Luis Bru.
Alberto Recarte, expresidente de Libertad Digital, es el protagonista de la página más oscura del pequeño Grupo de Losantos: la financiación a través de la caja B del PP de Libertad Digital, mediante la compra de acciones en la primera ampliación de capitales que fue lanzada por 5,3 millones de euros.
En 2004, Libertad Digital actuaba con más humildad de lo que después ha ido siendo su estilo. Entonces pasaba el cepillo sin prometer nada: “la ampliación de capital comporta riesgos, pues a la excepcionalidad del medio hay que sumar la posibilidad de pérdidas de ingresos futuros que podría provocar nuestra defensa de un ideario liberal-conservador”. Y remachaba: “No podemos dar garantías económicas de rentabilidad futura del proyecto”.
Recarte, consejero de Caja Madrid, condenado a 2 años de prisión por el caso de las tarjeta black, acudió al Partido Popular en busca de ayuda porque la ampliación no se cubría. Según declaró Luis Bárcenas al juez Pablo Ruz, en octubre de 2004, Ángel Acebes, secretario general del PP, recibió una llamada de Alberto Recarte. Acebes hizo subir a su despacho a Álvaro Lapuerta y Luis Bárcenas y les dijo que había que “poner en contacto a gente que colaboraba con nosotros”. Según Bárcenas, “algunos decidieron aportar”, otros no, claro. Como tampoco se cubría la ampliación, el PP decidió tirar de su caja B, más de 400.000 euros y comprar a nombre de Francisco Yáñez, Alberto Dorrego, abogado de Gürtel, y Rosalía Iglesias, esposa de Bárcenas.
¿Fue una gestión personal de Alberto Recarte o era Losantos conocedor de la operación? ¿Por qué abandonó Recarte Libertad Digital? La segunda pregunta no tiene una respuesta clara o es demasiado obvia. Recarte, un personaje que utiliza con maestría la técnica del ultraje moral, no dio explicación alguna respecto a su marcha. Fuentes internas coinciden en indicar que desde hacía tiempo “estaba harto” de Losantos y que “no consideraba viable” la empresa. Es probable que se hartara de perder dinero.
Su salida se produjo inmediatamente después de la venta de las licencias de TDT a Trinity, como si se desencadenaran los acontecimientos al haber liquidez. Exigió la compra de las acciones de otra gente que se marchaba con él, sin especificar, aunque se trataba de los accionistas de la lista de Bárcenas, que habían comprado las acciones con las comisiones de la caja B del PP. Les fueron compradas con una importante plusvalía. El matrimonio Bárcenas se compró una chalet en Baqueira Baret por un millón de euros, parte de ellos financiados con lo obtenido con la venta de las acciones de Libertad Digital, que no fueron compradas en el mercado sino por el Grupo. Con lo que el dinero de los evangelistas terminó recalando en los bolsillos de los algunos de los mayores corruptos de España.
Desde el mismo momento en que estalló el escándalo, Federico Jiménez Losantos ha negado ser conocedor de la negociación corrupta. Se lo negó a sus más directos colaboradores cuando le inquirieron “y parecía sincero”, afirman. Según Losantos era una ampliación abierta y la empresa no tenía porque saber quiénes eran. Losantos es una persona que miente mucho. Lo hace, sobre todo, en las cuestiones que se refieren a él o que considera que conforman su biografía. En ese terreno, ninguno de sus libros son fiables, ni prácticamente ninguna de sus afirmaciones.
Este caso puede considerarse la excepción. Puede que todo el chanchullo lo cocinara Recarte en su día y Federico Jiménez Losantos le diera carta blanca para no tener que molestarse en ocuparse del asunto. Esa conducta, a tenor de nuestras fuentes, encaja en el carácter de los dos.