, que viene de virtud. ¡Ojalá te hundas en el abismo y te pudras, Pablo Iglesias!

Doblan las campanas a muerto por Podemos y por ti. Dicen los tuyos que “se acabó Podemos tal y como lo hemos conocido”. Se habla y se pide una refundación. Pero para refundar algo antes tiene que haber sido fundado y lo de Podemos ha sido una pantomima, una farsa, sin clase, sin estilo, sin horizonte, una pura engañifa, un timo marxistoide. Ninguna clemencia para ese chorizo con cara de niñato que responde al nombre de Iñigo Errejón, que anda borrando sus tuits chavista y que se ha reído del sufrimiento de un pueblo hambreado, sometido a la tortura de una inflación superior al 1.200.000%, afirmando que en Venezuela se come tres veces al día, que no falta de nada, que la medicina ha mejorado cuando faltan suministras, que la gente se exilia con lo puesto porque no saben valorar todos los beneficios del régimen. Ninguna piedad con Ramón Espinar, el especulador. Ninguna piedad con ninguno porque no sois más que los herederos de toda la tradición de crimen y hambre del comunismo, los huérfanos perdidos de Stalin. Ninguna piedad para Manuela Carmena, que está para sopitas y para tener una vejez tranquila y decente. Ninguna piedad para la fatua blasfema de Rita Maestre. No sois más que gentuza apátrida y desquiciada.

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Pablo Iglesias y Alberto Garzón, ni unidos pueden nada. /Foto: elmundo.es.

De paso, Pablo Iglesias, te vas a cargar para los restos a Izquierda Unida. Favor que nos haces. Y te vas a llevar por delante a ese estúpido representante del heteropatriarcado que es Alberto Garzón –minucia y verdura de las eras al lado incluso de Gaspar Llamazares- que cuando se va de luna de miel no opta por Cuba ni por Corea del Norte, ni tan siquiera por Venezuela, sino que elige la muy capitalista Nueva Zelanda. Siempre predicáis una cosa para los demás, y practicáis la contraria.

Ni tan siquiera hay dignidad en esto que los analistas llaman púdicamente implosión. No hay la más mínima estética en esta estampida de gañanes y cobardes en la que ya falta poco para asistir a escenas de canibalismo político.

Tras este ridículo, por el que deberíais tener la mínima decencia para no presentarse a las elecciones, menudo papelón vas a hacer, mindundi, vais a tener lo que os merecéis, lo que te mereces, el oprobio de un pueblo al que has engañado.

Cartel contra Pablo Iglesias en las inmediaciones de su mansión. /Foto: ramblalibre.com.

Así que es una gran alegría ver como os destrozáis. Me he comprado palomitas para asistir al espectáculo. Esto, Pablo, no ha hecho más que empezar. De ti no va a quedar ni la coleta. Y de Pablo Echenique, ni el carrito del helado.