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Monserrat Caballé, la última gran diva, víctima de Hacienda

Redacción




Yrene de Callais.

Monserrat Caballé era la última gran diva, tras María Callas y Renata Tevaldi. Era, además, una gran persona, sencilla, poco sofisticada, entregada a su familia, a la que había protegido durante toda su vida, también económicamente, hasta que los buitres de Hacienda se lanzaron sobre la presa. Ella nunca defraudó nada; simplemente hubo un error por la doble imposición a la que estaba sometida; un error de su asesor, que fue aprovechado por los medios de comunicación para ejemplarizar al común de los mortales de que la Agencia Tributaria es la Santa Inquisición y no respeta ni a una grande del arte. Eligen a las presas con sumo cuidado. Esto, que parece una estulticia, o que es una mera anécdota en la vida de cualquier persona, para ella, octogenaria ya, supuso una profunda depresión; se sintió acosada y perseguida y minusvalorada.

Monserrat Caballé. /Foto: marca.com.

Monserrat Caballé, a la que traté en Alicante en una velada exquisita y coincidí con ella en varios concursos de ópera, junto con Pedro La Virgen, Miguel Zanetti, que la acompañaba muchas veces al piano, era una mujer muy cálida. Miraba mucho el dinero, pero al mismo tiempo siempre fue muy generosa tanto con su hermano, como con su esposo e hijos. No quería nada para ella. Le bastaba sólo con la música; le bastaba sólo con su profunda espiritualidad.

Durante una gira, estando cantando en el Metropolitan de Nueva York, calló enferma y le diagnosticaron un tumor cerebral. Los médicos le aconsejaron que se lo extirpara rápidamente y ella les preguntó: ¿Y luego podré volver a cantar? Tendrá que dejarlo, le dijeron. A lo que ella repuso: ‘Pues esta vida sin poder cantar ya no me interesa. Voy a pensármelo dos veces’.

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De regreso a España, cogió un avión hacia Zurich, donde gracias a sus estudios musicales realizados allí, había tomado contacto con el mundo de la homeopatía –a la que la industria farmacéutica trata de denigrar- y precisamente con un tratamiento de medicina homeopático consiguió superar esta dolencia y llevar una vida normal, pero, sobre todo, consiguió seguir cantando, que era una fuerza más grande que ella misma.