Editorial.
Algunos son demócratas mientras los ciudadanos voten lo que ellos quieren. Las elecciones se ganan en las urnas y no en las calles, y los resultados electorales no pueden cuestionarse sin entrar en una espiral de violencia, por cuanto la democracia es el sistema que permite la alternancia en el poder sin derramamiento de sangre.
En un auténtico esperpento democrático, se han producido manifestaciones en Sevilla, Granada y Málaga que cuestionan el resultado de las urnas y específicamente el obtenido por Vox, con la entrada en el Parlamento con 12 diputados. Nunca se había hecho hasta ahora y la gravedad es extrema. A pesar de la apariencia pacífica, se trata de imponer el terror respecto a posiciones políticas legítimas refrendadas por las urnas.
Tenemos serias dudas del carácter espontáneo de las marchas, cuando el líder de Podemos, Pablo Iglesias, valoró los resultados electorales en términos de lanzamiento de una «alerta antifascista«.