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Chemnitz: El despertar de Europa

Redacción




Editorial.

El jueves, los habitantes de Chemnitz se echaron a la calle y hoy volverán a hacerlo desde las 17 horas. Los denodados esfuerzos del sistema, de la relación incentuosa entre tiranía mediática y partidos tradicionales, no está haciendo mella en una sociedad harta de crímenes y violaciones, perpetrados por musulmanes que viven a costa del contribuyente alemán.

Sacando plantillas ya muy gastadas, los medios analizan la rebelión de toda una ciudad como el renacer de los neonazis, el incremento de la xenofobia e incluso sacar de armarios muy llenos de telarañas que son ciudadanos del Este de Alemania molestos con una posición secundaria en la unificación. Y para desconcierto de propios y extraños insisten en que los delitos han descendido y que en Sajonia hay muy pocos extranjeros.

Imagen de la manifestación del lunes en Chemnitz.

Nada de todo esto sirve para frenar una indignación que conlleva el despertar de Europa. El día de mañana se verá que Europa despertó en Chemnitz. La explicación es mucho más sencilla de los ajados análisis de circunstancias para frenar la ira contenida: los ciudadanos de Chemnitz se han levantado, y no van a parar, ante el asesinato con ensañamiento de uno de sus ciudadanos, cosido a 35 puñaladas, por dos solicitantes de asilo, un sirio y un iraquí, de 22 y 23 años, que viven de los impuestos del asesinado, entre otros, entre todos. Este crimen echa por tierra toda la inmundicia buenista lanzada por Ángela Merkel, con su «¡Vamos a lograrlo!«, y por todo el sistema opresor y tiránico de la corrección política, que impone la mentira y el ocultismo.

Uno de los detonantes de la sublevación fue la filtración del atestado policial que circuló por las redes sociales y que indica que algún sector de la Policía está harto con las consignas de que no se puede informar de la nacionalidad u origen de los agresores y criminales. De que toda la sociedad está harta de que ante los atentados terroristas se oculte que son musulmanes y se imponga que son desequilibrados mentales. De que se oculte el origen de los violadores. Y de haber acogido, con gran gasto al contribuyente, a un millón y medio de musulmanes que están provocando un incremento de los crímenes y las violaciones. Porque si bien los delitos bajaron en 2017 respecto a 2016, ello fue entre los autóctonos, y han aumentado los más graves y violentos mucho desde 2015.

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En Chemnitz desde el 1 de enero de 2018 ha habido 60 violaciones, de las cuales 56 han sido perpetradas por musulmanes asilados, protegidos por Ángela Merkel y el Estado. En los otros 4 casos no se ha podido determinar el agresor, pero todo el mundo piensa que también serán solicitantes de asilo. Eso en una ciudad de 245.000 habitantes es una auténtica plaga. Quienes, supuestamente, muestran tanta sensibilidad hacia los derechos de la mujer y las agresiones sexuales silencian estos hechos porque ponen en cuestión por completo las políticas suicidas de inmigración, dejando indefensas a las mujeres respecto a los depredadores.

Son los musulmanes los que están demostrando un insoportable racismo y una execrable xenofobia. En Chemnitz no están dispuestos a soportar más. Las diatribas sobre que hay pocos extranjeros en Sajonia resultan insultantes pues parece que se pretende un nivel superior de crímenes y violaciones. Los argumentarios de la factoría Soros son ya demenciales y estomagantes. El Gobierno alemán ha tenido que enviar, tarde, a la ministra de Familia para rendir homenaje al asesinado.

Lo que plantean los ciudadanos de Chemnitz es que el experimento ha sido fallido, que el Estado se dedica a desproteger a los ciudadanos y que los musulmanes deben irse, deben ser deportados. Exhibir frente a esta legítima autodefensa el espantapájaros del nazismo es un completo desenfoque. Chemnitz está mostrando un camino que no va a poder vallarse. Es Europa, la Europa real, que ha empezado a defenderse. Como lo está haciendo en Suecia, donde el partido Demócratas de Suecia se sitúa en las encuestas en la primera posición con el 28,5% de la intención de voto.