Enrique de Diego.
Eso que habéis llamado Convención ha sido un adelanto del carnaval en el que tú, José Mari, has demostrado que no tienes vergüenza. Me produce una inmensa hilaridad que en ese aquelarre patético a tu mayor gloria hayas dicho que Pablo Casado es “un líder como un castillo sin tutelas ni tutías”, cuando no es más que un pelele amorfo en tus manos, con tus tutelas y tus tutías. Excusatio non petita, acusatio manifiesta.
Lo que no es de recibo, pedazo de sinvergüenza, es que te presentes adornado con los bellos atavíos del patriotismo frente al “desafió existencial” de los independentistas, contra el “golpe de Estado”, de forma que “hemos llegado a un punto que era casi imposible de imaginar: un Gobierno que hace depender los presupuestos generales del Estado de un prófugo de la Justicia y de un preso preventivo por delito de rebelión”. Pues imaginarlo si podíamos, porque tú hiciste depender la presidencia del Gobierno y los Presupuestos Generales del Estado de un chorizo como Jordi Pujol, así que en cuanto a degradación nacional tú pusiste el listón muy alto y de tus polvos del Pacto del Majestic vienen estos lodos y de las ventoleras que tú pusiste en marcha vienen estas tempestades.
Es preciso recordarte, vendepatrias, que para desnacionalizar a la juventud española suprimiste el servicio militar y en Cataluña vendiste España a los fondos buitre –a los que tu familia es tan aficionada- separatistas. Ya está bien de mentiras en esta España doliente y atormentada. Sacaste de allí al Cuerpo Nacional de Policía y a la Guardia Civil para fomentar el despliegue de los mossos, policía al servicio de los nacionalistas, como se ha ido poniendo cada vez más de manifiesto.
Hablas, sin rubor, sin pedir perdón, de “acuerdos secretos” del Gobierno “con los que quieren romper España”, pero es que tus acuerdos secretos con los que quieren romper España fueron de una gravedad extrema. No llevaste al Tribunal Constitucional la totalitaria y adoctrinadora Ley de Normalización Lingüística e incluso diste instrucciones al defendor del Pueblo, entonces tu lacayo Fernando Álvarez-Miranda de que no se le ocurriera hacerlo, que no pusiera palos en la rueda de los que pretendían romper España. Cediste impuestos, trasvasaste transferencias –Arzalluz llegó a decir que en un año habías cedido más que desde el inicio de la democracia- y rendiste homenaje a la cloaca pujolista con aquel cabezazo indigno de que hablabas catalán en la intimidad, hemos de suponer que en los coitos con Ana Botella, la vende pisos sociales.
Vendiste España en niveles de alta traición y si mañana hubiera un Gobierno digno en nuestra nación debería exigirte responsabilidades y hacerte una auditoría, de la que no debería quedar fuera, por supuesto, Alejandro Agag.
Tú, José Mari, patriota de pacotilla, vendiste a España y a los patriotas, los entregaste atados de pies y manos a la vesania de los separatistas. Prohibiste incluso hablar o defender a España. Sacaste de allí a Alejo Vidal-Quadras a cambio de una sinecura en la FAES y luego de una vicepresidencia en el Parlamento Europeo; Vidal Quadras no es un héroe sino un vendido. Pero quienes se quedaron fueron desprotegidos, abandonados al insulto y la vejación, sometidos al ostracismo y la persecución inmisericorde. ¿De qué vas, José Mari? ¿En qué estribas tu autoridad moral? Careces por completo de ella. ¡Mejor que estuvieras callado, con voto de silencio y haciendo penitencia en Santo Domingo de Silos!
Porque tú entregaste a España y a los patriotas en Cataluña surgió Ciudadanos; porque tú entregaste a España y a los patriotas en Cataluña y porque Mariano Rajoy y Soraya Saénz de Santamaría se dedicaron a financiar la sedición con el Fondo de Liquidez Autonómico y aplicaron un artículo 155 vergonzoso y vergonzante ha resucitado Vox, con trazas más de movimiento que de partido.
No, José Mari, Pablo Casado no es un líder como un castillo, es un pelele inconsistente en tus manos, en todo caso es un líder de exin castillos, la continuidad en una historia penosa de vileza, corrupción y entreguismo a los separatistas que tú iniciaste. No estás para dar lecciones ni para levantar la voz, sino para pedir perdón por tus acanalladas cesiones. Tú, José Mari, eres el mayor responsable.